La información sobre la pobreza es tradicionalmente retaceada y no se publican datos anuales sino en forma esporádica, lo cual dificulta la realización de estudios sobre el tema.
El escenario económico mundial es muy complejo y se advierte una notoria reducción de las tasas anuales de crecimiento, incluso en el caso de China e India que hace un par de décadas han venido liderando en forma absoluta dicho proceso. En cuanto a Estados Unidos, si bien registra índices de signo positivo, no son de suficiente relevancia para absorber las sucesivas nuevas incorporaciones de mano de obra derivadas del desarrollo vegetativo, pues a estos efectos se requiere alcanzar 3% anual acumulativo y a partir de 2008 a la fecha las mejores marcas apenas llegan a 1,9%.
En cuanto al área más desarrollada de Europa (Occidental y Central), es por todos conocida la situación que vienen afrontando los países que integran la Unión Europea (UE) a partir del año 2007. Pese al empeño que exhiben, parecen estar bastante lejos de alcanzar una solución satisfactoria por la persistencia indicadores que testimonian la vigencia global de tasas negativas. Se trata de un ámbito en que sus habitantes han accedido a muy superiores hábitos de vida.
Luego de transcurridos más de seis años, una proporción no menor de 28% padece serias privaciones en la cobertura de necesidades consideradas básicas y el fantasma de la exclusión social se ha convertido en una verdadera obsesión que no logra superar. Ello se acentúa debido a que no existen datos fundados que auguren, dentro de un plazo relativamente breve (no mayor de dos años), que esa tendencia pueda revertirse en forma sostenida, sin extender en grado suficiente la comprometida realidad actual.
La Oficina Europea de Estadísticas, organismo especializado con sede en Bruselas, ha aportado recientemente un estudio analítico de la situación y perspectivas con base en datos del año 2008, es decir, cuando la caída generalizada recién estaba en sus comienzos y los especialistas eran bastante optimistas sobre sus perspectivas, luego frustradas por el duro escenario, de cambiar las exigencias de la coyuntura. Esa actitud ha sido rebasada por la vigencia de condiciones inéditas que han excedido largamente en profundidad y extensión temporal las visiones más desfavorables que osaban exponer. Hasta entonces se sabía que en cada decenio siempre había un par de períodos que registraban un menor ritmo de crecimiento, y esa virtual única baja era aceptada como “natural” por los analistas especializados. Pero en esta instancia se dieron circunstancias no conocidas y ahora piensan que esos prolongados descensos irán ampliándose en forma continua, muy probablemente hasta fines de esta década.
Ese nuevo y casi desconcertado enfoque constituye una tácita confesión de sorprendida impotencia que, además, hace aflorar significativas falencias en todas las proyecciones precedentes a 2008. Dentro de la UE se suele concretar 60% de los intercambios de bienes y servicios; mientras que el 40% restante ha tenido como escenario habitual el mercado mundial. Por lo tanto, lo que antes era un factor positivo que garantizaba la permanencia de una elevada ocupación, en la actualidad se ha revertido notoriamente.
Lo que muestran las estadísticas
En primer lugar, debe advertirse que hoy estiman que alrededor de 120 millones de europeos sobre un total de 495 millones – 24,2% del total, correspondientes a los 28 países involucrados- están sufriendo múltiples privaciones y se debaten por superar el inminente riesgo de caer en situaciones bastantes próximas a los niveles de extrema pobreza. En los casos de Alemania y Francia, los máximos líderes de la UE, esa circunstancia, según los datos aportados por el Banco Mundial, en el año 2005 era desde largo tiempo atrás una eventualidad que se consideraba definitivamente erradicada. No obstante, para fines de 2008 tal flagelo alcanzaba 17,6% de los grupos familiares, desplazándolos hacia franjas inferiores caracterizadas por un ámbito de creciente necesidad de cubrir muchas carencias.
Globalmente, en 2009 los más perjudicados abarcaban a 81 millones de personas y admitían que estaban irremisiblemente condenados a vivir en condiciones de pobreza cada vez mas severas (16,5%). Lamentablemente eso no era todo: una escalofriante legión de otros 35 millones de habitantes comenzaron a debatirse en las inminencias de ese temido encuadramiento.
En el desarrollo del trabajo antes referido, emanado de la sección técnica especializada de la Comisión Europea, ésta calculó que los desocupados ya ascendían a unos 20 millones y sólo un año después, en 2009, divulgó que ese total ya era de 23 millones, cifra ésta que aunque a un ritmo más lento pero implacable, siguió en ascenso y al cierre del año 2013 llegaba a 27,4 millones.
Hay casos verdaderamente desesperantes, como el de España. Sobre un total de 47 millones de habitantes, integran la población económicamente activa (PEA) 23,120 millones y permanecen “parados”, por períodos mayores de dos años, nada menos que 6,2 millones, los cuales equivalen a 26,8% de la PEA. El grado de angustia que embarga a la mayor parte de la población es tal que la reciente verificación de una muy modesta tasa positiva (0,6%), que en tiempos pasados hubiese alarmado, pero ante el pasado “clima social”, ahora se toma como un signo de esperanza.
Otro cuadro realmente dramático es el de Grecia, donde los carentes de ingresos treparon hasta cubrir 28,3% de su respectiva PEA, causando el inmediato éxodo de los que habían acudido en búsqueda de mejores expectativas (especialmente los provenientes de la vecina Turquía). Es obvio que prima un nada disimulado temor pues su principal fuente para proveerse de divisas proviene del turismo internacional y las condiciones actuales le han ocasionado una baja de 26% que admiten no se recupera totalmente hasta algunos años después de superada la recesión en EEUU y el resto de Europa.
En otros países del área oriental de ésta, a los referidos no les es extraño todo lo mencionado precedentemente e incluso hay numerosos integrantes que exceden con cierta amplitud el tan temido índice de desocupación de 20%, siendo los más perjudicados Letonia, en el noreste (25,6%), y en la parte sudoriental tanto Rumania (23,4%) como Bulgaria (21,4%).
La falta de recursos suficientes para acceder a los servicios básicos más elementales no exime ni siquiera a los súbditos del “país-líder” Alemania, quinta entre las economías mas poderosas del planeta, donde la situación insatisfactoria y precaria jaquea a 15,1% de su PEA; mientras en Italia, los en tal citación ascienden a 18,7% y en el Reino Unido, a un nada tranquilizador índice de 18,8%. Por su parte Francia, segunda potencia, está en una posición intermedia pues el 13,1% que registra no la exime totalmente del alto riesgo de afrontar ciertas privaciones.
Los pocos países que presentan mejores condiciones relativas de niveles de pobreza dentro del área se alinean detrás de la República Checa, que ostenta el indicador porcentual más bajo (9%); seguida de Holanda (10,5%) y del exasociado de la primera, Eslovaquia, que aparece con 10,9%. La virtual pirámide invertida relativa al cúmulo de carencias revela que 41,2% de los búlgaros las sufre con mucha intensidad y que a sus vecinos rumanos tampoco les va muy bien pues 32,9% de ellos está en la misma precaria condición. En la emergencia son algunos los que todavía han logrado preservar sus propios “paraísos”. En ese aspecto están liderados por el Gran Ducado de Luxemburgo, que registra un índice casi óptimo (0,7%); luego se ubica Suecia (1,4%) y algo más atrás los belgas con 5,6%.
Nuevos escollos que nublan el horizonte
A todo lo antes expuesto, más recientemente se agregan las secuelas derivadas de las desinteligencias surgidas con Rusia a raíz de la situación de Ucrania y la anexión por ésta de la península de Crimea. Ante el apoyo explícito de la UE al gobierno de Kiev, Moscú ha replicado con un embargo que interrumpe totalmente la compra de productos agroalimentarios. El vocero oficial de la Comisión Europea, por su parte, anunció que presentará un formal reclamo ante la Organización Mundial de Comercio por supuesta violación de las normas vigentes.
Rusia no muestra la menor aprensión por lo que pueda suceder y, paralelamente, ha suscripto con China el convenio por 40 años para la provisión de combustibles líquidos y gaseosos, restando envíos al oeste a sabiendas de que ello causa una situación de grave emergencia. En ese contexto, se ha estimado que incluyendo la carne de cerdo y las habituales remesas de frutas frescas, la anulación de compras llegarían este año a 5.252 millones de euros. Ello explica las reiteradas visitas de delegaciones rusas a Brasil y Argentina, como la propuesta de intensificar muy sensiblemente el intercambio para 2015.
El país que ha recibido el mayor impacto ha sido Lituania, cuyas ventas a Rusia han sufrido una merma que hasta diciembre pueden ascender a 927 millones de euros, seguida por Polonia, en que la reducción será 841 millones de euros; en Alemania (595 millones), Dinamarca (377 millones) y España (338 millones), los problemas serán relativamente menores. Lo realmente grave es que el diferendo apunta a prolongarse en el tiempo y las autoridades moscovitas están firmemente dispuestas a cortar lazos que, en cierta medida, habían venido condicionando el tono de las relaciones de intercambio.
Para la UE, la mencionada ruptura se suma a todos los demás problemas que han prolongado la recesión iniciada en 2008 y saben muy bien que tampoco dispondrán, como ha venido sucediendo, de la posibilidad de mantener un flujo significativo de ventas compuesta por productos manufacturados. El referido acuerdo de Rusia con China, por nada menos que 440 mil millones de euros, es un claro testimonio de que aquélla no ha tomado decisiones circunstanciales sino de largo plazo. Esta situación afectará mucho más las economías europeas, que se verán obligadas a reencauzar parte de sus exportaciones -algo que tampoco se logra en poco tiempo…-.