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Mediación y liderazgo: otras miradas, nuevas preguntas

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Por Mariú Biain (*)

Una de las características que tiene la mediación en nuestra provincia es que su ejercicio no está restringido a los profesionales de la abogacía sino que contempla todas las profesiones que cuenten con un título de grado en carreras con cuatro años o más de duración. 

¿Cuáles son las ventajas de este ejercicio multidisciplinario? Podríamos decir que la gestión de los conflictos en general se enriquece cuando se los aborda desde varias miradas y también cuando se hacen preguntas e intervenciones desde diferentes lugares. Cada vez que pienso en un conflicto, en cualquiera, me viene a la mente la parábola de los ciegos y el elefante. Debería suponer que ya es conocida por todos, pero como nos enseñó la conductora nacida en Villa Cañás, “el público se renueva”, así que aquí va.

Érase una vez un grupo de ciegos que escuchó sobre un extraño animal llamado elefante, el que había sido llevado al pueblo, pero que ninguno de ellos conocía en cuanto a su forma. Entonces se dijeron que debían ir a inspeccionarlo. Así el primero tocó la trompa y lo describió como una serpiente gruesa. Otro, cuya mano se topó con la oreja, afirmó que parecía un abanico. El que puso la mano sobre la pata dijo que el elefante era como el tronco de un árbol. El ciego que sintió su cola, lo describió como una cuerda. El que acarició el colmillo lo asimiló a una lanza. 

La parábola tiene diversas interpretaciones y lecturas. La que prefiero es que cada quien describe el conflicto (o también la mediación) desde donde lo ve (o lo “toca”) y que todas las miradas o percepciones nos resultan enriquecedoras porque complejizan y aportan diversas maneras de abordarlo.

Ahora bien, cuando el liderazgo se suma a posar la mirada sobre la mediación inmediatamente nos preguntamos qué puede aportar. No nos cabe duda de que las enseñanzas del liderazgo en ambientes como el empresarial, el de los negocios, la política, desde hace muchos años se vienen adoptando y aplicando y cuentan con numerosas historias de esas que inspiran (recordemos, por citar un solo caso, el de Steve Jobs). 

Sin embargo, si tenemos presentes los principios y fundamentos de la mediación pareciera que la misma palabra líder/liderazgo podría entrar en contradicción con ellos. Recordemos que la literatura sobre mediación habla de quien media como de alguien que debe cultivar un perfil bajo, la humildad, ya que las verdaderas protagonistas de la mediación son las partes, a quienes hay que acompañar en el abordaje del tema que las trae a mediación y tratar de asistirlas en la búsqueda de posibles soluciones que podrían llegar a quedar plasmadas en un acuerdo. 

Hace un tiempo que venimos conversando en diversos encuentros acerca de la literatura o la bibliografía que nutren la formación básica y la continua. Mucha de la cual viene de antes de la existencia de la telefonía celular, o de antes de la existencia de Internet, la mayoría de antes de la ley de matrimonio igualitario en nuestro país y ninguna incorpora el tema de la inteligencia artificial. Dicho sea de paso, el mediador mendocino Antonio Tula ya está usando la inteligencia artificial como herramienta en las mediaciones familiares. 

Ante esta realidad cambiante, dinámica y compleja, no está de más recordar que liderazgo no es “mandar” o decir qué hacer sino más bien inspirar. Que el liderazgo es una nueva forma de observar e intervenir en la realidad, realidad que nosotros mismos generamos de acuerdo a nuestras propias percepciones. Entonces tomando estas premisas y aplicándolas a la mediación, habría muchas preguntas que nos podemos hacer: ¿cómo proceder ante un conflicto en estos tiempos?, ¿qué se espera de los mediadores?, ¿qué podemos ofrecerles a las partes, a la sociedad?, ¿qué esperan las partes que hagamos los mediadores?, ¿qué esperan los abogados de nosotros? 

Entre la “mediación de libro” y la que podemos llevar adelante cotidianamente nos estaría faltando reflexionar. Qué queremos hacer en cada mediación y cómo lo queremos hacer. El qué y el cómo son dos de los temas que la disciplina del liderazgo apuesta a esclarecer. 

Ya para terminar, otra historia. La de un granjero cuya productividad era baja y que le pregunta a un sabio qué hacer. Éste le escribe en un papelito la respuesta, lo guarda en una cajita y se la da al granjero diciéndole que recorra todos los días, tres veces al día, su granja con esta caja en las manos. Dicho y hecho. El granjero hizo lo que le dijo el sabio y su productividad aumentó, por lo que cuando lo volvió a ver le pidió seguir en posesión de la cajita. El sabio, riendo, le dijo que podía quedársela. El mensaje del papelito decía: “Si quieres que las cosas mejoren, dales seguimiento”.

El rendimiento de la granja había mejorado porque al recorrerla tres veces por día el granjero pudo escuchar a los trabajadores, apoyarlos, reconocerlos y corregir entre todos lo que no funcionaba. 

Aquí que cada quien saque sus conclusiones de a qué debería darle seguimiento. Creo que leer todos los días sobre mediación (15 minutos diarios son 10 páginas que completan, en un año, unos 18 libros de 200 páginas cada uno, ¡no digan que no se los dije!), nos pueden llevar no sólo a reflexionar sino también a escribir los libros que hablen de la mediación que estamos llevando adelante, de la que queremos y de la que soñamos. 

Por último, quienes tengan interés en profundizar cómo sería una mediación con base en la disciplina del liderazgo, sugiero la lectura de Mediación y liderazgo de Lucrecia Gambone, de reciente aparición.

(*) Abogada, mediadora, formadora de formadores

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