Por Augusto Parola (*)
Se conoce y se conmemora el día 7 de julio como “La noche de las corbatas” por hechos que ocurrieron entre el 6 y el 8 de julio de 1977, cuando un grupo de militares secuestró en Mar del Plata a 11 abogados especialistas o que ejercían la profesión en la rama del derecho laboral, y a sus familiares. Siete de ellos fueron asesinados o desaparecidos. (Por la ley Nº 27115, el 7 de julio se estableció el Día del Abogado Laboralista).
Cabe decir que no fue un episodio aislado, porque se repitió en todo el país. Nos cuenta el doctor César Arese que Córdoba no fue la excepción y tuvo, puede decirse, una larga noche de las corbatas, ya que entre 1974 y 1978, abogados laboralistas fueron asesinados, desaparecidos, otros encarcelados, otros tuvieron que exiliarse y muchos fueron cesanteados de sus trabajos.
Sabemos que el ejercicio consciente de la abogacía molesta e irrita a aquellos que, estando en el poder, pretenden vulnerar derechos, más cuando quienes gobiernan no respetan el Estado de derecho. Por ello, las dictaduras, en el formato que se elija, ya sean de derecha o de izquierda, buscan -entre otras cuestiones, por supuesto- eliminar, reducir o desprestigiar la profesión de abogado.
Quiero compartir una frase del jurista, político y periodista italiano Piero Calamandrei, quien en su recordado ensayo Demasiados abogados, señalaba: “Cuando los abogados queden reducidos, a fuerza de restricciones y subordinación, a un rebaño disciplinado de mediocres burócratas, el nombre de la abogacía quedará en la ley, pero su alma se habrá evaporado irremediablemente”.
Por eso, en las Instituciones que representamos siempre debemos estar atentos -aun en tiempos de democracia- cuando observamos que se pretenden vulnerar derechos de las personas, cuando se busca desprestigiar la profesión de abogado o cercenar su actuación, en la rama del derecho que sea, a defender el ejercicio de la profesión.
Así, cuando el Estado o el poder en sus distintas formas hablan o dicen con frases grandilocuentes sobre la sustanciación de trámites sin abogados, de abaratamiento de la justicia, de reducción de costos, etcétera, el ciudadano debe, al menos, sospechar. Es importante recordar que quien lo va a defender cuando tenga derechos vulnerados, siempre va a ser un abogado.
(*) Presidente de la Federación de Colegios de Abogados de la Provincia de Córdoba (Fecacor)