Por María Esther Cafure de Battistelli
El tema propuesto por ONU Mujeres para el Día Internacional de la Mujer es “Ahora es el momento: las activistas urbanas y rurales transforman la vida de las mujeres”. Por la labor de ellas se han producido movimientos mundiales que visibilizan la situación de inequidad en que se encuentran muchas mujeres y que el objetivo de igualdad de derechos para varones y mujeres aún están lejos de lograrse en los hechos no obstante acuerdos internacionales y múltiples leyes nacionales y locales.
Así “Ni una menos”, en Argentina; “Me too”, en EEUU; “Yo también”, en México y España, con reflejos en otros países, convocan a varones y mujeres a luchar para abolir la violencia machista y toda forma de explotación de la mujer, sexual o laboral, a derribar toda forma de discriminación que impida que la mujer alcance su realización personal con toda libertad, en especial, el paradigma cultural patriarcal que sostiene un status de superioridad del varón sobre la mujer.
En este día, todas las mujeres que se encuentran en ejercicio de un poder sobre otras, las educadoras, las funcionarias públicas, las periodistas, las que han sobrevivido a situaciones de violencia, deben comprometerse a ser militantes en esta lucha, desde el lugar en que se encuentren: el hogar, el aula, la oficina, la empresa, en la ciudad o en el campo.
Los derechos de la mujer deben visibilizarse como derechos humanos irrenunciables, hacer conocer el modo de defenderlos, denunciar sin vergüenza y con valentía los abusos de poder y la violencia machista, reclamar el cumplimiento de las obligaciones internacionales asumidas y al Poder Judicial las sanciones oportunas para que la impunidad no obre legitimando lo prohibido. Ello se logra con la prédica constante, con las acciones que se cumplen, con el acompañamiento y asistencia a las mujeres que sufren violencia, con el consejo, con el apoyo económico y psicológico, con la participación en reclamos públicos, con la utilización de los medios audiovisuales y prensa para la comunicación y educación masiva.
No puede dejar de señalarse el foco puesto por ONU Mujeres sobre la situación de la mujer rural. Es verdad que su situación y la violación de sus derechos posee características singulares por el contexto en que se producen, con un fuerte arraigo del paradigma patriarcal y la escasa educación a la que acceden las niñas.
Corresponde que tomemos cuenta de sus problemas,alentar una mejor educación de las niñas, el conocimiento y empoderamiento de sus derechos y la selección de líderes que motoricen la acción.
Confiamos que el 50-50 en el 2030, de varones y mujeres en una situación de igualdad en todos los ámbitos, sea una realidad. Convocamos a los varones a acompañarnos en esta lucha.
* Directora Académica de la Oficina de la Mujer del Poder Judicial de Córdoba y Delegada de la Asociación de Mujeres Juezas de Argentina (AMJA)