Por Gustavo Orgaz (*)
El 8 de enero de 1928 moría Juan B. Justo en su casa de Los Cardales, provincia de Buenos Aires, hace de ello casi exactamente 90 años. Fue un médico eminente que en plena juventud dejó su profesión para combatir con energía las causas sociales de la enfermedad y la pobreza. En 1894 creó el periódico “La Vanguardia” y en 1896 fundó el Partido Socialista.
Con Justo y los socialistas apareció el primer programa político integral para la Argentina del siglo XX, al margen de que se estuviera de acuerdo o no con aquellas proposiciones.
La concepción de Juan B. Justo propiciaba irrenunciablemente el camino de las urnas en un marco que permitiera el mejoramiento gradual de la sociedad “sin sangre y sin violencia”.
No ignoraba Justo el valor y la presencia del Estado en áreas fundamentales de la vida social como la salud, la educación, la justicia, y el desarrollo de la obra pública, aunque en relación con otros servicios fundamentales, no era estatista, ya que su propuesta concebía como mejor posibilidad a las cooperativas de usuarios y consumidores.
Nos referimos a la telefonía, la electricidad, el transporte y otros servicios indispensables para la población. En el terreno de la salud, Justo complementaba la salud pública con la acción de las mutualidades, que en su época formaban habitualmente las colectividades residentes en nuestro país y aun los gremios y sindicatos de trabajadores.
Es sabido que Justo, (Nicolás) Repetto, (Alfredo Lorenzo) Palacios, Mario Bravo y tantos otros socialistas sentaron las bases del derecho del trabajo en Argentina. Recordemos tan sólo la ley de descanso dominical sancionada en 1905 a poco de incorporarse Palacios al Congreso Nacional, la ley de accidentes de trabajo 9688 obtenida en 1915 y la ley 11729, régimen laboral de los empleados de comercio, sancionada en 1933 por inspiración del diputado socialista Silvio Ruggeri. Todo esto sin perjuicio de decenas de otras leyes laborales y previsionales dictadas entre 1905 y 1943 antes del advenimiento del peronismo.
Diremos también que Justo y el Partido Socialista presentaron por entonces un claro programa para el campo fundado en el cooperativismo rural, el impuesto al mayor del suelo y la protección de los arrendatarios respecto al precio, el plazo razonable para asegurar la estabilidad de los contratos y el reconocimiento de las mejoras introducidas por aquéllos.
Esta preocupación de Justo por los arrendatarios y pequeños productores lo llevó a apoyar el célebre grito de Alcorta de 1912 y la gran huelga agraria de 1919, movimientos que enfrentaron los abusos en los contratos de arrendamiento corrientes en la época y los incumplimientos de los comerciantes y acopiadores con quienes les habían vendido o entregado los cereales.
Por otra parte, Justo, más allá de su activísima vida política, fue también un hombre de campo y amante de la naturaleza, que llegó como productor rural a nuestra provincia, luego de haber tenido una chacra en Junín, provincia de Buenos Aires.
Cancelada ya hacía tiempo la relación con la medicina y dos años antes de llegar como diputado al Congreso de la Nación, compró a fines de 1910, en condominio con Repetto, su compañero, amigo y concuñado, un campo de 1053 hectáreas. La propiedad, que fue conocido por todos con el nombre de “La Vera”, se encontraba a cinco kilómetros al este de la estación de Tío Pujio y 22 kilómetros al norte de la ciudad de Villa María. Se organizó la actividad dividiendo la tierra en dos partes: 550 hectáreas dotadas de bordes arbolados permitieron que se construyeran y refaccionaran distintos inmuebles e instalaciones de modo que allí se localizara una casa habitación para los dueños, casas para el personal, molino con tanque australiano, huerta, galpón de chapa de cinc de diez metros por treinta, taller de herrería, cuarto de monturas, corral para la hacienda y porquerizas. El perímetro de esta fracción fue alambrado y parcialmente dividido en potreros con sus bebederos correspondientes.
Las 503 hectáreas restantes fueron también fraccionadas en cuatro chacras otorgadas en arrendamiento, fijándose como precio el 22% de la cosecha.
Durante la primera etapa de radicación, el campo fue administrado personalmente por Justo hasta que en 1915 sus múltiples requerimientos partidarios y parlamentarios lo obligaron a delegar esa tarea en Repetto.
En ese período inicial la producción de propietarios y arrendatarios se orientó al trigo, el maíz, la alfalfa, el lino, la ganadería vacuna y porcina, leche, queso y carbón de leña. La administración de Repetto se extendió desde 1915 a 1928, año de la muerte de Justo. Este último suceso obligó a Repetto a retirarse de la administración, que quedó a cargo de otras personas, y a establecerse a tiempo completo en Buenos Aires por imperativos de la acción política.
El paso de los dos líderes socialistas por Tío Pujio, expuesto por Repetto en su libro Mi paso por la agricultura dio lugar a importantes realizaciones como, por ejemplo, la Escuela Nacional Nº 127 (mas tarde N°338), gestionada por aquéllos, la “Biblioteca Juventud Agraria” impulsada por la maestra Fenia Chertkoff, esposa de Repetto, y también la cooperativa de consumo en que participaron las familias instaladas en el lugar y en otros campos vecinos.
Cabe decir también que esta radicación en Tío Pujio permitió que Justo y Repetto fueran candidatos del Partido Socialista en las elecciones que dieron origen a la Convención reformadora que sancionó la Constitución Provincial de 1923. Ambos fueron electos y fueron figuras claves cuando participaron en algunos grandes temas de la convocatoria como por ejemplo la justicia y el régimen escolar. Terminamos esta nota evocando que en estas mismas páginas vimos hace muy poco tiempo a Lisandro De La Torre en la estancia de Pinas mientras que hoy hemos rendido homenaje a Juan B. Justo situado en Tío Pujio. Volveremos pronto para mostrar a Roque Sáenz Peña en Sampacho y alternativamente en Berrotarán. Otro gran argentino con arraigo cordobés.
(*) Profesor universitario.