ESCUCHARTal como es promesa inicial, comienzo a desandar las calles de nuestra querida ciudad de Córdoba. Es una aventura apasionante. Mucho más si se la transita con ojo alerta.
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Me preocupa sobremanera una placa ubicada en el Cabildo Histórico que textualmente dice: “1749- Gregorio Funes- 1829. Padre de la Patria, consagrole a ésta los prestigios de su pluma y de su verbo incomparables. Prolegisbus, templo, patria, civitate et civibus- Córdoba al primogénito de sus tres hijos más ilustres”.
Ya empieza recorrerme un escozor: si bien admiro profundamente a Dalmacio Vélez Sarsfield y respeto al general José María Paz, me preocupa que alguien haya dispuesto un control de natalidad en la Córdoba de las Campanas para impedir que geste más hijos e hijas ilustres (ese número tres me inquieta).
Pero no cejo en mi empeño; si La Cañada es mujer, y albergó a la Pelada y a otras figuras fantasmales, debo encontrar en las calles a las mujeres de ayer que saldrán a mi encuentro.
Cuando se impone el nombre a las calles, plazas, edificios, se pretende imprimir en la memoria colectiva la importancia y trascendencia de la vida de la persona o del episodio que el nombre evoca.
Todos citan como exacta la frase de Tolstoi “Pinta tu aldea y pintarás el mundo”; si esto es así, ¡qué gran decepción! Los nombres de mujer en las calles de Córdoba representan menos de 4% del total, siempre que consideremos incluidas vírgenes, santas y beatas (3,92% en realidad).
Si de ese total extraemos a quienes tienen reconocimiento eclesiástico, el porcentaje de mujeres que recorren nuestra ciudad se reduce a 2,5% del total de arterias (casi el mismo porcentaje de la riqueza de la tierra que detentan las mujeres: 2%). Ese porcentaje es una decepción inicial por que son muy pocas, pero investigando las estrellas que brillan en nuestras calles encontraremos un elenco fascinante… allí están: lo lograron y todas son extraordinarias según veremos.
Podremos ensayar distintas clasificaciones y no encontraremos la adecuada, porque se trata de mujeres excepcionales que no pueden ceñirse a un parámetro estricto. Podremos decir que del total de mujeres son mayoría las que se destacaron en artes, en número le siguen las vinculadas con la lucha independentista y si a éstas se agregan las vinculadas con la fundación igualan en número a aquéllas. En igual proporción reparten recorridos mujeres científicas y mujeres destacadas por su labor social y solidaria. Y por supuesto hay educadoras y una deportista.
Veremos, sin embargo, un elemento conductor que supera todo estamento: más de 50% de las mujeres son feministas militantes y, evidentemente, todas lograron romper el techo de cristal. Es una maravillosa experiencia asomarse a sus vidas, sin olvidar que muchas otras mujeres merecen también el honor de ser nombradas en las calles de nuestra ciudad.
Nos proponemos compartir lo investigado, en apretada síntesis, y abrir el debate y las nuevas búsquedas en las distintas ciudades.
Las diferentes advocaciones de la Virgen que surcan la ciudad son: Nuestra Sra. De Nieva, la Virgen del Pilar, Nuestra Señora del Carmen, la Virgen de la Merced. Nuestra Señora del Valle, la Virgen de Fátima, Nuestra Señora de Porzuncula, y Santa María.
Podríamos preguntarnos por qué no hallamos a Nuestra Señora de la Peña invocada como protectora por Jerónimo Luis de Cabrera a la hora de la fundación de la ciudad.
Entre las santas se encuentran Santa Juana de Arco (Patrona de Francia), Santa Ana (la madre de la Virgen María), Santa Catalina, Santa Clara, Santa Eulalia, Santa Inés, Santa Lucía, Santa Marta, Santa Rosa, Santa Teresita. Entre las beatas se encuentra Ana María Janer, cuya obra la ha trascendido, según prueba el Instituto de Hermanas de la Sagrada Familia Urgell de Villa Allende, que corresponde a la congregación por ella fundada. Se encuentra también Francisca Rubatto de la Congregación de Hermanas capuchinas, que es la primera beata uruguaya. En esta categoría, encontramos a una cordobesa de “pura cepa” nacida en la Estancia Santa Leocadia, actual Carlos Paz, fundadora de las Terciarias Misioneras franciscanas: María del Transito Eugenia de los Dolores Cabanillas, primera mujer argentina que alcanza el honor de los altares.
Intentando alcanzar el límite de los cielos aparece Carola Elena Lorenzini –aviadora y deportista-. Si bien no fue la primera aviadora argentina fue la primera mujer en obtener el título de instructor de vuelo en América del Sur. Le llamaron la “aviadora Gaucha” o “Paloma Gaucha”. En 1940 unió las catorce provincias de entonces en un vuelo (recorrido que pretendía realizar Myriam Stefford en su Chingolo en 1931).
Vilipendiada por sus contemporáneos, por su osadía, Lola Mora es la única nominada en su disciplina, la escultura. Dolores Candelaria Mora, luego de Vega, escandalizó a la sociedad de su época esculpiendo maravillosos desnudos femeninos que exaltan a la mujer libre, con el mentón en alto y rostro alegre o valiente, con sus senos desnudos, turgentes, elevados, como llevando por delante a las adversidades. Fue la primera mujer escultora argentina. Por ley nacional 25.003/98, el 17 de noviembre (fecha de su nacimiento) fue instituido como Día Nacional del Escultor y las Artes Plásticas.
Nacida en Concepción del Uruguay (Entre Ríos) y “con una firmeza para manejar el arco del violín poco común en una mujer”, como decían sus críticos-, inunda de música la ciudad Celia Torra, violinista eximia, reconocida en el mundo. En 1930 creó la Asociación Coral Argentina y en 1938 animó la creación de la Asociación Sinfónica Femenina. Fue el primer nombre de mujer que se impuso a una calle de su ciudad.
(*) Abogada. Ensayista. Autora del libro Ser mujer en política
