domingo 22, diciembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Información oficial sobre el ejercicio económico 2017

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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Luego de la caída de -2,2% en el año 2016, en el siguiente la evolución se tornó positiva y llegó a +2,8%, volviendo virtualmente al nivel del ejercicio 2015, lo que ha generado fuerte expectativa y preocupación con respecto a lo que sucederá en el actual

Por  Salvador Treber

Después de dos años en que la economía argentina dejó de crecer, no reina en el ámbito técnico especializado mayor optimismo sobre el futuro próximo; por esta razón viene creciendo una honda preocupación por lo que pueda suceder en el transcurso del tercer ejercicio de gestión a cargo de quienes asumieron el 10 de diciembre de 2015. Los datos dados a conocer, incluso el relativo al ingreso medio por habitante, no permitieron alentar fundadamente expectativas muy optimistas. Según la información oficial divulgada por medio del Indec, lejos de mejorar las perspectivas, coadyuvaron a visualizar una situación muy poco prometedora.
El hecho de que en el mes de noviembre pasado la actividad económica haya crecido 3,9 motivó un mejor “clima”, pero en el mes de cierre de dicho ejercicio se retornó a muy modesto dos por ciento, que terminó con las pocas esperanzas que todavía persistían. Aun antes de publicarse la información integral referida a los diversos aspectos de las variables más significativas, había plena certeza de que se estaba pasando un período muy problemático, pero sin superarlo; lo cual fue ratificado plenamente se conoció, al fin del año, que el crecimiento fue menor que tres por ciento.

El Ministerio de Hacienda procuró generar una perspectiva más halagüeña, al señalar que “el crecimiento del año 2017 fue de +2,8%”; que, si bien fue el más alto desde 2011 -cuando el crecimiento del PBI había logrado llegar a seis por ciento, la realidad posterior más reciente fue, y sigue siendo, bastante más modesta y viene constituyendo un gran retroceso que no han logrado revertir. Si bien a fines del ejercicio pasado el nivel de crecimiento del PBI permitió recuperar casi totalmente la caída sufrida por nuestra economía en 2016, ello no significa que se haya logrado avanzar en forma apreciable, apenas 0,5%. Si se revisa la evolución mensual habida en el transcurso de los 24 meses respectivos, se puede claramente advertir que, aunque siempre en un marco muy moderado, el mayor descenso se ha verificado entre marzo y octubre de 2016; mientras la máxima recuperación correspondió al lapso transcurrido desde agosto a diciembre de 2017.
Debe recordarse que el análisis final y definitivo tendiente a ratificar o rectificar el índice dado a conocer de crecimiento correspondiente al ejercicio 2017 recién se conocerá a medidos del presente año, pues hasta ese momento el disponible es adoptado hasta entonces con carácter de “provisorio”. En consecuencia, ningún trabajo que verse sobre el desempeño de nuestra economía, y que haya adoptado aunque sea en forma instrumental dichos datos, puede ser considerado como plenamente “confiable”. Lo extraño es que al Indec le insuma tanto tiempo la verificación y confirmación definitiva para aceptar la elaboración referida.

Factores coadyuvantes en 2017
La mencionada contracción registrada causó una caída significativa en el salario real; aunque cabe recordar que los graves problemas que viene afrontando la economía de Brasil no han sido ajenos a esta sucesión de dificultades que se plantearon en Argentina. Ese país, por superficie, es el quinto entre los mayores del planeta y, por su ubicación en el hemisferio sur, goza de un clima muy benigno en transcurso de todo el año. Salvo las dificultades para sembrar y atender íntegramente a su mercado interno, se lo considera una gran potencia en alza pues actualmente figura como séptimo y se estima que para 2050 ascenderá al quinto lugar.
Los estudios que se han realizado con el propósito de aportar datos ciertos y funcionales, someten a análisis las 15 actividades o sectores económico-financieros que se consideran esenciales e incluyen cotejos interanuales. En atención a que 13 de ellos cerraron el año 2017 con índices positivos (aunque muy bajos), según la interpretación de los funcionarios federales, constituyen una prueba palmaria de que la tendencia al crecimiento sostenido se habría consolidado pero para muchos analistas privados ello es por lo menos dudoso.
Entre las actividades examinadas, las que requieren mayor mano de obra corresponden a los rubros de la “construcción” y ciertos servicios (v. gr., “comercio minorista”) se constituyeron en las áreas productivas que recibieron la mayor atención; aunque se detectó una baja preocupante en el nivel de ocupación de éstas pues exhibieron cierta caída en esas áreas (seis por ciento). Sobre el año en curso existe pleno consenso para afirmar que el ritmo de crecimiento puede desmejorar y caer aún más bajo el respectivo indicador que el del año 2017.
Los analistas han estimado que el índice de crecimiento del presente año podría oscilar, como máximo, entre +2,3 y +2,7%; es decir, ligeramente debajo del de 2017. Unos pocos técnicos han sido algo más optimistas y se han atrevido a calcular que se llegará a tres por ciento, coincidiendo con la hipótesis de trabajo usada para elaborar el Proyecto de Presupuesto de la Administración Pública Nacional. Debe recordarse al efecto que, en toda Europa, los índices de crecimiento siguen siendo muy bajos, al igual que en toda América. Estados Unidos, pese a ser la economía más poderosa, se autocalificó en pleno proceso de superar la crisis aunque su índice de crecimiento fue el año pasado de sólo +1,9%; cabe agregar que ese país sólo durante la “Crisis de los Años Treinta” (1929/34) exhibió registros tan bajos como los del trienio 2015/17.

Dos analistas optaron por diferenciarse en forma notoria; uno, elevando dicho pronóstico a +3,5% y el otro con evidente tono pesimista lo redujo a +1,8%, advirtiendo que incluso la caída podría llegar a ser aún mayor que la por él calculada. Además, señaló que dispone de pruebas de que el Gobierno no adoptará políticas destinadas a activar sensiblemente la demanda.
Agrega que tampoco existen señales que puedan tomarse como testimonios ciertos sobre la intención de promover una gestión que, en medida considerable, promueva con éxito la obra pública federal; pero anticipa que no se ahorrarán esfuerzos para reducir, a cualquier precio, el déficit presupuestario nacional aunque ello genere una repulsa pública unánime; en especial eliminando subsidios. Por otra parte, la prolongada vigencia de una severa sequía en Argentina que abarca muy especialmente casi toda el “área central” del país y a la mayor parte de la provincia de Buenos Aires, se ha convertido en el factor actual más negativo.
Aspectos que tienden complicar el escenario
A todo lo antes expuesto debe sumarse el fuerte encarecimiento habido para la toma de crédito y la muy escasa recuperación del salario real; factores éstos que, sin duda, gravitarán de manera muy negativa, extendiendo a los próximos años junto con los múltiples problemas que permanecen aún irresueltos. Resulta evidente que ello también dificultará la anunciada intención de acrecentar sensiblemente las exportaciones y debe insistirse que pueden generar más complicaciones, si no se logra acceder a nuevos mercados compradores. Ello no será nada fácil pues casi la totalidad de los países del mundo se encuentran en una situación similar a la nuestra.

Es obvio que por medio la política fiscal actualmente han reducido el ya harto escaso nivel de expansión; incluso el muy precario que rigió en el bienio 2016/7, y ello ha golpeado muy fuertemente a nuestro país. Las malas condiciones climáticas han incidido decisivamente para generar baja inusitada de entre 13 millones y 14 millones de toneladas de soja, debido a las inclemencias del tiempo ocurridas. Todo un verdadero desastre que no tiene antecedentes semejantes desde el año 1975, en que se comenzó a cosechar en nuestro país, que es el tercer productor mundial detrás de Estados Unidos y Brasil.
A ello se debe sumar el hecho de que no se hayan logrado impulsar otras actividades sustitutivas que podrían haber cubierto, aunque sea parcialmente, esa enorme pérdida, como ser exportación de frutas provenientes del Alto Valle del Río Negro o la venta masiva de bebidas alcohólicas aprovechando la producción de vid en la región de Cuyo. Además, debe advertirse que la muy lenta evolución positiva en el área industrial tampoco logró generar nuevos puestos de trabajo. Sobre este aspecto, los funcionaros oficiales vienen dando a conocer conceptos equívocos que no pueden ser aceptados como legítimos.
Anuncian por otra parte que durante el ejercicio 2017 los nuevos puestos ascendieron a 262 mil, pero la realidad es muy otra. En cada año, al llegar a la mínima edad requerida los jóvenes que se deberían incorporar a la actividad productiva, excluyendo los estudiantes que no trabajan, tendrían que ser no menos de 340 mil; por lo tanto, en los últimos tres años alrededor de 80 mil que se sumaron al colectivo total de desocupados y, obviamente, ello ha agravado seriamente la situación socio-económica general ya que la actividad agropecuaria es una de las pocas que mantuvo su ritmo habitual.

El sector de la “construcción” es el que registró mayor impulso en 2017 con un elevado incremento de +12,7 e incluso trepó sorprendentemente en enero del corriente a ¡nada menos que +19%! Ello ha contagiado a los establecimientos fabriles que producen materiales de construcción que en cuanto a asfalto exhibió un virtual “salto” nada habitual de +40,7%; mientras en el rubro hormigón se llegaba a +35,5% y en hierro redondo con el mismo destino a +21,8%. En otros insumos como ladrillo huecos se llegó a +19,4%; mientras en el caso de revestimientos y pisos la suba fue de 11,1%. El Indec ha informado que en dicha actividad a fin de 2017 trabajaban 449.376 personas; recuperándose totalmente de la fuerte baja habida en 2016.
Muy contradictorio aparece en el área industrial el rubro “automotores y autopiezas” pues inició el año con signo negativa en la comparación interanual (-6,4%) pero en el segundo mes de este año marcó un récord con la producción de 68,5 miles unidades aunque desde marzo en adelante en los dos meses subsiguientes se registraron sendos incrementos de 7,2% y 6,4%. Es obvio que ello está estrechamente vinculado a como responda el mercado receptor de Brasil.

 

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