En el órgano especializado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se difundió una investigación sobre la posible evolución en los cinco continentes y realiza además la respectiva evaluación hasta fines del presente siglo.
El tema resulta apasionante y bastante extraño, ya que se aportan sólo los aspectos numéricos de la prevista evolución, pero omiten la indispensable evaluación sobre las consecuencias que puede tener no corregir lo que erróneamente toman como “el curso natural” del proceso durante el presente siglo, aunque en realidad es el resultado del crecimiento anual neto (deducidos los fallecimientos).
Es oportuno recordar al efecto que los primeros 1.000 millones de habitantes del planta demoraron en completarse desde la más remota aparición del hombre en el escenario terrestre hasta el año 1803. Con posterioridad, el ritmo se fue acelerando cada vez más que tras otros 124 llegó al doble, o sea 2.000 mil millones, pero los 7.000 millones se lograron en apenas 83 años hasta el 30 de octubre de 2010, lo cual significa un promedio de 16,6 años por cada 1.000 millones adicionados, aunque los últimos mil se concretaron en el plazo récord de 12,5 años.
En la actualidad, el precitado trabajo considera que entre 2010 a mediados de 2015 -casi cinco años- se habrían sumado otros 300 millones, que implican una muy leve baja en el nivel y, de continuar así, a fines del año 2025, luego de 15,2 años, ya estaríamos completando 8.000 millones de seres humanos a un crecimiento anual de 65,8 millones. A posteriori, la elaboración prevé para el año 2050 (25 años después) se completará una población de 9.600 millones, que supone preanunciar una desaceleración importante con un promedio anual de 40 millones de nuevas vidas (-39,2%).
Pero si se la coteja con la previsión de los restantes 50 años, correspondientes a la segunda mitad de este siglo, sólo se sumará una cifra similar (1.600 millones), que supone una alarmante media de apenas 32 millones por año. La concreción de tal circunstancia significará que los nacimientos se habrán desacelerado en el curso de cien años nada menos que 51,4%.
La evolución de los dos gigantes más poblados
Los lineamientos referidos en forma global requieren hacer un trabajo adicional desagregando de esa problemática no sólo por continente sino por país, en especial para tomar conciencia de la posible trayectoria que mantendrán los dos actualmente más poblados, China e India, que receptan 36,8% de la población mundial. Debe tenerse muy en cuenta que el proceso no es lineal ni general sino que presenta particularidades según sean las características intrínsecas de sus respectivas poblaciones.
En la actualidad, el país con mayor cantidad de habitantes es China: 1.376 millones, y en segundo término se encuentra India, muy cerca: 1.311 millones; pero estiman que para el año 2022 se habrá revertido ese orden pues India habría de llegar a 1.527,5 millones y China sólo a 1.415,5 millones (-7,3%). Las perspectivas indican que esa brecha se habrá de ensanchar cada vez más pues India alcanzará 2.500 millones en 2030 y 2.700 millones en 2050; mientras China, como consecuencia de la política del “hijo único” que tuvo vigencia por 35 años, al llevar la autorización a dos esperan que ayude a mantener, como mínimo, el nivel actual; aunque todavía esta disposición no se aplica íntegramente..
En el futuro más inmediato no habrá variaciones importantes; sin embargo, si no hay cambios en la forma de procrear de las parejas, será indispensable adoptar medidas eficaces pues empezaría a descender velozmente porque los nacimientos pasarían a ser menos que las defunciones. La consecuencia estimada es que si no logran encontrar paliativos eficaces, para fin de siglo la población china se ubicaría por debajo de 1.000 millones.
Se ignoran las eventuales medidas que puedan tomar para resolver esta situación, de otra manera será catastrófico para sus pretensiones de gran potencia. Parece obvio que esto lo conocen en Pekín, aunque la lentitud con que vienen operando respecto de la ampliación para tener un segundo hijo por pareja desconcierta a los especialitas.
La clásica reserva con que manejan los temas relevantes sus gobernantes priva a los analistas de datos esenciales para evaluar los objetivos pero existe la generalizada opinión de que han demorado demasiado en adoptar la medida presuntamente correctiva. En especial, después de alrededor de tres generaciones que debieron acatar forzadamente esa máxima restricción, es de preguntarse cuánto tiempo necesitarán para cambiar actitudes que se han convertido en hábitos de vida nada fáciles de desarraigar.
El escenario africano
La otra área que pasará a revestir máxima importancia es África. En la actualidad tiene una población global de 1.076 millones pero una tasa anual de crecimiento que en este momento asciende a 2,4%, aunque también es muy alto el nivel de defunciones pues la condiciones sanitarias son muy precarias (1,2% anual). Surge así como obvio que este factor, con el correr de los años, ante la adopción más intensiva de métodos sanitarios vigentes desde hace mucho tiempo en casi todo el planeta, irá reduciendo su elevada realidad necrológica.
En ese contexto, los países más poblados son Nigeria, donde actualmente viven 182 millones de habitantes, y Egipto con 91,5 millones pero con una menor tasa de crecimiento vegetativo (1,8%). Al extender el análisis al conjunto de los 48 países que integran ese continente y hacer una proyección hasta el año 2050, se llega a la conclusión de que llegará, con unos 2.850 millones habitantes, a convertirse en el segundo en función de ello e incluso con el colectivo “más joven”.
Nigeria es un caso muy especial que merece la mayor atención ya que se estima que para 2030 su población podrá alcanzar alrededor de 300 millones y que superará 400 millones en 2050 siempre que, como actualmente, no se introduzcan medidas limitantes.
Esa virtual explosión es altamente probable que para el año 2050 le permita desplazar del tercer lugar que hoy ocupa, a Estados Unidos, que a la fecha tiene 322 millones pero también registra una tasa de crecimiento vegetativo muy baja y en continuo descenso, que para 2050 habrá de llegar a “sólo” 389 millones. De allí en adelante el citado país africano se distanciará en forma cada vez más notoria y, por tanto, exhibirá un tercer puesto ya indiscutible que habrá de hacer inamovible desplazando la gran potencia norteamericana a un cuarto lugar.
En lo que se refiere a Europa, frecuentemente mencionada como el Viejo Continente, una serie de países gravitantes -como Alemania, la mayor economía del área- ya ha comenzado a registrar índices negativos de crecimiento poblacional, lo que también se reitera en Bulgaria, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia Rumania, Rusia, Serbia y Ucrania, pero seguramente el resto de países que la integran para el año 2020 exhibirá una situación semejante a la de los precitados.
En consecuencia, su significación relativa dentro del mundo bajo tal parámetro será cada vez más intrascendente.
La realidad argentina
Nosotros estamos insertos en América Latina, donde las dos países con mayor población son Brasil (202,4 millones) y México (113,1 millones), seguidos por Colombia (49,3 millones) y, en cuarto lugar, Argentina (43 millones), según los últimos datos disponibles, mientras la población mundial asciende a 7.300 millones de seres. Ello significa que, en tal sentido, nuestro país cubre apenas el equivalente a 0,59% de aquélla.
Según las diversas proyecciones, hasta el año 2055 seguirá ascendiendo, cada vez más lentamente, hasta llegar a un tope máximo de 58 millones para a partir de entonces “amesetarse” por el término de una década y luego, hacia fin de este siglo, afrontará un lento pero persistente proceso descendente.
La consecuencia será que al llegar al año 3000 la población ascendería a sólo 49,5 millones, es decir -14,7% de su mayor expresión cuantitativa; lo cual implicará para ese lapso de 35 años un promedio anual de despoblación equivalente a -0,42% anual. Dicha circunstancia acarreará también, inexorablemente, un envejecimiento masivo de la población derivada de una tendencia decreciente de nacimientos frente, en el mejor de los casos, al nivel anual constante de defunciones.
En la actualidad, los integrantes del décimo escalón que corresponde a la cima de la pirámide distributiva, concentran 27% del ingreso total, mientras igual proporción del tramo de la base percibe apenas 1,6%; lo que equivale a 16,9 veces menos que aquéllos.
Es importante además destacar que sólo en los cuatro escalones superiores, que cubren 40% de los titulares, recepta 66,7% de los ingresos totales y la jornada semanal es de 44 horas, que se va reduciendo de tal forma que en el más bajo aquélla llega apenas 22 horas.
Ello no es así por deseo de sus componentes sino que, por el tipo de tareas (no calificadas), logran menor convocatoria del mercado.
En el colectivo que abarca la franja que cubre 30% de la base y dispone, en conjunto, de 9,8% de los ingresos mensuales, la jornadas semanales son, en promedio, de 29,7 horas; mientras que en el intermedio (cuarto a sexto) llega a 41 horas semanales y los convierte en titulares de 23,5% del ingreso distribuido.
El ritmo anual actual de crecimiento de la población es de 0,9%. Está compuesta en 25% por los que tienen entre 0 y 14 años inclusive; la segunda representa 64%, que concentra a los que tienen entre 15 y 64 años, siendo potencialmente la que proporciona la fuerza laboral, mientras la tercera, con el 11% restante, agrupa a los de 65 o más años de edad.
Esta última, en el caso de Japón, trepa a 21% y registra el nivel ecuménico máximo (21%); mientras en Alemania e Italia se llega a 20%, en los 19 países que integran la “eurozona” promedian 18% y en Estados Unidos se verifica un registro intermedio de 13%, que está muy por encima del 8% de China.
Del cotejo de tales datos surge que Argentina exhibe todavía una muy buena proporción entre esas tres franjas poblacionales pero, si no se hace nada al respecto para preservarla, irá deteriorándose. ¿Podemos seguir cruzados de brazos?.