Por Alejandra Torres*
La pandemia aceleró los procesos de transformación digital en todo el mundo. Las formas de trabajar, consumir y socializar cambiaron rotundamente durante los confinamientos y no hay visos de que se pueda volver atrás en esta nueva normalidad pospandémica. Por el contrario, los cambios han llegado para quedarse.
En esto, la tecnología juega un papel clave. Una sociedad crecientemente digitalizada se modifica constantemente y de un modo acelerado. El vínculo de la ciudadanía con las organizaciones y las prácticas educativas se reinventan, y también cambian las habilidades demandadas por el mercado laboral.
Por esto, quienes no cuentan con acceso y conocimiento del uso de tecnologías podrían verse cada vez más excluidos social y laboralmente y tendrán menos posibilidades de acceder a los beneficios que podría otorgar el uso de la tecnología.
Éste es el fenómeno conocido como “brecha digital”, que es la distancia existente entre las personas, las comunidades y los países respecto al acceso y uso de las tecnologías.
Existe una amplia gama de factores que influyen en la brecha digital, entre ellos edad, nivel educativo, nivel socioeconómico, discapacidad, etcétera.
Estas variables resaltan la complejidad y transversalidad de la problemática, convirtiendo la brecha digital en una de las principales causas de aceleración y ampliación de las desigualdades sociales ya existentes.
Según la Cámara de la Industria Argentina de Software, existe una demanda insatisfecha de más de 20.000 profesionales de tecnologías de la información (TI) en todas las industrias del país, lo que nos demuestra que en un país con dificultades laborales, este sector sufre lo inverso: carece de profesionales con capacidad para cubrir estos puestos. Estas métricas describen la capacidad del sector para demandar talento, que en muchos casos exige calificaciones que se encuentran a una considerable distancia de las vulnerabilidades y carencias de los sectores más postergados.
En lo que llamamos Gran Córdoba existen más de 8.000 personas de entre 18 y 30 años que han finalizado el nivel secundario y no consiguen trabajo. Aquí también existe una oportunidad para trabajar y poder colaborar con determinadas capacidades para buscar de alguna manera la incorporación al mercado laboral.
Desde esa óptica es que en la Municipalidad de Córdoba trabajamos para reducir esta brecha y con el equipo nos propusimos en 2023 poner énfasis en estos temas, potenciando y consolidando los proyectos ya iniciados.
Es por ello que en la ciudad hace más de dos años que venimos implementando el programa “Menos brecha, más comunidad”, iniciativa que busca posibilitar el acceso y uso de las nuevas tecnologías a los cordobeses, principalmente a aquellos provenientes de sectores con mayor vulnerabilidad social.
Con el objetivo de disminuir las tasas de deserción, hemos diseñado un sistema de aprendizaje progresivo, por desafíos, en alianza público-privada con diferentes organizaciones. Ya se desarrollaron 11 ciclos de formación de más de 19.400 personas.
En las capacitaciones hacemos especial foco en lo digital; además, en el desarrollo de habilidades requeridas para el trabajo como comunicación asertiva, pensamiento crítico, trabajo en equipo, resolución de conflictos y creatividad.
La experiencia nos ha dejado distintas enseñanzas. Una de ellas es la importancia de diseñar propuestas accesibles, que sean flexibles en horarios con espacios de cuidado para los niños y con docentes que asistan técnicamente y acompañen de manera cercana el proceso de aprendizaje.
Recientemente, también en el marco de “Menos brecha, más comunidad”, nos sumamos al proyecto “SilverTech: apalancando el talento y la experiencia de los adultos mayores de 50 años mediante el uso de la tecnología”, que ha sido creado por el BID Lab y Eidos Global, con el acompañamiento de Diagonal Asociación Civil, y cuenta con el apoyo de los gigantes tecnológicos Accenture, Google, Microsoft, Salesforce y Red Hat. Está pensado para personas de más de 50 años que se encuentren en situación de desempleo, precarización laboral o estén en la búsqueda de cambiar de trabajo, de puesto; o de reincorporarse al mundo laboral.
Considero que atacar este punto es particularmente oportuno, en tanto somos uno de los cuatro países en la región donde el porcentaje de las personas mayores a 60 años superan 15% de la población total, equivalente a casi 7,1 millones de personas. Se espera que esta proporción alcance 22% para 2050, es decir, unos 12,5 millones de personas.
Sin embargo, ni la calidad de los cursos ni la creatividad que pongamos al servicio de lo digital podrían por sí mismos tener el efecto que están teniendo si no lleváramos adelante todas estas tareas mediante una estrategia integral, holística, con total involucramiento de la comunidad.
Por las desigualdades que genera, la brecha digital es un problema que nos afecta a todos.
Es clave, entonces, que nos comprometamos en reducirla para que, de esta manera, los beneficios de la transformación digital se democraticen, que nadie afuera y tengamos como resultado una sociedad más justa y equilibrada.
*Secretaria de Planeamiento, Modernización y Relaciones Internacionales de la Municipalidad de Córdoba. Presidenta de la Comisión de Modernización de Colegio de Abogados de Córdoba. Presidenta de Incubadora FIDE
¡Excelente tarea Alejandra! Realmente es muy loable e indispensable lo que están realizando a través del Programa “Menos brecha, más comunidad”. Pertenezco a la generación que debió reinventarse a nivel conocimientos y el uso de las TICs con casi 40 años, lo hice de manera particular porque en aquellos días el Estado no se ocupaba de los adultos que habíamos quedado atrás en estos nuevos saberes, tan vitales para el desarrollo personal y económico de un individuo del siglo XXI. ¡Felicitaciones!