lunes 23, diciembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

La aspirina, de panacea del dolor a preventivo cardíaco

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Por Sergio Castelli* y M. Constanza Leiva**

Düsseldorf 1897. Pasaron 124 años de uno de los descubrimientos más asombroso y útiles de la historia de la medicina, acaecido en una plácida y tranquila ciudad de Alemania, cuando el farmacéutico Felix Hoffman mostraba las increíbles virtudes del ácido acetilsalicílico y jamás imaginaría que su investigación cambiaría la vida de los hombres para siempre. 

El uso medicinal del ácido acetilsalicílico data desde la antigüedad, pero recién en 1899 se obtendría un medicamento industrializado que contuviera aspirina pura. Medicamentos obtenidos del sauce y otros vegetales ricos en salicilato eran utilizados en la farmacología egipcia; otras sustancias derivadas de este ácido formaron parte de la farmacopea occidental desde la edad media y la antigüedad. 

La búsqueda de Hoffman estaba orientada a mitigar la enfermedad de su padre, fue así que tras años de investigación e intentos por aliviar los severos dolores que la artritis infringían a don Hoffman, obtuvo la aspirina, el medicamento todopoderoso. 

Hoffman se encontraba trabajando para el laboratorio farmacológico Bayer, ¿les suena?, pero éste intentó patentar el compuesto ante las autoridades alemanas sin éxito. La negativa de éstas se debió a que previamente científicos habían logrado sintetizar esta sustancia; por ello no cumplía con un requisito insalvable: ¡la novedad! 

En el siglo XVIII, el británico Edmund Stone descubrió el ácido salicílico y en 1829 el francés Henri Lerroux extrajo la salicina de un sauce y propició la primera versión artificial del ácido acetilsalicílico. Con dichos antecedentes la Oficina de Patentes alemana procedió a denegar la solicitud de Bayer. 

Sin embargo, la fórmula realizada por Bayer fue la primera que no dañaba el estómago ya que podía consumirse para fines terapéuticos sin daños colaterales. Las autoridades persistieron en su negativa, a pesar de la insistencia del laboratorio alemán y tras la negativa fueron a Estados Unidos y la patentaron para su venta. 

En 1899, dos años más tarde, con la marca Aspirina, el versátil medicamento hizo público su patentamiento, más precisamente el 6 de marzo en Berlín, teniendo Bayer los derechos de comercialización absolutos, en breve tiempo la Aspirina se convirtió en un medicamento global. 

El nombre deviene del árbol spireaea ulmaria o ulmaria, del que Hoffman obtuvo originalmente el ácido acetilsalicílico y así siguió empleándose dichos vegetales para la producción de la medicina, la que se comercializaba como un fino polvo blanco y se la conocía como los “polvos milagrosos alemanes” o “analgésico de Alemania”. La aspirina resultaba una solución efectiva para el dolor de cabeza, la inflamación o para bajar la fiebre y poco tiempo después de su lanzamiento ya era el medicamento más consumido del mundo.

En 1915 se comercializan por primera vez las aspirinas en comprimidos y su consumo se simplificó de manera tal que se convirtió en un producto indispensable para los soldados que combatían durante la Primera Guerra Mundial. Finalmente, la patente de Bayer expiró durante esa guerra y fue comprada por 5,3 millones de dólares por la empresa estadounidense Sterling Products Company.

Fue así que la aspirina, con el plazo de su patente vencido, pasó a ser “propiedad de la humanidad”. Precisamente es parte esencial del espíritu normativo que rige mundialmente sobre las patentes de invención el compartir y divulgar la tecnología para mejorar la vida del hombre, por ello luego de vencido dicho plazo, numerosas empresas obtuvieron la libertad para producirla y comercializarla. 

No fue hasta 1994 que Bayer recuperó la propiedad de su marca, sobre su denominación (aspecto fonético); y su logotipo (aspecto gráfico). Se estima que desde que fue patentada en 1899, se ha fabricado la friolera de trescientos cincuenta billones de comprimidos de la blanca panacea.

En 1971, el medicamento volvió a colocarse en el podio de la notoriedad debido al trabajo de John R. Vane. El farmacólogo británico descubrió el funcionamiento del ácido acetilsalicílico: inhibición de prostaglandinas, un conjunto de sustancias de carácter lipídico que actúan como mediadores celulares. El descubrimiento del mecanismo de acción del ácido acetilsalicílico fue reconocido en 1982 con el Premio Nobel.

La popularidad de la aspirina escaló durante la primera mitad del siglo XX gracias a su eficacia al comienzo de la pandemia de la gripe española de 1918. Sus bajos costos de producción daban grandes ganancias; ello generó una feroz competencia, la proliferación de marcas y productos derivados. Probablemente algunos de los decesos durante la gripe de 1918 fueron consecuencia del consumo excesivo de la aspirina. 

La aspirina perdió su trono y popularidad en el reino de los analgésicos con la aparición del paracetamol en 1956 y más tarde su olvido se acrecentó cuando se presentó el ibuprofeno, en 1962. Entre 1960 y 1970, John Robert Vane entre otros descubrieron los mecanismos de la aspirina que actuaban sobre el dolor; mientras que ensayos clínicos y otros estudios llevados a cabo en las décadas de 1960 a 1980 establecieron la eficacia de la aspirina como un agente anticoagulante reduciendo el riesgo de enfermedades de coagulación de la sangre. Las ventas de aspirina volvieron a cobrar fuerza en las últimas décadas del siglo XX, y siguen siendo fuertes en el siglo XXI debido a su uso generalizado como medicamento preventivo para ataques al corazón e infartos.

(*) Agente de la propiedad industrial (**) Abogada

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