Si ambos sectores -trabajadores y empresarios- coinciden en que como una vieja práctica del liberalismo en sucesivos momentos de nuestra historia fue la de dividirnos para gobernar sin interferencias, debemos considerar de consistencia estratégica la voluntad y decisión de que asumamos para integrar nuestras voluntades y organizaciones al servicio del país y de la comunidad nacional.
Resulta sospechoso o por lo menos incomprensible por qué los modelos democráticos nunca permitieron la confluencia armónica y equilibrada de las organizaciones gremiales y empresariales en la decisión y ejecución de las políticas de Estado, cuando nada debería ser descartado en la solución de los problemas estructurales y en el marco de las definiciones estratégicas para un crecimiento económico y un desarrollo social sustentable y sostenido por el mismo pueblo y sus instituciones representativas.
Pero también debemos admitir, en primer lugar, que las políticas neoliberales, después de predominar durante muchísimos años, han marcado una profunda grieta en las relaciones sociales, desvirtuando la integración de clases y sectores nacionales en bien del país; y en segundo lugar, que las divisiones y enfrentamientos se producen a partir de las debilidades éticas e ideológicas de muchos dirigentes e instituciones que, también infeccionados por el liberalismo, abandonaron roles y funciones utilizando el poder de las entidades y organizaciones a favor de intereses particulares.
Establecer un compromiso institucional
Frente a ello y como un objetivo a lograr ante el nuevo momento democrático que viviremos durante 2015, es fundamental, en función de los intereses nacionales -que con seguridad muchos compartimos- establecer un compromiso institucional para que, en primer lugar, no nos dividan internamente en nuestras propias organizaciones ni tampoco lo logren entre ambos sectores, que son el reaseguro de crecimiento económico y desarrollo social.
Pero como la realidad con toda su verdad presenta un cuadro de divisiones y enfrentamientos tanto en el plano gremial como en el empresarial (en el cual aparecen innumerables organizaciones divididas y enfrentadas, sobre todo a partir de la posición que sus dirigentes asumen frente al accionar del Gobierno nacional o sus relaciones con las diferentes fracciones políticas que buscan sumarlas a sus propuestas), es fundamental tener en cuenta que:
1. El recambio institucional es importante como consolidación del proceso democrático, pero sin ninguna duda reconocer que el solo cambio de hombres o mujeres en las distintas responsabilidades gubernamentales no es reaseguro para que se produzcan las profundas transformaciones económicas, políticas y sociales que necesita el país.
2. Resulta esencial que la sociedad en su conjunto deje de ser una simple convalidante de las decisiones que tomen los gobiernos de turno, sabiendo que es importante decidir nuestra forma de participación institucional mediante las organizaciones intermedias, ejerciendo el derecho de involucrarnos en las políticas de Estado, que muchas veces responden a intereses especulativos o circunstanciales de grupos o corporaciones y no permanentes al servicio del pueblo y del país.
Desplegar acciones conjuntas
Con base en estos presupuestos, los trabajadores y empresarios deberían desplegar una acción conjunta con el fin de:
• Consolidar las entidades intermedias sabiendo que, además de ejercer la defensa de su sector, deben accionar en forma conjunta en pos de políticas integrales que comprendan intereses y responsabilidades tanto de trabajadores como de empresarios, así como decidir los perfiles productivo y de consumo teniendo en cuenta la idiosincrasia y costumbres de nuestro pueblo y los recursos materiales y la mano de obra del país.
• Restablecer el principio de autoridad en todas las conducciones a partir de recuperar una escala de valores, sustentar las representaciones al servicio de nuestros representados y mantener incólume la decisión de no prestarnos a las divisiones por cuestiones electoralistas.
• Trascender en nuestra misión, donde el trabajo y la producción estén al servicio de un mismo proyecto nacional, convencidos de que la verdadera democracia es aquella que permite la confluencia armónica e integral de las instituciones perfectamente encuadradas como organizaciones libres del pueblo en la definición y explicitación de las políticas públicas.
• Dejar de ser grupos de presión para constituirnos como auténticos factores del poder nacional.
Es de esperar que distintas entidades intermedias de profesionales, comerciantes, cooperativas, etcétera, se sumen a la búsqueda de nuevas formas institucionales que nos permitan decidir juntos los aspectos sustanciales que requiere el país.
Argentina necesita de la participación y el compromiso de todos los sectores, única manera de que el pueblo se convierta en el hacedor fundamental del presente y futuro y donde los partidos políticos vuelvan a ser los instrumentos aptos e idóneos para sumarse a un cambio de época en democracia.
* Arquitecto. Miembro de la Comisión Directiva del Foro Productivo de la Zona Norte (FPZN)