Por Salvador Treber
La caída global de las exportaciones y la solitaria expansión de las de origen agrícola obligan a buscar nuevas inversiones que revitalicen la producción manufacturera y que permitan competir en el mercado.
La reunión de nuestro primer mandatario Mauricio Macri con su colega chilena Michelle Bachelet, la misión realizada a España y las próximas programadas a Estados Unidos y China, procuran encontrar alternativas para afrontar un escenario internacional nada auspicioso, ampliando las ventas a esos destinos. Asimismo, pueden gestionar la llegada de inversiones que, en lo inmediato, reactiven la actividad y a mediano plazo logren impulsar una sólida expansión del sector industrial y de servicios, pese a que las condiciones que priman actualmente no pueden generar una visión muy optimista.
El reciente Informe del Fondo Monetario Internacional (FMI), que revisa y actualiza el de octubre pasado, ratifica esa impresión y advierte que el acceso de Donald Trump a la Casa Blanca es causa de “incertidumbre” por su posiciones y actitudes que denotan un carácter temperamental, poco reflexivo y con frecuencia improvisado. Obviamente, ello es todo lo contrario a las condiciones que debiera tener el primer mandatario de esa gran potencia mundial; pues en el corto lapso de su gestión ya ha sido desautorizado en varias ocasiones, una de ellas por la arbitraria medida que tomó contra México. Quien debe dirigir puede incurrir en algún equívoco porque no es infalible, pero no ser objeto de continuas y reiteradas correcciones.
En función de su análisis, el FMI considera que “frenará la economía regional” y también la latinoamericana, que apenas llegó a un misérrimo +0.6% en 2016 y estima sólo crecerá +1.2% en 2017 con una proyección de un 2.1% en 2018. Respecto a Brasil, anticipa la extensión temporal de su caída tanto en el presente año como el próximo, y que es probable que registre el más bajo índice de todo el área, a excepción de Venezuela. Incluso es muy posible que haya sido desplazado por el Reino Unido como séptima mayor economía del mundo, lo cual es otro signo de retroceso generalizado. Resulta lógico que sea motivo de una gran preocupación para nuestro país, pues ha sido desde mucho tiempo atrás nuestro principal mercado comprador y proveedor. En efecto, las evaluaciones del precitado organismo internacional considera que crecerá apenas +0.2% en 2017 y +1.5% en 2018. Un párrafo tan elocuente como preocupante de ese informe se dedica a revelar que “los niveles de desempleo y de endeudamiento del sector privado continuarán marcando la gravedad de la crisis” e imponiendo lo que denomina “un lastre a la demanda”.
Asimismo, explica que para la economía argentina, en el presente año, se ha estimado que registre una tasa de crecimiento de +2.2% y de +2.8% en el próximo. Dada la profusión universal que tiene dicho informe por la profesionalidad de sus autores, se hace más problemático que despierte real interés por parte de los inversores experimentados. Una sorpresa muy positiva dentro del difícil contexto.
La evaluación del FMI es realista y las advertencias a toda el área de América Latina acrecientan la lógica preocupación. Por ello, en febrero pasado la empresa china Westwell, subsidiaria del poderoso grupo Xiamen Sumpo especializado en electrónica y alimentos, ha enviado a nuestro país uno de sus principales ejecutivos con el objetivo de evaluar las posibilidades de adquirir carne vacuna (su consumo es de unos ocho millones de toneladas), lo que constituye el símil de un faro en medio de un cúmulo de negras y amenazantes nubes.
Se pueden abrir amplias y muy promisorias líneas de negocios, en circunstancias que escasean, hasta convertirlas en excepcionales. Todo fue muy rápido y ya se hizo un primer envío de 3,2 toneladas que serán objeto de análisis sobre su nivel de calidad para, posteriormente, ordenar pedidos de gran magnitud. La referencia más elocuente es que en 2016 compraron en nuestro país 54 mil toneladas de calidad media, que no constituye un antecedente indicativo de lo pueden llegar a significar voluminosas remesas de la de mejor calidad. En épocas tan difíciles, incluso para ellos, cabe subrayar que también consumen 55 millones de toneladas de carne porcina y 14 millones de la aviar, que pueden ser motivo de embarques si se concretan los negocios antes referidos, e incluso provocar un expansión productiva hasta este momento ni soñada.
La potencialidad de nuestras tierras permite encarar un desarrollo a medida de sus requerimientos y, muy importante, permitirles dejar de depender de proveedores conflictivos o limitados. Ese probable un nuevo escenario de actividad en gran escala que sería muy decisivo en la necesidad de revertir la tendencia al incremento de la desocupación y a la generación de divisas genuinas, derivadas de los saldos positivos del comercio internacional; ya que desde 2015 en adelante han venido escaseando cada vez en mayor medida. El incremento en las reservas que se ha operado en el Banco Central es bastante ilusorio pues, casi en su totalidad, están originadas en muy costosas operaciones de crédito.
Hasta el momento, la empresa china ha integrado verticalmente la producción de origen australiano pero para este país es casi imposible, por ahora, expandir dicha producción y los respectivos embarques, lo cual ha inducido a las autoridades de Beijing a buscar nuevos proveedores de magnitud y calidad como es nuestro caso. No cabe duda de que tanto la calidad como el precio son muy adecuados y competitivos, de modo que es de suponer que los embarques masivos se concentrarán en breve. El jefe de la delegación de negociadores anticipó casi como si fuera un hecho que “pasaremos a enviar containers completos”, y agregó que además “el proyecto es avanzar para integrar verticalmente la producción y exportación, así como lo hacemos con el mercado australiano”.
Las posibilidades regionales
Nuestros negociadores deben concentrar también sus esfuerzos para extender su presencia activa en toda América Latina y en la región, para erigirse por sus propios méritos en un “proveedor confiable”. Es muy probable que la declaración del presidente Donald Trump, al reconocer el rol que debe cumplir nuestro país y la consiguiente invitación a una reunión en la Casa Blanca, sean buenos precedentes. La ministra argentina de Relaciones Exteriores, Susana Malcorra, adelantó con evidente satisfacción que con dicho país “debemos repasar la visión que cada uno tiene de la región, reconfirmar la agenda bilateral y trabajar en temas nuevos”.
Depender solamente de los mercados tradicionales, como fue lo habitual, en un mundo tan convulsionado no es lo más oportuno. “Hay que sumar nuevos horizontes y pese a las condiciones harto dramáticas que se viven se puede incursionar en nuevas áreas”, afirmó. Por lo pronto, debe tenerse muy presente que en el sur de Asia, bañada por el océano índico, viven alrededor de dos mil millones de personas y, si Australia tiene importantes limitaciones en sus actividades, allí no existen razones para que nosotros no podamos acceder en forma complementaria.
La pretensión de llegar a liderar por lo menos Sudamérica debe representar un estímulo para abrir nuevos mercados y establecer sólidas relaciones diplomáticas con todos los países del área. Cuando en el circuito internacional se acumulan tantos problemas, lejos de bajar los brazos hay que multiplicar el esfuerzo y encarar todas las opciones por mínimas que parezcan las perspectivas previas. Uno de nuestros destinos habituales para los productos argentinos fue, en primer término, el Reino Unido (ahora casi desvinculada de la Unión Europea); seguido por Francia y España, que deben ser motivo de mayor esmero en la consolidación y ampliación de esas relaciones.
Las perspectivas futuras de crecimiento de los países
Cualquier programa destinado a expandir las relaciones de intercambio con el resto del mundo requiere diseñar, por vía de una muy cuidada y fundada selección, hacia dónde habrá que extremar los esfuerzos con ese objetivo. En tal sentido, tiene gran valor la evaluación y proyección que se supone seguirán los países que registran las actuales diez principales economías del planeta, según los técnicos especializados del Banco Mundial. Recientemente, éstos han dado a conocer un estudio proyectivo que incluye hasta el año 2050 en que se reconoce el inconmovible liderazgo absoluto y excluyente de China a lo largo de los 33 años que median entre 2017 y 2050.
Todos los demás países que componen la primera decena de las economías más desarrolladas aparecen en cuatro casos con claras tendencias ascendentes, sólo dos mantienen su rango sin variantes y otras cuatro integran un tobogán de tendencia muy descendente, a punto tal de que en 2050 Francia aparece excluida de ese poderoso y muy selecto grupo cimero.
Todos exhiben particularidades diferenciales que suelen tener raíces en sus antecedentes de los recientes años; razón por la cual deben ser evaluados de manera adecuada en cuanto a su real significado. India, que hoy ocupa el tercer lugar, accedería para 2050 al segundo; mientras que Estados Unidos involucionaría del segundo al tercero. Los retrocesos más rotundos se verificarían en Japón, al pasar del actual cuarto puesto al octavo; y en Alemania, que bajaría del quinto al noveno. Rusia mantendría sin variantes en su actual sexto rango y Brasil treparía del séptimo al quinto lugar.
En dicho ranking surgen, por primera vez, Indonesia y México. La primera, luego de ser la octava economía mundial mejoraría sensiblemente al acceder al cuarto escalón; mientras que México, tras figurar en el rango decimoprimero pasaría a ocupar el séptimo lugar. Completaría la decena el Reino Unido, que sería desplazado del noveno al décimo y último sitial. Desaparecen de este encasillamiento cimero Francia e Italia, las cuales retrogradarían considerablemente. En resumen, se admite que la escala referida tendrá cuatro países asiáticos y tres de cada uno de los continentes americano y europeo.
El esquema antes descripto se irá remodelando progresivamente; por ello, nuestros funcionarios especializados, que en forma planificada deben encarar la conquista de nuevos mercados, tendrán que considerar que el centro neurálgico del mundo económico es -y lo seguirá siendo cada vez con más firmeza, tal vez en todo lo que resta de este siglo-, las costas centrales y del sur occidental del océano Pacifico. Esa primacía se funda en que allí viven no menos de tres mil millones de habitantes con elevado y creciente poder de compra. Quizá los acuerdos suscriptos recientemente por nuestro país con Chile estén por ello entre las iniciativas más importantes, ya que ese multicentro ecuménico se acerca así muy considerablemente.