Por Nicolás Alfonso *
En el artículo anterior hablamos de que teníamos que prever volatilidad alta en los activos locales, debido a la incertidumbre que mostraba el escenario político futuro, en el que cada partido planteaba posturas económicas muy antagónicas. Ocurrieron las PASO, y más que una elección primaria abierta, se sintió como una tormenta que desató su furia el mismo lunes posterior.
La corrida del tipo de cambio fue feroz, llegando a picos de $63 por dólar. La caída de los precios de los activos argentinos mostraron récords históricos en sus recortes. El Merval “besó la lona” cuando le cantaron -37% y los bonos se “derretían” a precios de default, llevando el riesgo país a niveles de 2.000 puntos básicos.
¿Que cambió en la economía ese domingo a la noche? En la macro, nada. En las expectativas, todo.
Quienes gestionamos carteras de inversión comenzamos con el armado de planes de contingencia para los perfiles de inversión más conservadores, previendo en ese análisis qué hacer en los peores de los escenarios. Volvieron a ponerse sobre la mesa las estrategias para enfrentar una reestructuración de deuda, a pensarse en las alternativas para sortear un corralito bancario y muchas cosas por el estilo.
Los inversores que lograron soportar el “dolor de estómago” generado por el pánico que invadió al mercado cerraron la semana con una baja en el valor de sus activos pero con la satisfacción de ver una recuperación importante en precios los últimos dos días de operaciones y con un plan de contingencia ya prearmado para enfrentar lo que Argentina podría traernos (ojalá que no).
Por su parte, los inversores agresivos, que disfrutan de la sensación de la velocidad, las curvas y pendientes pronunciadas, pudieron pescar ganancias importantes de corto plazo.
Y creemos que para estos inversores aún hay negocio para hacer.
Ya transcurrida esta montaña rusa de cinco días, volvemos a hacernos la misma pregunta: ¿qué cambió en la economía la semana que terminó? En las expectativas, no tanto. La divisa estadounidense buscando su punto de equilibrio y los activos recuperando algo de valor.
¿Y en la macro? Casi todo. Porque el lunes no se comercializó casi nada. Hubo un traslado instantáneo a precios de la devaluación. Las tasas en bancos y mercado de capitales en pesos volaron por los aires, llegando a verse tasas de más 300% para cauciones bursátiles. Y se cortó el financiamiento a pymes.
El Gobierno anunció medidas de urgencia y aplicó siete políticas de corto plazo para amenizar el daño causado, cuya factura a pagar llegará en diciembre con su implicancia en las cuentas fiscales.
La parte más triste de la historia es que una vez más, nuestros políticos no estuvieron a la altura de las circunstancias. Hace una semana, luego del paso de las PASO, antepusieron sus intereses personales por sobre sus compatriotas. Priorizaron buscar votos por encima del patriotismo. Y el daño quedará en una economía real erosionada, en una sociedad neurótica y sobre todo en aquel argentino que, ya antes del impacto inflacionario que tendrá agosto, le costaba cubrir sus gastos y ahora estará un poquito peor.
*Asesor financiero de Focus Investment Managment