lunes 4, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Mediación familiar

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Por Marta G. Gelfi / Lic. en Psicología – Mediadora con especialización en Mediación Familiar

Al Centro de Mediación del Poder Judicial llegan todos los días, derivadas de las Asesorías de Familia, múltiples familias en crisis con situaciones que les generan muchos sufrimientos y angustias, generalmente difíciles de dirimir, en búsqueda de una ayuda que les permita organizar esta nueva situación de vida con justicia y equilibrio y plasmarlo en un acuerdo, comprometiéndose en su cumplimiento.

La vida de las familias transcurre con períodos de estabilidad y también de cambios y en este devenir en el que se van construyendo, ocurren situaciones que a veces conducen a la pareja fundadora a separarse, ya que sus integrantes sienten que la convivencia los está destruyendo y perjudicando gravemente a sus hijos. Esta situación genera mucha angustia, tristeza y temor a los cambios a toda la familia. Si bien la pareja deja de convivir, deberá seguir ejerciendo su función de padres el resto de sus vidas.

La separación de los padres transforma la vida familiar; los hijos ven tambalear la seguridad y confianza que les generaba ver a papá y mamá juntos, se sienten abandonados, sienten la pérdida de su estructura familiar y deben acomodarse a una nueva organización. La resolución de esta crisis familiar es directamente proporcional a la capacidad de los padres de generar acuerdos.

El primero que deberán hacer, aún en convivencia, cuando hayan tomado una decisión firme, es cómo presentarán a los hijos su separación. Deben ser muy cautos en su comunicación: los hijos recordarán por mucho tiempo lo que les digan y también lo que les dejen de decir; tendrán que explicarles el significado de la decisión tomada para la familia, adecuada a las edades de los niños, haciéndoles saber que no son responsables de nada, que son lo mejor que les dio la vida, que los aman por sobre todas las cosas, que seguirán siendo padre y madre siempre y que esta decisión va a generar tristeza a todos, pero que también todos van a esforzarse para enfrentar esta crisis y poder salir de ella con el menor costo posible hasta lograr construir y afianzar una nueva organización familiar. Si los papás pueden lograr este primer acuerdo, comunicándose con sus hijos adecuadamente, podrán mitigar de algún modo el dolor y el sufrimiento que implica este proceso por el cual debe transitar toda la familia.

Deberán convenir cual de los papás permanecerá mayor tiempo con los niños, determinando así quien tendrá la guarda de los éstos; los tiempos y la modalidad que el progenitor no conviviente mantendrá el contacto con sus hijos. Cada padre asumirá la responsabilidad de la organización hogareña durante el período que los niños permanezcan con cada uno de ellos. Además, deberán acordar la contribución en dinero para la crianza de los niños. Este acuerdo sobre alimentos, asunto sobre el cual ambos progenitores son responsables según su capacidad laboral y demás circunstancias de sus vidas, representa para los hijos el apoyo e interés del padre no conviviente por su bienestar y crecimiento y si logran un acuerdo de buena fe, evitarán que los hijos sientan también inseguridad económica.

Muchos padres logran estos acuerdos, organizando las relaciones post-separación, de modo tal que los hijos se movilicen en forma cómoda entre ambos, mientras que muchos otros lo hacen sin incluir la mutua colaboración en la crianza de los niños, fomentando hijos sobreadaptados, parentalizados, infantilizados o sobrecargados.

Los acuerdos, conjuntamente con la aptitud para el diálogo y colaboración, crean en la familia un clima de estabilidad y flexibilidad que permite acompañar el crecimiento y los cambios en la vida de todos, generando calidad de vida de hijos y padres. Si esta comunicación es fluida y comprometida, los convenios no permanecerán rígidos, se irán adaptando a las necesidades de los hijos y posibilidades de los padres.

En la generación de los acuerdos mencionados, mediante distintas técnicas y estrategias, trabajamos los mediadores familiares del Centro Judicial de Mediación, en un contexto donde cada papá y mamá tiene la opción de la comunicación, de hablar con franqueza y escuchar con apertura, en un diálogo centrado en el bienestar de los hijos, para lograr, sin delegar su poder de decisión, resolver el modo de cooperación de ambos en la crianza y educación de sus hijos en esta nueva organización de la familia.

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