En la primera década del siglo XX, y con mayor intensidad después de 1914, la Argentina fue escenario de uno de los fenómenos sociales más importante de la centuria.
Centenares, miles de hombres, casi en solitario, recorrían el país encaramados en los vagones de los trenes de carga o cubriendo a pie grandes trechos en busca de trabajo en las siembras, en las cosechas, en los galpones de los acopiadores, en las planchadas de las estaciones ferroviarias o enfrentando la carga de las bodegas de los barcos de ultramar que sacaban los frutos del país rumbo a Europa.
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