ESCUCHARPor Luis Carranza Torres* y Carlos Krauth **
“Pobres de los países que pelean sus guerras como partidos de fútbol y sus partidos de fútbol como si fueran guerras”, se dice que dijo Winston Churchill -pero no nos consta palmariamente-. Fuera él u otro, no deja de ser una gran verdad. No se nos puede ir la vida en un campeonato de ese deporte. Tampoco pensar que si ganamos somos los mejores y si perdemos somos los peores.
Claro que, entre nosotros los argentinos, el fútbol no es sólo fútbol. Se trata de algo demasiado importante como para ser sólo un deporte. No por el deporte en si sino por la forma como se transforma: en un aspecto inescindible de nuestra personalidad colectiva.
Por eso, cómo somos en el futbol explica no pocas cosas de cómo somos en el día a día. 2Dime por qué te apasionas y te diré quién eres”. “Dime de qué forma vives tus pasiones y te mostraré tu verdadero carácter”.
La actuación de la selección mayor de la Asociación del Fútbol Argentino en el Mundial de Rusia 2018 evidencia no pocas cuestiones muy nuestras. La más de las veces, para mostrar lo malo.
Primer párrafo lo merece la dirigencia, que no sabe estar, ni de lejos, a la altura de las circunstancias. Pasó lo que pasó por un problema de elemental liderazgo. Como se puede leer en El Cid: “Qué buen vasallo sería si tuviera un buen señor”. Más allá de la connotación feudal, la frase encierra una gran verdad: en un grupo no se hace nada demasiado brillante si no es por un liderazgo, individual o colectivo, que guía.
Sobre Jorge Luis Sampaoli Moya, el técnico de la desilusión y la derrota, poco es lo que vamos a decir. No hacemos leña del árbol caído. Simplemente era algo que se veía venir. Alguien que pierde su tiempo en elegir canciones para el antes del partido, que abiertamente descree de planificar nada y que cambia de opinión del planteo de juego cada cinco minutos es porque no tiene nada en claro.
“No te parece, con la situación del país, casi obsceno los montos del contrato de la AFA con Sampaoli”, nos dijo un amigo del círculo del fútbol la semana pasada en la ciudad de Buenos Aires. Tiene toda la razón: será legal pero no es ético. Y eso implica que a alguien, al menos, debería caérsele la cara de vergüenza.
El partido con Islandia es paradigmático. No claramente de un nivel inferior a nuestro equipo, hicieron lo único que podía hacer, replegarse a la defensa y aprovechar la diferencia de altura y física para lograr “robarse” alguna oportunidad. Era cantado que iban a hacer eso y, sin embargo, nos sorprendieron por esa mentalidad de potrero que tienen en la Selección. De no planificar nada y vivir improvisando sobre la marcha. Alguien debería decirles que en los partidos de alta competencia eso equivale a un desastre.
“Yo los demandaría. A Messi, a todos los jugadores y al técnico. Les pagan fortunas y no dan lo que pueden dar”. La frase pertenece a una abogada de nuestro medio, especialista en bioética y familia, pero que conoce de contratos. Es cierto que la obligación de los jugadores es de medios y no de resultados.
Pero si no dan de sí lo que deben, el medio empleado no es muy correcto que digamos.
Una vez más, con la actuación de la Selección quedó en evidencia que en el mundo el éxito se consigue a base de esfuerzo y dedicación en el tiempo, con adecuado planeamiento y que creerse “los mejores de mundo” y apelar a las soluciones mágicas o a la aparición de un “hombre providencial” no tienen cabida.
Muchas lecciones para el país pueden extraerse de eso. De cómo actuaciones, de las leyes que pretendemos sancionar y de las medidas gubernativas que se buscan imponer. Esperemos se aprenda.
* Abogado, doctor en Ciencias Jurídicas
** Abogado, magíster en Derecho y Argumentación Jurídica
