Tomás Bulat, economista invitado por el Banco Columbia, considera que las malas expectativas de los sectores de mayor consumo pondrán un techo a la reactivación del mercado interno.
A poco de finalizar el primer semestre del año, la economía nacional se enfrenta a un escenario de incertidumbre, como hacía varios años no se veía. Consultado por Comercio y Justicia en su paso por Córdoba –invitado por el Banco Columbia-, el economista Tomás Bulat –consultor y analista en medios especializados- evaluó que los incrementos en los sueldos de los asalariados formales no serán suficientes para reimpulsar el consumo y que el tipo de cambio oficial es clave para que la economía nacional no caiga en recesión.
– ¿Cómo evolucionará el consumo interno en el segundo semestre del año?
– La economía no es una ciencia exacta y depende de muchas variables. Siempre tratamos de usar la historia y proyectar. Lo que pasa normalmente en Argentina es que los primeros semestres suelen ser un poco mejores que los segundos porque en el sector externo vinculado con la producción de soja el segundo trimestre es el período de movimiento de la cosecha, se mueve el interior y hay un ingreso fuerte de divisas.
El segundo semestre a veces sí tiene una recuperación importante en el consumo por el lado de los aumentos de sueldos que se obtienen en las paritarias. Pero éstos implican también subas de los costos empresariales: la empresa tiene un aumento de costos que tiene que trasladar, independientemente del escenario.
Para ser franco, espero un segundo semestre más complicado que el primero, no más tranquilo. Pero la situación internacional va a ayudarnos. Europa, es cierto, no va a estar mucho peor que lo que está ahora. Estados Unidos estará mejor, al igual que Brasil, que está poniéndose más competitivo gracias al real, está creciendo más y la perspectiva es que le vaya mejor en el segundo semestre, lo cual es bueno para nosotros. Y América Latina en general va a estar muy bien.
En Argentina, una de las cosas que marcan mucho el consumo futuro tiene que ver con las expectativas. Y éstas están siendo pinchadas, sobre todo las de la clase media para arriba, que es el sector que más consume. Entonces, si bien va a haber un efecto positivo por el aumento de sueldos, me parece que no se va a trasladar tanto al consumo por este nivel de desconfianza que hay. La gente ya se endeudó, ya compró su plasma, ya renovó su auto y Argentina no tiene un mercado tan grande como para permanentemente seguir haciéndolo. No veo un escenario de reactivación en el segundo semestre.
– ¿A dónde irán entonces esos mayores ingresos de las familias?
– A compensar aumentos de impuestos provinciales. También hay que ver con cuánto se lleva el impuesto a las Ganancias. El mínimo no imponible aún no se subió, por lo cual muchos de los aumentos se los va a quedar el Estado, al menos una parte. Hay que ver cómo impacta el aumento tarifario, eso también va a quitar poder adquisitivo. Y la propia inflación es otro factor importante.
Otro aspecto es que la clase media, cuando se asusta, compra dólares. Y antes, comprar un dólar llevaba 4,50 pesos; hoy, 5,50 pesos, por lo que también pierde poder adquisitivo. Entonces, con esta combinación, la ganancia que tengan los asalariados va a ser compensada por estos factores.
– ¿Cómo proyecta la evolución del dólar, tanto el oficial como el paralelo?
– ¿Cuál es el principal problema de Argentina? Tener 24% o 25% de inflación. El resto de América Latina tiene 4% o 5%. Entonces estamos 20 puntos por encima de inflación todos los años.
Para mantener la competitividad con el resto de los países latinoamericanos, nuestro tipo de cambio tiene que devaluarse, al menos, 20% más rápido que el del resto. Lo que pasó en los últimos meses es que todas las monedas latinoamericanas comenzaron a devaluarse también más rápido: el real, 12% en los últimos 30 días; el peso chileno se devaluó 5%; el peso colombiano, que venía revaluándose, se devaluó 2%; y aún el sol peruano se devaluó 1%; también Uruguay devaluó más de 2%.
Entonces, lo que termina pasando es que no sólo tenemos más inflación -lo que obligaría a tener una devaluación más rápida- sino que, para colmo, ahora se devaluaron las monedas latinoamericanas, con lo cual hay que compensar la devaluación propia más la de ellos, sobre todo la de Brasil. Por lo tanto, el tipo de cambio de equilibrio en estos últimos 60 días se movió, y creo que está en 5,50 pesos o 5,60. Y ése es el piso que está tocando el “blue”. El techo de 6,15 fue muy alto y está bajando. Es racional que su piso esté ahí.
Con respecto al dólar oficial -el valor lo va a manejar el Banco Central, depende de la recesión que quiera tener: mientras más cerca esté de 4,50 pesos, más recesión tiene Argentina; mientras más cerca esté de 5,20 pesos, menos recesión tendrá el país. El Gobierno tendrá que verlo: si quiere más recesión y dólar más fuerte o menos recesión y dólar más débil.