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La evolución actual de las exportaciones argentinas

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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Por Salvador Treber

Las exportaciones son clave para el desarrollo de las respectivas economías. En Argentina, después de llegar al nivel máximo, desde hace algunos años no han podido ascender de manera suficiente para respaldar el desarrollo y crecimiento.
Nuestra economía logró impulsar las ventas externas con éxito hasta el trienio 2012/14 en el que alcanzaron una marca récord, virtualmente equivalente a US$84 mil millones. En otros dos años alcanzó valores muy cercanos a ese monto. Con posterioridad, las exportaciones se mantuvieron alrededor de US$60 mil millones anuales y en el año 2018 ascendieron a US$61,7 millones; es decir, apenas poco más de 0,8% respecto a las exportaciones mundiales.
Un rápido cotejo con otros países latinoamericanos nos permite advertir que las ventas en el exterior de Argentina equivalen a 13% de las que concretó México en 2018. Obviamente, la vecindad de este país con Estados Unidos lo beneficia, pese a los conflictos que les ha planteado Donald Trump con su iniciativa de construir, en toda la extensión de 3.200 km de frontera, un elevado muro para impedir que miles de mexicanos incursionen en territorio estadounidense.

En el cotejo con Brasil, la mayor potencia de Latinoamérica, nuestras exportaciones representan 25% de las suyas y 80% respecto a las de Chile. Lo alarmante es que en 1980 las exportaciones argentinas equivalían a alrededor de la mitad de las mexicanas y de las brasileñas. Y su descenso relativo es notorio.
Por otra parte, sólo un lustro atrás Argentina cuadruplicaba a Perú y también superaba a Chile. En cuanto a los pronósticos para 2019, el alza en ese tipo de operaciones en Argentina se calcula en apenas 13%; lo cual implica permanecer en el último peldaño sudamericano en exportaciones.
Durante el año en curso las exportaciones mundiales están creciendo bastante aceleradamente. Que las nuestras lo hagan a un ritmo muy inferior y que la relación entre las exportaciones y el PBI haya descendido a apenas 0,3% pone en evidencia el proceso sostenido de deterioro que afecta a toda la economía.

Sólo en tales condiciones se explica que el país sea superado, en dicha actividad, con cierta amplitud por México y en términos relativos por Panamá, Ecuador, Perú, Paraguay e incluso Uruguay.
Resulta altamente significativo que en todo lo transcurrido de este siglo, salvo Venezuela, todos los demás países del subcontinente tuvieron un notorio crecimiento de las exportaciones superior al nuestro.

Las causas del retraso y las posibilidades
En esta situación, una causa importante del retraso es el proceso inflacionario que se ha agravado en los últimos años y dificulta la superación del desempeño de las empresas locales. A ello hay que sumar la escasez de fuentes adecuadas de financiamiento y una mayor presión tributaria.
Es oportuno recordar que en nuestro país existen sólo 60 empresas que superan los US$100 millones anuales de exportaciones. Esa escasa dimensión no impulsa a encarar operaciones de altos y continuados ribetes e intimidan a los empresarios a de adoptar medidas de largo plazo. Nuestros ejecutivos que operan en el sector público inexplicablemente han venido desatendiendo una actividad clave como es el comercio exterior y con ello vienen marcando a fuego nuestro reciente retroceso. Debe tenerse muy en cuenta que los 20 mayores países exportadores coinciden con los que encabezan la economía ecuménica.
Actualmente, el mercado internacional impulsa una proporción no inferior a 70% del total del comercio mundial que también se amplía mediante convenios recíprocos. Los contratos sobre comercio exterior vigentes que vinculan en forma permanente a los diversos países ascienden a más de 300.

Argentina no los ha celebrado y por ello se afrontan condiciones menos favorables. En especial por altos aranceles en los lugares de destino de los producidos que son exportados. Sólo nueve empresas argentinas, que representan cinco por ciento del total latinoamericano, han optado por incorporarse a cadenas internacionales de valor que generan 70% de todas las exportaciones en los cinco continentes.
De todas maneras, se debe insistir en señalar el escaso número de firmas nacionales que se desempeñan en ese ámbito. La debilidad con la que se encara la actividad exportadora explica por sí sola que la relación de exportaciones por trabajador en ese ámbito es de US$3.350, que es inferior a la media que ostentan los países latinoamericanos antes citados, pues en ellos trepa a US$5.517. En cuanto a las exportaciones per cápita, en nuestro país llegan a US$1.394 y en los demás países de la región a más del doble (US$2.896). Los especialistas advierten sobre que no será factible mejorar la inserción internacional, aunque la muy buena cosecha de este año ofrece una gran oportunidad al efecto.

Para avanzar en dicho aspecto, en primer término, se debe alcanzar un adecuado nivel de estabilidad macroeconómica, dado que ello hará viables los proyectos de largo plazo que se encaren, a cuyo efecto deben simplificarse y abaratarse los complejos e innecesarios trámites, a la par de disponer del capital indispensable que se debe convertir en “capital institucional”. La meta de lograr una mayor producción afectada al destino final.
También se debe obedecer a las normas previamente pactadas para concretar la integración y adopción como condicionantes sólo los aranceles sugeridos por la Organización Internacional de Comercio. Cabe señalar que los aranceles que se aplican junto con los brasileños son los más elevados de América Latina pues promedian 13,5% del valor total de cada operación.

Requerimientos y perspectivas
Nuestro país necesita con urgencia que se creen empresas exportadoras aptas, que formalicen acuerdos a escala internacional y que se especialicen en concebir estrategias adecuadas a desarrollar. La referida vinculación, el grado de buena reputación que logren por su gestión y la capacidad organizativa deben converger para constituir una real garantía de idoneidad pues en el mercado internacional los principales operadores se distinguen por su gran idoneidad. En el año 2018 se lograron colocar US$23.000 millones en manufacturas derivadas de productos agropecuarios y otros US$20.000 millones de productos industriales tradicionales con destinos muy diversos, rigurosamente seleccionados.
Los diversos destinos de las exportaciones argentinas en el transcurso de 2018 fueron encabezadas ampliamente por las colocadas en Brasil adonde se dirigieron nuestros productos por US$11.393,5 miles mientras en segundo lugar, pero muy distante de la cúspide, figura China con US$4.217,3 miles y recién tercero surge Estados Unidos en cuyo mercado se colocó nuestros productos por US$4.185,6 miles. Durante mucho tiempo fue este último el acostumbrado líder pero desde hace un quinquenio parece haberse afianzado esta nueva relación. Lo curioso es que a partir del cuarto y hasta el décimo destino no figura ningún país de América.
En cuarto termino, sorprendentemente está Vietnam que nos ha comprado por US$2.102,4 miles y tras este país aparecen el norafricano Argelia, con US$1.726,1 miles y el europeo Holanda que hizo lo propio por US$1.703,7 miles. En este último caso, sus adquisiciones como las que realiza en otros mucho más, tienen por objeto ser inicialmente almacenados posar luego venderlos en las mejores condiciones posibles. En séptimo lugar, desde hace poco año surge India con US$1.603,1 miles tras ésta en octavo, España con US$1.509,5 miles y cierra el respectivo cuadro Suiza con US$1.294,7 miles.

El nivel de inserción antes detallado no puede ser considerado satisfactorio. Dado que se debe impulsar en mucho mayor medida este tipo de operaciones, se debería procurar una mayor estabilización de las variables macroeconómicas con el objeto de impulsar con acierto proyectos de mayor envergadura e impulsar no sólo la interconexión económico-financiara sino a los mejores proveedores. También debe procurarse incrementar seleccionando las estrategias más adecuadas que permita desarrollar nueva relaciones competitivas, al par de incrementar vínculos internacionales, impulsar la disposición de recursos altamente calificados.
Se aconseja, además, estudiar profundamente las características de la nueva globalización y la cuarta revolución industrial que actualmente está en sus albores. Es conveniente tener muy en cuenta que nuestra oferta en el ámbito internacional en la más alta proporción corresponde a bienes intermedios que cubren 37,5% del total mientras las manufacturas de origen agropecuario le siguen con 29,6%, los bienes primarios ascienden a 22,7% mientras los que incluyen combustibles y energía cubren alrededor de siete por ciento. En todos ellos, los países identificados como emergentes son destino mayoritario con alrededor de 70% y el restante a países desarrollados.
Lo que no debe dejar de advertirse es que los países adquirientes ubicados en el área Asia-Pacífico superan ampliamente a las compras de los europeos y, por supuesto, los países americanos quedan relegados al tercer escalón. Es muy fácil constatar que casi todo está por hacer en la materia pues Rusia Turquía, Tailandia, Vietnam, Emiratos Árabes Unidos, Singapur, Malasia, Japón e Indonesia son importantes mercados en que nuestro país a incursionado en mucho menor medida de lo posible.
Por lo tanto, es de esperar que en un futuro casi inmediato será posible incentivar la relación con los precitados, en la amplia reconfiguración que se hará en forma casi automática al par que se consuma la globalización en ciernes.

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