Se destacó en varias y muy distintas áreas, a partir de su actividad jurídica
Por Luis R. Carranza Torres
John Donaldson Voelker nació en 1903 en Ishpeming, una pequeña población ubicada en el condado de Marquette, zona de los grandes lagos, entre el lago Superior y el Huron, en el estado estadounidense de Michigan. Fue el menor de tres hermanos, hijos de un matrimonio de inmigrantes alemanes. Durante su infancia, John aprendió de su padre a pescar truchas junto con sus hermanos mayores. Sería una ocupación que lo acompañaría toda su vida y le prodigaría no pocas satisfacciones.
Sus estudios jurídicos los realizó en la Universidad de Michigan. Fruto de una educación rural informal, su estadía allí no fue fácil y debió esforzarse para obtener las notas suficientes para no ser dado de baja. Conoció en ese lugar y por tales años, a una jovencita, Grace Taylor, proveniente de Oak Park, Illinois, quien luego sería su esposa.
En 1927, la escuela de leyes de la Universidad de Michigan pretendió darlo de baja por sus notas pero John citó un reglamento que le permitía volver a examinarse, mejorando sus calificaciones lo suficiente como para recibir su título en leyes en 1928 y aprobar el examen de la “Bar Association” de Michigan, una especie de colegio de abogados.
Voelker trabajó primero como asistente en la oficina del fiscal del condado de Marquette, pero luego se mudó a Chicago para casarse con Grace Taylor. Allí trabajó en un bufete de abogados pero odiaba vivir en una gran ciudad.
Regresó entonces a su Ishpeming natal, para seguir allí con la profesión. Los pocos trabajos de Voelker en ese momento apenas los mantenían solventes, volviendo a un área rural en medio de la Gran Depresión. Pero como dijo por entonces: “Era mejor morir de hambre en Ishpeming que usar esmeraldas en Chicago”.
En 1934 fue elegido fiscal del condado, puesto que mantuvo hasta 1950, salvo por el bienio de 1942 a 1944. Durante los últimos diez años de su mandato, sólo perdió un caso de delito mayor, teniendo uno de los registros más exitosos del cargo, según la opinión del juez de circuito en el condado de Marquette, Thomas Solka.
Comenzó por ese tiempo a escribir historias sobre su tierra natal, los mineros, los agricultores y los cazadores de la Península Superior. Las publicaba bajo seudónimo de Robert Traver a fin de que sus votantes “no pensaran que ocupaba su tiempo como fiscal haciendo literatura”. El nombre lo había tomado de un hermano suyo, quien murió sirviendo a la Marina de Estados Unidos durante la Primera Guerra Mundial, y el apellido era el de soltera de su madre, en reconocimiento a sus esfuerzos para que se educara y fuera a la universidad.
Luego de su gestión como fiscal se convirtió en un abogado defensor particular. En 1952 defendió con éxito a Coleman A. Peterson, un oficial del ejército que mató a un cantinero que había violado a su esposa. El caso fue la base de su novela Anatomía de un asesinato, con la cual alcanzaría el éxito literario y que posteriormente sería llevada al cine bajo la dirección de Otto Preminger, banda de sonido del mismísimo Duke Ellington, y las interpretaciones de James Stewart, Lee Remick, George Scott y Ben Gazzara en los papeles principales.
Su prestigio jurídico llevó a que fuera nombrado juez de la Corte Suprema de Michigan en diciembre de 1956 para completar el resto del mandato de un magistrado, y luego reelegido para un mandato completo en 1958. Durante su tiempo en la corte falló más de 100 casos constitucionales, siendo un partidario del ala “liberal” del tribunal, que buscaba privilegiar los derechos de las personas por sobre las facultades del Estado.
En 1959, después del enorme éxito de su novela Anatomía de un asesinato, se retiró de la carrera judicial para dedicarse por completo a su faceta de escritor. En ese momento, su salario en la Corte Suprema estatal era de 18.500 dólares al año, equivalentes a unos 360.000 de la actualidad, en tanto las regalías anuales por el libro eran de casi 100.000 dólares, poco menos de unos dos millones de nuestros días.
Luego de su retiro, Voelker pasó gran parte de su tiempo pescando cerca de Ishpeming, cuando no estaba escribiendo. Siempre tenía en el baúl de su auto cañas de pescar y otros suministros necesarios para esa actividad. Durante siete u ocho meses al año salía a pescar o iba de excursión por el bosque. Se dice que pescó cinco o seis días a la semana durante 20 años, según el cálculo de sus amigos cercanos.
No es raro, entonces, entender por qué sus libros sobre pesca se convirtieron en un clásico del ramo y John unió a su prestigio jurídico el de ser considerado “maestro del sedal y el anzuelo” en todo Estados Unidos.
El 18 de marzo de 1991, Voelker murió a los 87 años de un ataque cardíaco mientras conducía de regreso a su hogar proveniente de una excursión de pesca. Sus exequias fueron un mosaico de funcionarios de Estado, miembros de la comunidad jurídica, vecinos de Ishpeming y pescadores de varias partes del país.
En 1995, Voelker fue instalado de manera póstuma en el Salón de la Fama Nacional de pesca en agua dulce en Hayward, Wisconsin. Según algunos, ese merecimiento lo habría llenado de tanto o más orgullo que todos sus logros en la justicia y la literatura.