Una nueva cooperativa, formada por vecinos de la zona desocupados, realizará los trabajos a partir de abril. Un ejemplo de rapidez y eficiencia en la respuesta a necesidades sociales enpequeñas comunidades, articulada entre Estado y sociedad.
Por Javier De Pascuale / [email protected]
Con el regreso de la estabilidad climática y la provisión de energía eléctrica a los barrios que fueron afectados por un gravísimo temporal, que el pasado fin de semana dejó el saldo de un muerto y decenas de evacuados en Mendiolaza, volvieron los reclamos de obras de infraestructura básica para los barrios más carecientes de esa localidad.
Una postal repetida en todas las poblaciones satélites de la ciudad de Córdoba, que crecieron como hongos en los últimos veinte años sin que la llegada de nuevos habitantes estuviera acompañada de la provisión de servicios básicos.
Lo que no esperaban los vecinos de Mendiolaza –y mucho menos el autor de esta crónica– era que ayer mismo se pusiera en marcha la solución definitiva en materia de obras de desagües y de provisión de agua potable para las zonas afectadas, fruto de un acuerdo entre una oficina del Estado nacional y las organizaciones de vecinos, que promete un ansiado nunca más al drama social que vivió el pueblo desde las primeras horas del viernes.
A pocas horas del fuerte temporal de agua, viento y granizo que causó la muerte de un hombre de 33 años -quien fue llevado por la corriente mientras buscaba una garrafa de gas para su vivienda-, los vecinos despertaban el lunes de una pesadilla que cambió el paisaje de la localidad.
Árboles caídos, arrancados de la tierra y con las raíces expuestas; un puente destruido y el arroyo que cruza el pueblo con signos evidentes de haber multiplicado por seis su caudal habitual; desmoronamientos de tierra, lodo en las calles, animales muertos por la piedra, techos de viviendas levantados, vidrios rotos… el paisaje del paso de un huracán centroamericano, sólo que a 30 minutos de la capital cordobesa.
Allí, en medio de esa realidad, sobre la media mañana de ayer se notaba fuerte movimiento en el barrio El Perchel, uno de los más afectados, habitado por trabajadores, empleadas de casas de familia y desempleados. Es que estaban presentes funcionarios nacionales y municipales, además de grupos de vecinos, rubricando un acuerdo que promete poner fin al anegamiento histórico del barrio y a las necesidades de provisión de agua potable, ausente en la zona ya que la mayoría de las casas toma agua de pozo, hoy contaminada por la densidad poblacional y la falta de cloacas.
Al medio del grupo, Víctor Hugo Ruiz, funcionario de la Comisión Nacional de Tierras (CNT), explicaba a los vecinos presentes, con paciencia docente, cómo actúa el Gobierno nacional en estos casos, según un modelo que combina ayuda mutua, autoconstrucción, soporte financiero nacional y soporte logístico local, todo inserto en un círculo virtuoso de producción social del hábitat en el cual Estado y sociedad civil combinan esfuerzos para resolver necesidades básicas de las comunidades.
Parece mentira, pero la realización de obras públicas locales a partir de acuerdos entre diferentes niveles de gobierno, que requieren la conformación de empresas de economía social constituidas por desempleados y, por lo tanto, el uso de instrumentos de educación popular que enseñan a la gente a emprender colectivamente, no exige necesariamente un tiempo extra o superior al que importa el llamado a una licitación privada. En el caso de Mendiolaza las gestiones se iniciaron en diciembre pasado ante la CNT, que funciona en ámbitos de la Jefatura de Gabinete de la Nación, y a los 60 días “la organización vecinal logró el compromiso del Gobierno nacional, el del Municipio y la conformación de la cooperativa de trabajadores que llevará a cabo la obra, enteramente constituida con personas desempleadas de la zona”, según relata a Comercio y Justicia el dirigente vecinal José Pereyra, uno de los “magos” que logró en pocos días lo que Mendiolaza reclamaba desde hacía años. Pereyra fue candidato a intendente en los últimos comicios por el Partido Solidario, pero mantiene un buen diálogo con el actual intendente Daniel Salibi (UCR), quien apoyó la iniciativa desde el inicio.
Ramón Ortega se llama el presidente de la flamante cooperativa de trabajadores que a partir de abril pondrá en marcha las obras de desagües en El Perchel. En diálogo con este diario, el trabajador confirmó que “es la primera vez que nosotros formamos parte de una cooperativa, pero entiendo que es mucho mejor que trabajar en relación de dependencia”; se muestra satisfecho por el apoyo municipal y nacional y advierte que “ya hay que ir buscando otras obras en las que trabajar, ya que (las de) los desagües durarán unos pocos meses”. La nueva empresa social está formada por diez desocupados, se llama Sayana, tiene su domicilio social en El Perchel y se ofrece a realizar trabajos varios.
El periodista aún no puede creer lo que está viviendo: fue a hacer una nota sobre “Mendiolaza en el día después de la tragedia” y terminó hablando de creación de puestos de trabajo, nuevas empresas sociales, articulación Estado-sociedad, acuerdo de gobiernos de diferente extracción política y rápida respuesta a históricas necesidades sociales. “No hay mal que por bien no venga”, dice el refrán; así debe ser, piensa el autor de esta crónica.