Danilo Díazgranados (*)
Las proyecciones acerca del desempeño de la economía durante el venidero año para Argentina y los países vecinos son diversas, pero muchas altamente favorables. El Fondo Monetario Internacional (FMI), en un informe de reciente publicación, ha estimado que, en el caso de la economía argentina, ésta se recuperará 4,9% en 2021, cifra que contrasta con las proyecciones para este año, que sitúan el descenso de los índices de crecimiento en 11,8%.
Según el FMI, algunos de los factores que harán posible este repunte están ligados a la evidente recuperación de los precios de los bonos soberanos, como resultado de la finalización de los procesos de renegociación. Sin embargo, han mostrado una leve disminución, debido a la incertidumbre en lo que concierne a las políticas domésticas.
Tales proyecciones fueron publicadas en el informe titulado “La persistencia de la pandemia nubla la recuperación”, en el cual los técnicos del FMI alertan acerca de las consecuencias de la pandemia y su influencia en el desempeño económico de los países de América Latina y el Caribe.
El tema clave en el caso particular de Argentina es que el repunte de su economía estará principalmente ligado al devenir de las recientemente finalizadas renegociaciones de las deudas interna y externa, un camino muy cuesta arriba y no exento de dificultades. Asimismo, los programas de ayuda financiera, actualmente en discusión, también tendrán un papel preponderante en el éxito del desempeño financiero.
En lo que se refiere a la reestructuración de la deuda, Argentina finalizó con un “acuerdo clave en agosto con sus acreedores externos”. Según el papel de trabajo, un total de 65 mil millones de bonos de legislación extranjera, que incluye 35 títulos diferentes bajo diferentes contratos de emisión, hizo aún más complejo este proceso. Participó 99% de los deudores y, de éstos, 94,6% aceptó el canje.
De igual manera, otros 15.200 millones de dólares en bonos en moneda extranjera, bajo el formato de legislación local, fueron también renegociados con una participación de 99,4% de los bonistas. Las condiciones y los términos son similares y este procedimiento se estructuró al margen del programa respaldado por el FMI.
En conclusión, el refinanciamiento de la deuda, en condiciones altamente beneficiosas para los acreedores, brindará tranquilidad a las arcas del Estado, por cuanto se contará con unos 33.000 millones de dólares, los cuales entrarán al torrente de la economía argentina para ayudar a revitalizarla.
Ahora vamos a Uruguay, país del cual sobran los elogios por la manera cómo está abordando la crisis sanitaria, lo que se ha traducido en resultados altamente beneficiosos para el pequeño, pero no menos importante, país sudamericano.
La receta no ha sido endógena. Por el contrario, las medidas aplicadas para impedir que el avance de la pandemia cause estragos en la población se basan en que el gobierno ha empoderado a los entes sanitarios responsables, siguiendo estrictas recomendaciones de la comunidad científica. También se ha enfocado en el seguimiento y cumplimiento de los protocolos y líneas de acción fijadas por los profesionales de la epidemiología y la medicina. Nada fuera de lo común.
Es así como la economía uruguaya no deja de sorprender. No obstante estar enclavada en la región de las desigualdades que es América Latina, Uruguay se destaca por ser un país que, a lo largo de los últimos años, ha tenido un asombroso comportamiento económico. Importantes empresas de tecnología lo han elegido como una especie de “hub”, en el cual la economía digital se ha abierto paso. Es el mayor exportador de software per cápita de Latinoamérica y un indiscutido líder en comunicaciones.
En esa nación el nivel de cohesión social es muy alto. Las autoridades tienen una alta credibilidad entre la población y las decisiones en materia sanitaria sobre cómo abordar la pandemia no se han politizado, van en bienestar de sus habitantes. Se trata de un entorno de gran confianza en el cual los ciudadanos siguieron al pie de la letra todas las recomendaciones emanadas del Ejecutivo.
Según estimaciones del FMI, la economía uruguaya será una de las que resultará menos perjudicada, en la región, como consecuencia del coronavirus, al registrar 4,5% de caída del PIB. Para 2021, al igual que el gobierno, el organismo multilateral prevé que crezca 4,3%.
Entre los aspectos que harán posible el repunte de la economía uruguaya para el venidero año, el Fondo destaca en su informe que el tener una población “con un nivel de educación elevado y un sistema de salud pública, también de los mejores de América Latina, es muy importante”.
A lo anterior se añade la agenda de reformas económicas que, en caso de llegar a ser implementada, “tiene el potencial de empujar el crecimiento de la economía uruguaya en los próximos años”, y de esta manera poder “continuar un ciclo de estabilidad y de crecimiento, y complementarlo con mayor crecimiento y certidumbre, todo en un ámbito de inclusión social muy importante; y digamos que deja mucho que envidiar a muchos países de América Latina”, resalta el papel de trabajo.
Chile es otro de los países en los que se prevé que la prosperidad económica retorne. Además del fuerte deterioro que ha dejado a su paso el covid-19, ha sufrido desde hace poco más de un año una importante ola de protestas de orden social que desembocaron en un plebiscito en el cual triunfó la opción de reformar la actual constitución, vigente desde el gobierno del general Augusto Pinochet.
De acuerdo con el documento “Perspectivas Económicas Globales” del FMI, las proyecciones para Chile registran una leve mejora para este año. Se prevé que la caída del PIB, la cual se proyectaba en 7,3%, sea de 6% y se hace una nueva estimación de crecimiento para 2021 de 5% a 4,5%.
Con base en estos resultados, Chile será el tercer país menos afectado de América Latina. Los precios del cobre han repuntado 14,4%, en razón de la recuperación económica, antes de lo previsto, de China.
Otro de los datos económicos del informe es el referido al PIB per cápita. Sobre este particular, Chile estaba preparándose para alcanzar el mismo nivel que el europeo, pero sus esperanzas cada vez se encuentran más lejanas. Se preveía que para 2022 este país llegase a ser el primero de Latinoamérica en superar 30.000 dólares. La caída ha sido de 1.602 dólares al compararlo con 2019.
Para retomar sus objetivos de desempeño económico, Chile debe plantearse el reto de recuperar un crecimiento de 4% promedio anual, lo que parece una misión algo cuesta arriba, por lo menos en el corto plazo. Pero conociendo del ímpetu que imprime esta nación a la consecución de sus objetivos, no es de extrañarnos que los chilenos vuelvan, antes de lo previsto por los analistas, a ser el uno de los destinos favoritos de los capitales extranjeros en este lado del mundo.
Y si de Paraguay hablamos, tenemos que el Fondo Monetario revisó a la baja su PIB, lo ajustó de 5% a 4%. De esta manera, se constituiría en el menos golpeado de la región. La cifra del FMI es la más pesimista, por cuanto otros organismos internacionales resaltan que la economía sólo se contraerá entre 1% y 2%.
El FMI recomendó a Paraguay -cuyo crecimiento será de 5,5%, superior al promedio regional, el cual ha sido situado en 3,6%- que siga dando un fuerte impulso a las inversiones públicas en infraestructura.
En líneas generales, tenemos que las previsiones del FMI para el ya no tan lejano año 2021 también mejoraron para Brasil y que, además de Argentina, Colombia empeoró. Entonces tenemos que el PIB para América Latina y el Caribe, de manera agregada, se contraerá 8,1%.
Más allá del rebote que se presentará en el PIB para 2021, se pronostican fuertes recesiones para algunos países de América Latina. Por su parte, Perú y Bolivia obtendrán un crecimiento más pronunciado, registrando 7,3% y 5,6%, respectivamente.
Sin duda alguna, nuestra región siempre ha sido una suerte de tierra plena de sorpresas. Los contrastes y las contradicciones forman parte del acontecer y se reflejan en el plano económico. La ausencia de políticas y estrategias de los gobiernos puede ser fundamental para que las proyecciones empeoren más allá de lo previsto por el ente multilateral.
Nada está aún escrito. Todo está por definirse. Y urge que los gobiernos presenten programas coherentes de ayuda y políticas públicas que sean las que orienten la manera de ejecución de los recursos asignados y que contengan metas y objetivos creíbles de crecimiento.
Cabe entonces el siguiente interrogante: ¿podrán la Argentina y países vecinos superar la era poscovid-19 y comenzar a trabajar desde el presente para recuperar la economía?
(*) Ingeniero financiero, especialista en finanzas internacionales