Mujeres están siendo víctimas de fraude a través del Messenger de Facebook, donde reciben un mensaje de una amiga cercana que las invita a participar en una campaña sobre el cáncer de mama y -por la confianza que les genera esa amiga- participan y se perjudican. ¿Se puede responsabilizar a esa amiga?
El modus operandi consiste en que la mujer recibe un mensaje vía inbox en Facebook de una amiga cercana, quien le ofrece participar en la campaña de sensibilización en un hospital de Australia y pagarle mil dólares estadounidenses, a cambio de fotos de su torso desnudo, asegurándole que son de uso interno, no se publicarán; y garantizándole que a esa supuesta amiga ya le pagaron.
Luego de enviar las imágenes y seguir las instrucciones para recibir el pago, la víctima no puede entrar en su cuenta de Facebook, cuyo control es tomado por un extorsionador, quien sigue ese ciclo con otros contactos de la persona recién atacada.
Del proceso seguido por la persona extorsionadora, ya que no se sabe si es hombre o mujer, surgen dos análisis. El primero -reiteradamente mencionado en estas columnas- es que el destinatario baja la guardia, por la sorpresa del contacto; por el pedido -que, si bien es audaz, es por una buena causa-; por la propuesta económica, que es importante en comparación al esfuerzo; y por la validación de que su amiga ya lo hizo. Pero si se analiza bien el mensaje, le están pidiendo que envíe fotos desnuda, para un hospital en Australia, pero los dólares serán americanos aunque al cambio oficial, y las fotos no se las van a mostrar a nadie. Lo que se agrava cuando manda la primera foto porque le piden una más, en “tanga”.
El segundo análisis es que, minutos después, no puede ingresar a su cuenta de Facebook, lo que no es tan grave como que toma dimensión de que le mandó fotografías suyas a cualquiera, entonces busca el contacto de su amiga y le reclama por todo lo que le hizo hacer, inclusive porque no cobró los dólares prometidos. Tanto su amiga como ella, para los contactos que la persona extorsionadora realice en lo sucesivo, no tienen mayores responsabilidades que haber sido víctimas de un engaño, y por muy poco, haber desactivado todas sus barreras de protección personal.
¿Qué hacer? Lo primero es registrar todas las comunicaciones para la denuncia policial, así se investiga, porque seguramente no será el único caso sino uno de miles; después, ir al perfil de Facebook para completar el proceso de denuncia de usurpación de identidad; y finalmente avisar a sus contactos que si reciben un mensaje suyo de esas características, es falso. Pero lo principal, es aprender a mantener la guardia en alto para proteger su privacidad.
* Abogado, especialista en derecho informático