Por Alejandra Ruiz *
La influencia de Sally Pope en lo que Folger denomina la segunda generación del modelo transformativo tiende a otorgar mayor valencia al fortalecimiento y la autodeterminación de las partes que al reconocimiento y revalorización que propugnaba desde la promesa de mediación, tal como también sostiene Madrid Liras.
La diferenciación como paso previo a la integración es algo que también utilizamos en el Modelo ARIA de la Diplomacia Ciudadana presente en nuestros Talleres de Simulación. Una de las preocupaciones cuando aplicamos dicha técnica es cuidar el proceso mediante el cual salimos de recriminaciones mutuas y posiciones extremas a la posibilidad del encuentro. Normalmente ello se produce mediante el reconocimiento y la revalorización. En esta nota nos proponemos ahondar en la capacidad para gestionar los conflictos que implican el fortalecimiento de las partes y la autodeterminación para salir de él de manera constructiva; que de una u otra forma se encuentra presente de manera implícita y constituye el horizonte simbólico del juego. A los fines del presente las partes son aquellas designadas en el juego de roles dentro de la modelación de realidad prevista.
En los distintos encuentros educativos con diferentes diseños, los Talleres de Simulación ofrecen la oportunidad de vivenciar e incorporar las emociones que generan estas prácticas en sus destinatarios, siendo siempre el resultado un producto único, tal como lo son las personas que participan de ellos. Sin embargo, una característica que se mantiene es el interés por contar con herramientas prácticas a fin de manejar la conflictividad en la vida cotidiana. Cuando además podemos trabajar con tomadores de decisión principal (llamada así por su grado de influencia en la cosa pública), aparece aún más la cuestión del manejo del conflicto que conlleva la búsqueda de apoyos y la generación de consensos. Claro está que la calidad del decisorio es un componente central de la conflictividad (que no será abordado en este artículo).
Las sociedades permanentemente conflictuadas de manera más o menos violenta encuentran obstáculos para potenciar su desarrollo; de allí que numerosos marcos teóricos abordan la problemática de la gestión de conflictos vinculadas a la gobernabilidad, paz y desarrollo. Aquí es donde nuevamente cobra importancia la autodeterminación de las partes de querer salir del conflicto.
Las prácticas democráticas requieren de espacios de diálogo, de posibilidad de diferenciación, oportunidad de ventilar el conflicto, pero y también, de crear consenso para salir del debate in fine y construir acuerdos. Y entonces surge la necesidad de re-crear esos espacios para poder interactuar y los talleres de simulación ofrecen esta oportunidad. Recordemos que la simulación, según distintos autores, es el proceso de diseñar un modelo de un sistema real para poder experimentar en él y aprender su comportamiento. Es un ejercicio de escritorio que recrea una situación hipotética y potencialmente real. Abreva en la Teoría de los juegos. Los talleres de resolución de conflictos con herramientas de diplomacia ciudadana se encuadran dentro de lo que se conoce como “problem-solving” o “solución de problemas”, en donde los invitados saben anticipadamente que su participación está destinada a la búsqueda de soluciones compartidas.
Muchas veces se logra incorporar la noción de socios en conflicto, siendo dicho término el aglutinante de los aspectos que tienen en común las partes. Y el rol del facilitador del encuentro es el de presentar las herramientas del campo de la gestión y solución de conflictos guiando y confiando en la apropiación que harán las partes para poder transformar la relación conflictual. Escuchando, facilitando el proceso conversacional.
La puesta en común y evaluación implica revisar todo el proceso, y quienes participan habitualmente buscan la posibilidad de replicar las herramientas en sus espacios y de allí el “efecto mariposa”: por pequeño que sea el cambio, las potencialidades son muchas en relación con los métodos adecuados de resolución de conflictos para la pacificación social. Paz no entendida como mansedumbre (concepto que abre un gran espectro teórico), sino aquella que privilegia una interacción humana de encuentro y diálogo. La emoción predominante al realizar el cierre siempre se orienta a la esperanza, al deseo de construir soluciones compartidas y, por qué no, a abrazar la profesión de mediador.
* Lic. en Ciencias Políticas, mediadora, docente, investigadora UCC