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Comercio y Justicia 85 años

¿Puede estallar el euro?

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El paquete de ayuda a Grecia pudo no haber sido suficiente. Como en otras oportunidades, la crisis no cede y el riesgo sobre el proyecto europeo aún continúa.

Por Mgter. Gustavo Scarpetta / Docente Universidad Nacional y Católica de Córdoba

Primero fueron Portugal, Italia, Grecia y España, los famosos PIGS, que no cumplieron con las metas de Maastricht, y cuyas economías acusan déficits públicos, altos niveles de deuda y desempleo. Aunque al principio sólo se suponía que la crisis atacaría a estos países, ésta se fue propagando.

A Francia se le reconoce su calificación “AAA” pero son mayoría los que dudan que esa calificación sea real, considerando los números de su economía. Alemania, por su parte, no pudo vender los bonos que ofreció recientemente y tuvo que salir el banco alemán a comprar el excedente, lo que hizo sonar la alarma.

El crecimiento mundial bajó a sólo 3,8% el año pasado y en 2012 será de 3,4%. Aunque para los países más fuertes -los que forman parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)- el aumento del Producto Interno Bruto (PIB) sólo fue de 1,9% en 2011 y sería de 1,6% en 2012. La principal razón es la desaceleración de la eurozona y su deuda pública.

La OCDE prevé para la eurozona sólo 0,2% de crecimiento. Las perspectivas de los otros organismos internacionales marcan una tendencia similar.

Ante esta crítica situación, los rumores de cambios drásticos en la zona euro son cada vez más fuertes.

En 2007 Barry Eichengreen, economista de Berkeley, ya se preguntaba si podía estallar el euro, y su análisis identificaba altos costos para la salida de cualquier país, tanto por dificultades técnicas como jurídicas que complicarían esa solución, como así también el costo político, que sería elevado.

Con respecto a los beneficios de la salida, por una parte podría ser contagiosa, ya que el país que saliera mejoraría la competitividad y el aumento de exportaciones revitalizaría la economía del mismo, y esto podría llevar a otros países a tomar similar decisión.

El autor afirmaba por entonces que era imposible la salida de algún país de la zona euro porque los costos del egreso serían más altos que los beneficios.
Obviamente, la situación de Europa en 2007 no es la del presente. En 2011 el desempleo, el bajo desempeño del crecimiento y el aumento de la deuda modificaron el contexto sobre el que se podía analizar esa decisión.

El banco suizo UBS pronosticó que el costo de una salida del euro sería, para países como Grecia y España, de entre 9.500 y 11.500 euros por habitante el primer año. Según el contexto económico reinante, esa pérdida podría recuperarse en un plazo de entre tres y siete años. Si se lo compara con una década de estancamiento, como apuntan muchos expertos, las probabilidades de una salida aumentan.

Europa está acudiendo al Fondo Monetario Internacional (FMI) para obtener fondos extras para eventuales rescates adicionales a los ya administrados y demostrar poder de fuego ante ataques especulativos. Los países recibirán fondos y además deberán profundizar los paquetes de ajustes fiscales.

La alternativa estudiada para una salida más prolija es dividir en dos la zona euro, con un grupo fuerte en el cual Alemania y Francia tendrían su lugar asegurado y un grupo de los incumplidores que tendrían una moneda devaluada y les permitiría mejorar su competitividad.

Después de varias semanas de negociaciones, Grecia logró que 83,5% de los tenedores privados de bonos griegos aceptara una reducción, lo que significa una quita de 138 mil millones de dólares sobre una deuda total de 487 mil millones de dólares. Eso sirvió no sólo para reducir la deuda sino para que el FMI y la eurozona le entregaran a ese país un nuevo paquete de 172 mil millones de dólares. Esto aleja la posibilidad de default, y dio oxigeno a Grecia y también al proyecto del euro. Sin embargo, puede no haber sido suficiente. Como sucedió en otras oportunidades de rescate, la crisis no cede y el riesgo para el proyecto europeo aún continúa.

Lo que hace un año parecía imposible, la caída del euro como moneda para 17 países, es algo realmente posible y una amenaza real para la economía global.

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