Por Nicolás Barbera*
Buena parte de los recursos policiales en actividad son millennials, pertenecientes a la generación de personas nacidas entre los primeros años de la década de 1980 y mediados de la década de 1990 a principios de la de 2000, fechas adoptadas por la mayoría de los investigadores para fijar la pertenencia a dicha generación. Constituyen la mayor fuerza demográfica laboral en todos los ámbitos.
Cobra notoriedad su impacto en las relaciones laborales. En cuanto al policial, se trata de un ámbito con características particulares que lo distingue de cualquier otro servicio público. Los millennials son una generación hiperconectada: crecieron y viven con la necesidad de estar online. Su presencia masiva en la organización policial coincide con un cambio de paradigma en la gestión de los recursos humanos. Se imponen Modelos por Competencias. El foco ahora está en las personas, el factor humano. Adquieren relevancia cuestiones como el clima laboral o formar y entrenar a los jefes policiales para que puedan trabajar mejor con las personas a su cargo. Y es necesaria la motivación de los recursos humanos para procurar mejores rendimientos, un gran desafío tratándose de millennials.
Sus demandas en el ámbito laboral exceden las retribuciones económicas. La introducción en la labor policial del aparato de telefonía celular marcó un antes y un después –sobre todo en los de mayor intensidad operativa-.
Coadyuvó a mejorar la comunicación, clave en la dimensión operativa e investigativa. Pero lo que primero fue “revolucionario”, luego se convirtió en perjudicial ya que el uso prolongado o mal uso del aparato llevó a que las instituciones reglamentaran su utilización, tales los casos de la Bonaerense, la Policía Metropolitana y la Policía de Córdoba.
Se presenta como una paradoja para la Gestión de Recursos Humanos: motivar a jóvenes policías en su lugar de trabajo por medio de la hiperconectividad o “perderlos” en cuanto a su nivel de contracción y concentración por el excesivo uso de las pantallas. Aunque no es la única forma de estar conectado, el aparato de telefonía celular es móvil.
Para el trabajador policial de oficina, la PC le permitirá no perder su estado online. En cambio, quedarían limitadas situaciones como la de un policía de guardia, sometido a una situación de estrés o la recepción inmediata de la orden de un jefe (habría que analizar hasta qué punto el handy resuelve el problema).
El desafío es no perder motivación, aumentar la concentración, lograr mayor eficiencia. De lo contrario, habrá que buscar las alternativas acordes a la función policial que influyan a los millennials en su relación con el trabajo.
(*) Politólogo, docente de Gestión de Recursos Humanos, Licenciatura en Seguridad,
Universidad Nacional de Villa María.