El concepto francés de la gendarmerie, comprensivo de la existencia de un cuerpo militarizado que cumple las funciones de policía fuera de los ámbitos urbanos, fue decantando a lo largo del tiempo entre nosotros desde el siglo XIX hasta la conformación de la Gendarmería Nacional, en 1938.
En la cuestión se advierte durante todo el periodo la puja entre dos posturas sobre cómo llevar al orden a zonas poco pobladas o de frontera. Una primera, de carácter policial, aunque más profesional y con mayores medios que la “policía paisana” de la época, y otra que bregaba por asignar funciones policiales a cuerpos de naturaleza militar.
La Ley Nacional Nº 850 del 6 de agosto de 1877 sancionada por el Congreso a instancias del presidente Avellaneda, disponía la creación de dos compañías de “jendarmes” al mando cada una de un capitán, secundado por una decena de oficiales y 60 soldados para los territorios del Chaco a fin de disponer de “…una fuerza que, sin estar sujeta a las exigencias de la tropa de línea, pueda ser diseminada convenientemente en toda la costa para que sea posible garantir los intereses y la vida de los pobladores de aquellos territorios llamados a ser en un porvenir muy próximo, centros valiosos de producción”. El alistamiento era de carácter voluntario, la instrucción militar dependía del gobernador del territorio y sus gastos eran solventados por el ministerio del interior.
Existieron también experiencias a escala provincial e incluso territorial. Pedro Berardi, en su tesis doctoral “Territorialidad, profesionalización y política: la construcción de la policía en la Provincia de Buenos Aires, 1880-1916”, expone algunas. A partir de la gestión de Marcelino Ugarte, en 1902 se crearon el cuerpo de Gendarmería Volante y la Gendarmería de Islas, con jurisdicción sobre el área fronteriza y la zona de riberas próximas al Paraná, respectivamente, siendo sus modelos la Guardia Civil española y los carabinieri italianos. En el territorio nacional de Río Negro, en 1905, el gobernador Carlos Gallardo creó una “policía volante” para entender en los robos de ganado en la campaña, financiada por el Ministerio del Interior, como expresa Pilar Pérez en Patrullando el territorio patagónico. Las policías fronterizas como productoras del espacio social (1911, 1918 y 1930).
En el ámbito nacional, en la segunda presidencia de Julio Roca, el 25 de febrero de 1902, los regimientos 11 y 12 de Caballería del ejército fueron asignados al servicio de gendarmería en el Territorio Nacional del Chaco.
En 1911, el diputado Julio Roca (hijo) propuso en el Congreso crear una Gendarmería Nacional bajo reglamentos militares y dependiente del ministerio del interior, que tendría funciones policiales en territorios nacionales y de vigilancia aduanera en las fronteras. Pero en cambio se dictó la ley de creación de policía fronteriza para territorios nacionales el 13 de febrero, con igual dependencia.
Tal parecía que la cuestión, al menos de momento, se había saldado a favor del criterio policial. Sin embargo, el 30 de setiembre de 1917 se creó un Regimiento de Gendarmería de Línea, dependiente de la 3ª División del Ejército y que tenía por misión la vigilancia y policía de las gobernaciones de Chaco y Formosa, debiendo encargarse del servicio que hasta entonces desempeñara el Regimiento 9 de Caballería.
Sin embargo, por decreto del 11 de abril de 1922, se destacó al jefe de la Guardia de Seguridad de Caballería de la Policía de la Capital para estudiar en Europa la organización y funcionamiento de los cuerpos de gendarmería y otros similares en Italia, España, Francia y Alemania. A resultas de tales indagaciones, en 1923 se presentó un proyecto al congreso para crear, siguiendo el ejemplo de Francia, una “policía federal militarizada”. Tal Dirección General de Gendarmería sería dirigida por un coronel del Ejército. El proyecto no prosperó, siendo reiterado en agosto de 1926 con idéntica suerte.
En 1934, el diputado por la provincia de Buenos Aires del Partido Demócrata Nacional Alfredo Rodríguez presentó el proyecto de creación de una gendarmería nacional, sobre la base de la experiencia de Canadá con su policía Montada y de los carabineros de Chile. No tuvo éxito entonces, pero insistió dos años más tarde, siendo aprobado el 3 de junio de 1936, por la Cámara de Diputados y en septiembre por el Senado.
Es así que se creó la Gendarmería Nacional el 28 de julio del año 1938 mediante la ley Nº 12367, siendo luego regulada por la Nº 18834 y su modificatoria Nº 19250 hasta llegar a la actual ley Nº 19349.
Su distintivo oficial de dos sables cruzados hacia abajo, unidos por una cinta formando moño, con dos ramas de roble entrelazadas en su base, fue heredado del “Regimiento de Gendarmería de Línea”, que suplantó en funciones.
Proyectada inicialmente para la custodia de fronteras, asumió luego nuevas competencias ubicándose, como escribimos en alguna oportunidad, como una fuerza de carácter intermedio, capaz de actuar frente a los rompimientos de mayor entidad del orden público, sin tener que comprometer la actuación de fuerzas militares como en otros países, empezando por los propios Estados Unidos. Pero, a la vez, con la disciplina y capacitación militar necesaria para ser una primera línea de defensa de fronteras o reforzar a las fuerzas armadas frente a conflictos armados, tal como ocurrió durante la Guerra de Malvinas en el año 1982. Poseedora, además, de una formación técnica y jurídica que le permite actuar como auxiliar de la justicia en lugares apartados del país o frente a delitos complejos.
Dichos rasgos son los que la sitúan frente a sus homólogas que sirvieron de inspiración con una identidad tanto propia como profundamente nacional.