Pese a que se ha continuado reduciendo la deuda externa pagadera en moneda extranjera, la abusiva actuación del juez neoyorquino Thomas Griesa, que respalda a los “fondos buitres”, acrece los riesgos e inquietudes en términos de futuro.
En el ámbito del Hemisferio Norte, el estallido de Wall Street afectó muy violentamente desde 2008 en adelante la estabilidad del mercado financiero mundial, expandiendo por contagio generalizado una situación de emergencia que aún persiste en casi todos los países industrializados. Esa influencia sigue gravitando de tal forma que priman justificados temores de que se agrave la emergencia y desemboque en un desenlace tan desastroso como imprevisible. Por lo tanto, resulta obvio que ese “clima” gravita para reducir al mínimo la elevada dinámica que había caracterizado a las economías lideres en materia de crecimiento, como lo son las de China e India al bajar sus tasas a 7,5% (-29,2%) y 5,9%(-33,7%), respectivamente.
A su vez, Estados Unidos anuncia una progresiva recuperación (tercer trimestre: 3,7%), aunque no espera para todo el año 2014 un incremento del producto interno bruto (PIB) mayor de 1,9%, con el cual no alcanza a satisfacer la necesidad mínima de generar la cantidad de nuevos puestos indispensables para cubrir el incremento de la demanda vegetativa anual de trabajo humano. En el ámbito de la Unión Europea y Japón, el escenario se presenta mucho más precario y hace imposible disimular el temor de que la caída se extienda hasta más allá del año 2020.
En realidad, es imprescindible tomar plena conciencia de tan singulares cuan peligrosas circunstancias, sin lo cual se hace imposible la tarea de evaluar con certeza lo sucedido e intentar proyecciones lógicas y creíbles para los próximos años. En procura de intentar superar los múltiples factores que condicionan el desarrollo, seguramente requerirá encarar cambios o introducir adecuaciones de bastante trascendencia, que siempre se tornan problemáticas en su aplicación práctica.
Para nuestro país, 2015 se habrá de caracterizar por la intensidad que asumirán las “pujas electorales”, como prolegómeno de las aspiraciones para cubrir los máximos cargos por parte de una gran mayoría de candidatos que harán sus primeras experiencias en ese aspecto.
La gestión del período 2003-2014
Ese lapso de casi 12 años se debe evaluar en dos sucesivos subperíodos, 2003/08 y 2009/2014. En el primero, se debió recuperar el nivel perdido entre 1998 y 2002, que se alcanzó al completarse los dos primeros años de gestión mediante un óptimo crecimiento acumulado en ese lapso: 17,7%. Luego se completó el saneamiento en el inmediato posterior trienio (2006/08), verificándose una feliz continuidad que hizo posible trepar otro 27,9% adicional, constituyéndose así en el más dinámico y exitoso de todos los tiempos plurianuales habidos desde 1810 en adelante.
La gestión sobre la problemática asfixiante de la deuda externa se encaró en 2005 mediante una conversión con quita que la disminuyó en US$76,4 miles de millones, pese a respetar los pasivos preexistentes con organismos internacionales y proceder a la cancelación en forma total a comienzos de 2006 de lo adeudado al FMI (US$9.840 millones), decisión que permitió rechazar desde entonces hasta la fecha las misiones anuales que habitualmente realiza dicha institución con fines de auditoria general a sus países asociados.
Durante el segundo subperíodo (2009-2014) la evolución ha sido más accidentada y contradictoria, coincidiendo con las crecientes dificultados del mundo más industrializado del planeta. En el año inicial (2008) la tasa de crecimiento de la economía nacional redujo su dinámica a un modesto 3,2% e incluso en el siguiente (2009) esa situación se agudizó, tornándose virtualmente nula la expansión (+0,1%); aunque en el bienio inmediato posterior (2010/11) hubo una significativa mejora (+19%) pero en 2012 se volvió a desinflar (+0,9%).
Esa evolución en forma de “onda” de baja intensidad perduró gracias a una pequeña levantada registrada en 2013 (+2,9%), aunque también se repitió un nuevo retroceso en el presente año por finalizar. Según el mensaje que acompañó la elevación al Congreso del Presupuesto Nacional, se hizo pública la expectativa oficial que ubica la tasa anual del ejercicio 2014 en solo +0,5%. Según surge de los parámetros utilizados en esa oportunidad, la expectativa de los funcionarios de Economía para el año 2015 sería poco ambiciosa pues se circunscribe a apenas 2,8%. De cumplirse este vaticinio, el acumulado en los últimos siete años llegaría de +31,2, notoriamente inferior al logro del primer subperíodo analizado (-38,2%).
Seguramente las áreas de gestión más gravitantes están referidas a la preocupación por reducir la deuda externa pagadera en moneda extranjera, lo cual fue motivo de una nueva convocatoria a dichos acreedores que todavía no aceptaron el canje, llegando en 2010 a incorporar una franja que llevó a 92,4% el acumulado de titulares y valores en circulación.
Con ayuda cómplice del oscuro e ignoto juez neoyorquino Thomas Griesa, un denominado “fondo buitre” que adquirió una serie de valores totalmente depreciados en 2008 ha logrado hacerlos revalorizar por vía judicial multiplicando su inversión original de apenas US$45,8 millones hasta nada menos que US$1.330 millones, cifra a la que deben adicionarse intereses devengados en su favor por otros US$450 millones, totalizando actualmente un reclamo de US$1.780 millones.
Movidos por la intención de evitar otro largo trámite, en los últimos meses, 106 tenedores de la misma índole han solicitado ser asimilados en forma automática a la situación de los primeros. No obstante, continúa siendo una incógnita la determinación sobre a cuánto ascienden, pues oscilan entre US$ 4,9 y US$6,4 mil millones los valores que todavía están en manos privadas. Resulta obvio que Argentina no puede negociar nada con ellos hasta comienzos del año 2015, pues debe esperarse que la cláusula Rufo, que vence en su actual vigencia a fines de diciembre, deje de poder ser usada definitivamente.
Hasta la fecha se ha logrado obviar ese peligro pese a que Griesa y su mandatario insisten en lograr “una solución inmediata”, lo cual implica una artera trampa que significaría la multimillonaria reactualización de la deuda original restante, aun la voluntariamente condonada, que podría convertirse en una verdadera “bola de nieve” de no menos de US$250 mil millones -lo que empujaría al país a un catastrófico derrumbe-. Los negociadores oficiales argentinos de todos los rangos y sus asesores o letrados patrocinantes no han caído en semejante celada y los tiempos, junto con el peligro latente, sólo se extinguirán en coincidencia con el instante en que levanten las copas por los brindis de fin de año.
Un claro reflejo de lo que está sucediendo en el mundo es la evolución del comercio exterior argentino, que en 2011 alcanzó sendos récords en materia de exportaciones e importaciones, llegando a US$83.950 y US$ 73.037 millones, respectivamente. Al cierre del presente año, existe la certeza de que en ambos rubros los niveles serán bastante más bajos.
El ministro de Economía ha descalificado los cálculos circulantes sobre probables incrementos operados en los precios para 2014, que algunos analistas de la oposición elevan hasta +40%. Los funcionarios de mayor rango sostienen enfáticamente que el índice real marcará una suba acumulada de 25%, estimación ésta que, en última instancia, debe ser refrendada o rectificada, según el caso, por el FMI. Es bien conocido que éste, después de aportar la nueva metodología que se viene aplicando desde enero ppdo., se mantiene vigilante ante los resultados mensuales publicados por el Indec pues tales elaboraciones tienen previa revisión de su Departamento de Pronósticos Económicos.
Quizá en este aspecto se generen los hechos más significativos, ya que se anuncia oficialmente para 2015 que el Gobierno ha dispuesto que la suba interanual en los precios descienda, en cuanto a su total general, a sólo 15,6% -aunque las dudas al respecto son muchas-. Éstas surgen por no haberse expuesto adecuadamente el conjunto de medidas que piensan tomarse para cumplimentar tan ambicioso objetivo. Lo habitual en estos casos y en todas las latitudes es que apelen a restricciones de corte recesivo, pero es poco probable que las introduzcan, justamente por tratarse de un muy sensible año electoral. En consecuencia, las actuales incógnitas sólo podrán tener respuestas a medida que transcurran los meses de 2015.
Lo que sugieren los datos conocidos de noviembre
En el onceavo mes del actual ejercicio, la recaudación ascendió a $101.836,5 millones, cifra ésta que en el cotejo interanual implica un incremento de 38,4%, superior respecto al promedio de 2014 pero ligeramente inferior al aumento logrado en el mes precedente (-2,6%). El destino de dicho importe correspondió en primer lugar, como es habitual, a la Administración Nacional, con $44.906,7 millones (44,2%), seguida por el conjunto de provincias, que recibieron $27.450,8 millones (27,5%) y en tercer término el Sistema de Seguridad Social, receptor de $25.021,3 millones (24,8%).
En forma desagregada, el principal recurso sigue siendo el impuesto al Valor Agregado, que aportó $29.763,6 millones, equivalentes a 29,2% del total mensual pero en el cotejo interanual exhibe una mejora de apenas 28% con respecto al año anterior, e incluso inferior al 32,7% del acumulado en 2014; todo lo cual define una performance más bien modesta de los gravámenes que recaen sobre la actividad interna en relación con los consumidores.
Un claro contraste lo concreta desde el tercer puesto el impuesto a las Ganancias, con 24.704,2 millones, con una suba de nada menos que 61,8%; a la par que en los 11 meses suma $241.204,8 millones, lo que significa que creció 44,8%, marcando una significativa diferencia. Muy semejante fue la evolución del impuesto a los Créditos y Débitos Bancarios que, con $7.115,6 millones, llegó a un incremento de 30,3%. En consecuencia, hay comportamientos controvertidos que se acentúan aún mas en el área del Comercio Exterior, pues los derechos de exportación han tenido una suba interanual de 72,3%; los de importación apenas un misérrimo 7,6%, que no se compadece ni siquiera con su propio acumulado, que lo hizo en 28,3%.
Tan múltiples resultados anticipan un cierre no muy favorable pues los diversos tributos asumen realidades muy disímiles y en los que inciden el grado de cumplimiento de los contribuyentes, miles que no tienen justificación técnica alguna.