En Argentina, los e-mails gozan de la misma protección que la correspondencia epistolar. Sin embargo, las empresas de correos recuerdan que el usuario acepta condiciones y firma un contrato al abrir un casilla electrónica.
Días atrás, la multinacional Google reconoció en una documentación judicial que los usuarios del correo electrónico Gmail no pueden tener “expectativas razonables” de que sus comunicaciones sean totalmente confidenciales.
El texto fue presentado por los abogados de esa empresa ante los tribunales de San José, California. Lo cierto es que en Estados Unidos Google se enfrenta a una demanda colectiva acusado de espiar a los internautas. La denuncia presentada en mayo, que puede llegar a juicio este mes, dice: “Google abre, lee y adquiere ilegalmente contenido privado de los correos electrónicos de la gente”.
Google advierte que la denuncia ante la Justicia no tiene fundamento y defiende que sus prácticas se ajustan a la legalidad vigente. Lo cierto es que esa empresa de Internet manifiesta que el escaneado automático de los correos es el procedimiento ordinario en el intercambio de mensajes a través de Gmail. La información le sirve, según Google, para optimizar la publicidad que recibe el usuario; y que así figura en los términos y condiciones de su servicio de correos.
En este contexto, el motor de búsqueda sostiene que las leyes federales estadounidenses eximen de responsabilidad a las empresas dedicadas a las comunicaciones electrónicas si los usuarios aceptan que se “intercepten” los mensajes, algo que quien emplea el correo electrónico de la multinacional acepta al abrir una cuenta de correo.
Asimismo, señaló que en esta demanda en particular los querellantes no ofrecieron pruebas de que sus correos fueran “comunicaciones confidenciales”, según se describe en el Código Penal de Estados Unidos, que exige evidencias que confirmen el “deseo” de privacidad de las partes.
En ese sentido, subrayaron que “muy poco se dice en la demanda de la particular relación entre las partes y las particulares circunstancias de las comunicaciones en cuestión, para llegar a la conclusión creíble de que una expectativa objetivamente razonable de confidencialidad habría acompañado tal comunicación”.
Qué ocurre en Argentina
Consultado por Comercio y Justicia, el abogado especialista en derecho informático, Matías Altamira Gigena, recordó que en Argentina los emails gozan de la misma protección, en lo que hace a privacidad, que la correspondencia epistolar.
Asimismo, desde 2008, las comunicaciones electrónicas -en el más amplio sentido- están protegidas penalmente en lo que hace a la privacidad e integridad de su contenido mediante la figura de acceso indebido a un sistema o comunicación electrónica, delito que se configura por acceder violando claves o teniéndolas pero vulnerando autorizaciones conferidas por los titulares de las cuentas de correo. Esta protección está dada por las modificaciones introducidas al Código Penal mediante la conocida ley de delitos informáticos.
Para Altamira Gigena, en el caso de Google más que la privacidad de las personas lo que se pone en juego es su intimidad. “A Google no le interesa difundir el contenido de los mails. Si yo estoy organizando un viaje, Google no pretende difundir con quién me voy ni por qué motivos. Ahora bien, como la palabra viaje se repetirá en mis mails, seguramente me llegarán avisos de aerolíneas, agencias de viajes, etcétera”.
Para el especialista estas cuestiones se explicitan en el contrato que hace el usuario con su servidor de Internet, que tendrá la opción de cambiar de empresa si está en desacuerdo con las reglas que le impone su proveedor.