“Cosas veredes Sancho”. Esta expresión, que erróneamente se adjudica al Quijote y que solemos utilizar cuando ocurre a nuestro alrededor y nos causa perplejidad o sorpresa viene como anillo al dedo para referirnos a lo que paso días pasados durante el curso virtual “Ciberfraudes, sextorsión y otros fraudes vía Internet” organizado por el Centro de Capacitación “Ricardo Núñez”, cuando en medio del mismo aparecieron imagines pornográficas que obligaron a su suspensión.
Es que el curso, que se dictaba de manera virtual, y en el que participaban magistrados, funcionarios judiciales, abogados de todo el país, había sido víctima de un ciberataque, tal como lo anunciaron en un comunicado los organizadores en donde expresaron: “Estimados/as participantes de la conferencia ‘Ciberfraudes, sextorsión y otros fenómenos delictivos vía Internet’, a cargo de Franco Pilnik y realizada a través de Zoom: les comunicamos que lamentamos profundamente lo ocurrido, hemos sido víctimas de un ciberataque. Esperamos poder reprogramar la conferencia cuando estén garantizadas las condiciones de seguridad. Saludos cordiales. Equipo Centro Núñez”.
Lo ocurrido está siendo investigado por el Fiscal de delitos informáticos de Córdoba, quien en declaraciones publicadas en La Voz del Interior manifestó: “Hay que desandar lo que ha ocurrido para llegar a los responsables”. Conociendo la capacidad y dedicación del funcionario, no tenemos dudas de que se avocara de lleno a dilucidar lo sucedido. No obstante sostenemos que situaciones así no hay forma de justificarlas, ya que no solo generan inseguridad sino que afectan la ya debilitada imagen que la ciudadanía tiene de nuestro sistema de justicia. Imaginemos lo que debe pensar un afectado por un ataque informático si quienes deben proteger sus derechos e investigar las causas en las que son víctimas, sufren una agresión por la misma vía.
Hay, desde el vamos, una falta de toma de conciencia sobre lo peligroso que se han vuelto los ambientes virtuales hoy en día. Algo que viene de hace tiempo y que el aislamiento social por la pandemia COVID-19 solo visualizó, a la fuerza, algo más.
Los intercambios de datos, las transmisiones, los registros informáticos deben contar con una adecuada protección que va mucho más allá de instalar un antivirus. Decir esto casi es una obviedad, pero parece que no les llega a ciertos sectores de conducción.
El hecho, además de exceder lo imaginable, es sumamente preocupante y grave, no solo por el ataque ensimismo a un acto organizado por el Poder Judicial, —que según lo informado no fue la primera vez que ocurre—, sino porque se produce en un momento en el que se está imponiendo la informatización en la actividad judicial, no solo con la implementación del expediente electrónico, sino también en la realización de audiencias, teletrabajo profesional etc.
Nos preguntamos, por caso, si en el manejo de los expedientes electrónicos, que ahora es la forma de llevar adelante los juicios en todos los fueros que antes se gestionaban por escritos bajo formato papel, se dispone de los recaudos y reaseguros para resguardar toda esa información esencial a la gestión del servicio de justicia.
Somos conscientes de la necesidad de recurrir a la tecnología para modernizar y agilizar el servicio de justicia, sabemos que ese es el camino y defendemos su aplicación. Sin embargo, como ya lo venimos diciendo en distintas columnas, el voluntarismo y la formalidad estadística no alcanzan. En imperioso que se garantice de manera sustancial el correcto funcionamiento del sistema, el que además de ser accesible a los usuarios, debe, fundamentalmente ser seguro.
Volviendo a la frase con la que iniciábamos esta columna, tal parece que el origen literario de la expresión “Cosas veredes” se remonta mucho más atrás del Quijote pero entronca igualmente con una obra capital de nuestras letras hispanas: el Cantar de Mío Cid.
Allí se la emplea cuando Rodrigo Díaz de Vivar le dice a Alfonso VI de León: “Muchos males han venido por los reyes que se ausentan”. A lo que el monarca contesta: “Cosas tenedes, Cid, que farán fablar las piedras”.
Dicha expresión original “cosas tenedes”, con el tiempo evolucionó llegando a la actual “cosas veredes”, para significar perplejidad o sorpresa sobre las cosas que ocurren a nuestro alrededor.
A pesar de los ocho siglos que nos separan de cuando fuera puesta por escrito por vez primera, en castellano antiguo, conserva su actualidad. Tal como la frase que provocó esa contestación. Una gran verdad del Cid. Muchos males provocan los funcionarios que, aun de cuerpo presente, parecen ausentes de sus deberes.
(*) Abogado. Doctor en Ciencias Jurídicas.
(**) Abogado. Doctor en Derecho y Ciencias Sociales.