Por Andrés R. Martínez * y Emma Bobola ** para The New York Times
El primer ministro Benjamín Netanyahu advirtió el domingo a los israelíes que se prepararan para una guerra larga y difícil.
El anuncio sucedió un día después de que Hamás, el grupo militante palestino que controla la Franja de Gaza, lanzó su mayor ataque sorpresa en décadas.
Israel respondió con enormes ataques contra ciudades de la Franja de Gaza, destruyendo decenas de edificaciones, mientras Hamás seguía lanzando cohetes contra Israel.
Hasta el momento, más de 1100 personas han muerto en Israel y Gaza, según las autoridades, y se espera que el número de víctimas aumente.
Los israelíes se preguntan cómo es posible que su gobierno, su ejército y sus servicios de inteligencia se vieran sorprendidos por un asalto de esta complejidad y envergadura, un acontecimiento sin precedentes recientes.
Hamás comenzó a disparar miles de cohetes el sábado por la mañana, alcanzando objetivos tan lejanos como Tel Aviv y las afueras de Jerusalén, lugares que rara vez reciben impactos directos debido al sofisticado sistema de defensa antimisil israelí, llamado Cúpula de Hierro.
Alrededor de una hora después de los primeros ataques con cohetes, los militantes de Hamás cruzaron a Israel por tierra, mar y aire, según el ejército israelí.
Lo anterior dio lugar a las primeras batallas campales entre fuerzas israelíes y árabes en suelo israelí en décadas.
Los militantes se infiltraron en 22 ciudades y bases militares israelíes y tomaron como rehenes a civiles y soldados, muchos de los cuales fueron trasladados a Gaza. Las autoridades habían informado de la muerte de al menos 700 israelíes hasta el domingo.
Muhammad Deif, líder del ala militar de Hamás, dijo en un mensaje grabado que el grupo había decidido lanzar una “operación” para que “el enemigo comprenda que el tiempo de su violencia impune ha terminado”. Mencionó la ocupación israelí de Cisjordania, que tomó la región durante la guerra árabe-israelí de 1967, las recientes incursiones de la policía israelí en la mezquita de Al-Aqsa, en Jerusalén, y la detención de miles de palestinos en cárceles israelíes.
El recinto de la mezquita de Al-Aqsa, venerado por los musulmanes como el Noble Santuario y por los judíos como el Monte del Templo, es uno de los lugares más disputados de Tierra Santa. “Estamos en guerra y la ganaremos”, dijo Netanyahu en una declaración televisada el sábado, al anunciar que los reservistas militares eran llamados a filas. Se han enviado tanques al sur, lo que ha avivado las especulaciones sobre la posibilidad de que Israel envíe fuerzas terrestres a Gaza. Se ha reforzado la frontera en el norte y los soldados seguían luchando el domingo para expulsar a los militantes de algunas comunidades infiltradas en el sur.
Aviones israelíes lanzaron ataques aéreos sobre Gaza que, según el ejército israelí, destruyeron centros que albergan a militantes de Hamás. Funcionarios palestinos dijeron que un hospital había sido alcanzado, junto con edificios de varios pisos, viviendas y una mezquita.
Hasta el domingo por la mañana, el Ministerio de Salud en Gaza dijo que al menos 413 palestinos habían muerto y 1990 habían resultado heridos, la mayoría dentro de Israel y el resto en el enclave. Desde que Hamás tomó el control de la franja costera en 2007, Gaza está sometida a un asfixiante bloqueo israelí respaldado por Egipto. El bloqueo impide a la mayoría de la población salir del territorio y restringe la importación de bienes, incluidos equipos electrónicos e informáticos que podrían utilizarse para fabricar armas.
El implacable y mortífero conflicto entre israelíes y palestinos ya tiene dos siglos. Los enfrentamientos -incluidos los de mayo de 2021, cuando la policía israelí asaltó la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén, lo que en parte contribuyó a desencadenar una guerra de 11 días entre Israel y Hamás- han dejado miles de muertos.
A veces, el derramamiento de sangre ha sido incitado por Israel, que ha atacado a líderes militantes o ha respondido a protestas. Otras veces, la violencia ha sido desencadenada por ataques de Hamás u otros militantes. En este caso, no hubo ningún detonante evidente, y las agencias de inteligencia y el gobierno de Israel parecen haber sido tomados por sorpresa.
El momento del ataque fue notable, golpeando a Israel en uno de los períodos más difíciles de su historia. Se produjo tras meses de profunda inquietud sobre la cohesión de la sociedad israelí y la preparación de su ejército, una crisis provocada por los esfuerzos del gobierno de extrema derecha para reducir el poder del sistema judicial.
Además, los atentados se produjeron durante la festividadx de Simjat Torá, y casi 50 años después de que las autoridades israelíes fueron sorprendidas cuando las fuerzas invasoras de Egipto y Siria desencadenaron el inicio de la guerra de Yom Kipur.
Netanyahu declaró a primera hora del domingo que la “primera fase” de la respuesta israelí había terminado, al afirmar que las fuerzas israelíes habían repelido a la mayoría de los militantes de Hamás dentro de su territorio. En medio de especulaciones de que Israel se preparaba para una importante invasión terrestre de Gaza, prometió continuar la ofensiva “sin reservas y sin tregua”.
El presidente Joe Biden y otros líderes mundiales condenaron a Hamás -grupo que Estados Unidos clasifica como organización terrorista- afirmando que apoyan a Israel y su derecho a defenderse. Los países árabes, entre ellos Arabia Saudita, han hecho un llamado a la distensión, pero han evitado culpar a Hamás.
El conflicto también pone en peligro un esfuerzo de meses de duración del presidente Biden y sus principales ayudantes para presionar a Arabia Saudita a normalizar las relaciones diplomáticas con Israel, su adversario histórico. Arabia Saudita nunca ha reconocido al Estado judío en solidaridad con los palestinos, pero parecía dispuesta a cambiar de postura.
El enfrentamiento también amenaza con convertirse en un conflicto regional más amplio con Hezbolá, la organización militante chiita libanesa que libró una guerra contra Israel en 2006.
En respuesta a un llamado de Hamás para que los grupos armados de Líbano se unan a sus ataques contra Israel, Hezbolá dijo en un comunicado que estaba “siguiendo atentamente y con gran interés los importantes acontecimientos en la situación palestina”.
El domingo, las fuerzas de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas en el sur del Líbano afirmaron que la situación en la frontera entre Líbano e Israel era “volátil, pero estable”, tras un intercambio de disparos de artillería y cohetes por parte de Hezbolá e Israel a primera hora del día.
(*) Editor sénior del Times en Seúl. Cubre noticias en vivo en Asia. Trabajó para The Wall Street Journal, Bloomberg News y The Monitor.
(**) Reportera radicada en Londres.