La realidad, única verdad
Hoy el presidente Milei encarna sin duda alguna la figura del adelantado, que -como claro integrante de las fuerzas de ocupación que abiertamente ya operan en Argentina- ha avanzado despiadadamente en su misión de desmantelar el Estado nacional y crear las condiciones propicias e indispensables para dejar el país y al pueblo argentino en la condición de máxima indefensión, destruyendo su poder adquisitivo y de consumo, como la de desmantelar el funcionamiento de todas las entidades y organizaciones del trabajo, la producción, el educación, la salud, la cultura, el comercio, etcétera, cercenando derechos y garantías constitucionales.
Estamos comprobando que -ante estas claras y manifiestas atribuciones autocráticas concretadas e institucionalizadas como propias de una dictadura- los gobernadores, diputados y senadores nacionales, así como los máximos dirigentes de las coaliciones, simulan tener dudas o no comprender que a Milei ya no le resulta fundamental que el 25 de mayo se concrete o no, según su famosa convocatoria, un pacto, porque todo el avance destructivo -así como los que pueda aún emprender- los consigue por medio del juego del “toma y daca”, en claras y espurias negociaciones.
Si le llegan a faltar decretos que profundicen aún más el descalabro político, económico y social que gracias a la herencia recibida -que de ex profeso él mismo instrumentó- utilizará nuevos DNU.
Esto mismo se los dice a todos en la cara aunque la oposición dialoguista -como si no escuchara- sigue con sus necias negociaciones -pretendiendo confundir al pueblo- cuando en el fondo busca minimizar o “justificar” los apoyos que claramente le brindaron a Milei para que hoy maneje el poder absoluto del Estado.
Esto nos confirma que la decadencia y la estupidez siguen acopladas a la política de partidos inexistentes ya que en el fondo conforman corporaciones al servicio de intereses personales, consolidando el régimen culpable de la actual crisis política, económica y social.
Lo más significativo de esta oprobiosa realidad es la defección de los descendientes de las últimas vertientes nacionales que nos legó Yrigoyen cuando claramente expresó: “No me preocupa tanto el arribo de los que nos invaden como la traición de los que, declarándose argentinos, les abren la puerta” y cuando Perón, en 1973, dijo: “No regresé a la Argentina para subordinarme a la dependencia sino para luchar por la liberación nacional”.
Las movilizaciones del pueblo organizado
Esta triste realidad también nos pone en evidencia el propósito alcanzado de quienes, a partir del golpe de 1976, nos embarraron con las imbecilidades neoliberales que obraron a favor de supuestas diferencias ideológicas, aunque su estrategia era destruir cualquier propósito de encontrar las coincidencias esenciales en el pensamiento y en la acción que posibiliten constituir un mismo frente de unidad nacional.
Ello habría permitido que los diferentes ámbitos del quehacer nacional, las distintas entidades, y organizaciones sectoriales y sociales, que representan a una misma comunidad organizada, nunca se hubieran separado y -mucho menos- olvidado de que “nadie puede realizarse en una sociedad que no se realiza”.
Esto le permite al actual adelantado que ocupa el Poder Ejecutivo Nacional jugar justamente con esta circunstancia, atacando en distintos momentos a los diferentes espacios del quehacer nacional, perjudicando no sólo tanto las funciones como los servicios que realizan en beneficio del pueblo sino dejando en la calle a miles de trabajadores, técnicos y profesionales que terminan engrosando las filas de los millones argentinos que, sin perspectivas de un futuro digno, hoy padecen el desamparo y la negación a un futuro con crecimiento económico y desarrollo social, sostenidos en el tiempo.
Es muy posible que el porcentaje de votantes que le permitieron a Milei asumir como presidente siga siendo importante porque, a decir verdad, muchas de las políticas llevadas a cabo las anticipó en su campaña, aunque hoy muchos sectores sociales y juveniles que lo votaron ven caer sus sueños de terminar con la decadencia de una clase dirigente vieja en su ideología e injusta en lo social, cuando con perplejidad y dolor ven a su líder negociar con parte de ella, aun con aquellos que trató de “traidores, coimeros y ratas”, confirmando que la política de esta partidocracia sigue indefectiblemente contraria a los intereses del pueblo argentino.
Por lo tanto sigue siendo -hoy más que nunca- imprescindible conformar un frente político, sectorial y social, en el que se limen las diferencias y se consoliden las coincidencias que seguramente estarán concentradas en recuperar una Argentina de trabajo digno, de producción y de avance tecnológico, como de manifiesta convicción soberana, para instrumentar imperiosamente un plan de emergencia que ponga a todos los argentinos en la tarea ineludible de trabajar y producir lo que necesitamos como país soberano decidido a conseguir un futuro y trascendente destino.
Esto nos exige no sólo derrotar las políticas lesivas del poder Ejecutivo nacional, sino de trabajar bajo el criterio de consensuar un proyecto de país que recupere el prestigio perdido, que dignifique a los argentinos marginados y exponga en plenitud todas las potencialidades humanas para que aprovechando nuestros recursos estratégicos conformemos un Estado ennoblecido en sus funciones, valores y virtudes que nos permita sumarnos a un nuevo orden mundial multipolar, sin primacías ni obsecuencia a ningún imperialismo.
Necesidad de generar un nuevo movimiento nacional
Para encarar tamaña tarea de liberar al país de las fuerzas de ocupación que claramente buscan encadenarnos definitivamente a las decisiones de los imperialismos que durante cientos de años lo intentaron infructuosamente, es fundamental la creación de un nuevo movimiento nacional que, tomando las banderas de la última vertiente nacional de Yirigoyen y Perón, encaremos una profunda renovación de dirigentes probos y acoplados a un nuevo desafío, que es la construcción de una comunidad organizada e integrada a un proyecto nacional común como motor movilizador de las energías argentinas.
Es muy posible que se profundice un vacío en cuanto a sectores de nuestra sociedad, que -adormecidos por los cantos de sirenas- no hayan comprendido que la nobleza, la fuerza revolucionaria y la moral de la política está en el pueblo argentino y que al margen de defecciones dirigenciales o por más que cambiemos de líderes, debemos posicionarnos de que somos descendientes de los argentinos que lucharon y regaron con su sangre el territorio nacional y de países hermanos, cobijados bajo el coraje y el sable de la independencia nacional del General José de San Martín.
Como clara diferenciación de esta gesta patriótica a partir de decisiones exclusivas del presidente Milei, ignorando a los demás poderes del Estado como a los gobernadores y a las diferentes expresiones sectoriales de la sociedad argentina, ha permitido el despliegue de fuerzas y diferentes organismos dependientes del Gobierno de los EEUU, para el control de ríos, mares y territorios, como la instalación de bases militares y radares, hechos que nunca expresó en su campaña. Al mismo tiempo, frena la construcción del reactor argentino Carem y cancela el proyecto de Atucha III que tiene financiamiento chino, desmantelando de este modo la política nuclear argentina.
El pueblo argentino nació, creció e hizo carne su lucha por nuestra Patria tomando la decisión de no aceptar jamás vivir como esclavos de poderes e intereses que hoy pretenden imponernos el destino de ser una colonia que cubra sus necesidades de recursos, como de consistencia geopolítica frente a las implicancias de un nuevo orden mundial multipolar, del cual el BRICS es una de sus expresiones organizativas a la que había sido invitada Argentina y qué Milei rechazó.
(*) Ex ministro de Obras Públicas de la Provincia de Córdoba
“Si el ‘pacto de mayo’ se realiza y desatiende los padecimientos de la sociedad que es arrastrada a la degradación y a la inanición, si niega el consenso para conformar un Proyecto Nacional bajo los ejes emancipadores de 1810 y sólo persigue el déficit cero gracias a la exacción y el ultraje al consumo interno, al trabajo digno, a la producción relevante de un nuevo perfil industrial y tecnológico como a la felicidad del pueblo, Argentina será nuevamente colonia y los imperios en decadencia caminarán sobre sus ruinas”.
Exelente