La inteligencia artificial (IA) paulatinamente va modificando nuestro entorno, nuestra forma de vivir, nuestra casa, nuestro trabajo, la manera de relacionarnos y hasta nuestras preferencias para consumir.
No existe en el presente dispositivo de navegación o comunicación, sean éstos computadoras o teléfonos móviles, que no tengan incorporada tecnología IA; ello nos toca de cerca ya que estas aplicaciones intervienen en cada búsqueda que se realiza en Internet para determinar potenciales mercados o preferencias personales.
La IA se expandirá inexorablemente, en todas las actividades de nuestras vidas y los efectos deseados y no deseados también, de la misma manera, lo harán.
Esta tecnología llevará a cabo, más tarde o más temprano, inclusive con mayor precisión y eficiencia, tareas que, hasta el presente, han sido realizadas por seres humanos.
En la inauguración del Consumer Electronics Show de Las Vegas 2019, Ginni Rometty, directora Ejecutiva de IBM, se animó a predecir: “El 100% de los puestos de trabajo serán diferentes”.
Las cifras sobre patentes y publicaciones científicas son claros indicadores del vertiginoso desarrollo de esta tecnología; la amplia aplicación de muchas tecnologías de IA y su incidencia en la cotidianeidad de las personas, plantean grandes retos legales
Muchos son los problemas a afrontar: el uso de los datos personales y su divulgación, la regulación de las nuevas tecnologías e incluso hasta la cinematográfica amenaza plasmada en películas como Terminator o Matrix, lo que algunos han denominado “superinteligencia”, pueda suponer un riesgo para la existencia humana.
En un informe de la OMPI, que también describe algunos de los enfoques normativos que están adoptando los gobiernos del mundo, una de las colaboradoras, Myriam Côté, del Montreal Institute for Learning Algorithms (MILA) de Canadá, declara: “Pronto observaremos cada vez más los efectos de esta tecnología en nuestras vidas; algunos de ellos deberían llamar nuestra atención: la privacidad de los datos personales, la generación de noticias falsas, la pérdida de empleo, la manipulación del mercado financiero, los sesgos en los datos, las cuestiones de diversidad, etcétera”.
Algunos expertos estudian el alcance de IA en ámbitos como la medicina, en la que ya disponen de aplicaciones de teléfono inteligente que pueden detectar el cáncer de piel en una fase temprana a partir de una imagen tomada con una cámara. “En el futuro será posible detectar enfermedades a partir de los datos recogidos por sensores ponibles y sugerir tratamientos óptimos para combatirlas. Esto, sin embargo, requerirá grandes esfuerzos de recolección de datos y posiblemente nuevos avances para asegurar la privacidad de los datos”.
Aristotelis Tsirigos, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York, comenta un estudio para digitalizar el diagnóstico del cáncer de pulmón usando IA y datos del diagnóstico por imágenes. Inclusive obteniendo un porcentual de 97 por ciento de efectividad, superior levemente al obtenido por tres patólogos que diagnosticaron las mismas dolencias.
Es hora de tomar decisiones en el campo normativo, tanto en el andamiaje legal intelectual como en el derecho de las personas con el fin de proteger el esfuerzo que hacen las comunidades científicas y desarrolladoras de la IA con el fin de estimular el desarrollo de esta tecnología pero también para velar por la seguridad del presente y futuro de la humanidad.
* Agente de la propiedad industrial ** Abogada