lunes 23, diciembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Las patentes más extrañas

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Por Sergio Castelli* y María Constanza Leiva**

Para quienes viven en el mundo de la innovación y la creatividad, a veces resulta muy difícil encontrar un límite. Al dejar volar su imaginación, frecuentemente surgen inventos que terminan siendo patentes hilarantes, de las que haremos un breve repaso:
En 1876, V. A. Gates solicitó la patente de un “protector para bigotes”, consistía en un retazo de caucho vulcanizado, metal o cualquier otro material de forma curva y cóncava, de la que se desprendían dos hilos que permitían que fuera sujetado de las orejas del usuario, todo esto con la intención de mantener impoluto el bigote de los caballeros durante los excesos de las fiestas.
Años más tarde, en 1882, Samuel Applegate, posiblemente un dormilón empedernido, patentó un “dispositivo para despertarse”, se trataba de un conjunto de pequeños bloques de madera ligera, preferiblemente de corcho, los que eran liberados automáticamente cayendo sobre el rostro del durmiente, al tono del despertador. Los bloques caían por su propio peso, lo que ocasionaban un “brusco despertar”, de eso no hay dudas.

En 1896, el James C. Boyle patentó un “dispositivo para saludar”, que consistía en un pequeño aparato colocado en el interior del sombrero de los caballeros. Dicho aparato levantaba el sombrero y lo hacía rotar cada vez que el usuario deseara saludar a alguien. Un invento de lo más extraño pero seguramente con buenos modales.
En 1903 Andrew Jackson patentó un “protector ocular para gallinas”, era algo muy similar a unos anteojos, que contaban con un listón que se ajustaba a la cabeza del animal. Dicha invención tenía la principal intención de proteger los ojos de las gallinas de los intentos de picoteo de las otras a la hora de comer.
En 1982, Lucy Barmby patentó una “máscara para no comer”, con la intención de colaborar con todos aquellos que se encontraban expuestos a la tentación de comer continuamente. “El dispositivo permite respirar y hablar, se bloquea con un pequeño candado y se puede utilizar para combatir los hábitos poco saludables, desde comer en exceso hasta fumar”, se afirmó. Un dispositivo que seguramente sería aprobado por Hannibal Lecter.
Y hace apenas 23 años, en 1996, Brent Farley patentó unos “pantalones de trineo”. Los pantalones incluían un asiento para deslizarse y correas para las piernas y la cintura, de modo de mantenerlo asegurado al cuerpo y preparado para incluir una inyección de adrenalina a cualquier trayecto de la vida cotidiana, siempre y cuando se contara con una pendiente para deslizarse.

Por muy disparatada que parezcan las ideas, una vez que son concretadas y surge una invención lo importante es contar con el asesoramiento especializado para realizar el análisis de la situación y con ello solicitar la protección del invento. Ello le otorgará a su titular el derecho y la exclusividad por 20 años, con lo que quizás pueda obtener importantes réditos económicos… O al menos tendrá la gloria y el reconocimiento moral de pasar a la historia como autor de una invención muy divertida.

* Agente de la propiedad industrial ** Abogado

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