martes 26, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Horas decisivas para el brexit del Reino Unido

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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Su total desvinculación de la Unión Europea creó una gran expectativa y hasta conflictos internos de difícil solución que complican seriamente la concreción de esa separación dentro del plazo legal

 Por Salvador Treber

La total desvinculación del Reino Unido de la Unión Europea creó gran expectativa y hasta conflictos internos de difícil  solución que complican seriamente la concreción del brexit dentro del plazo legal.
Dicho país tiene sólo 244.103 km2 y alrededor de 60 millones de habitantes, tiene la libra esterlina como unidad monetaria y sigue manteniendo la monarquía en un esquema en el que la soberana “reina pero no gobierna”.
El territorio posee minas de carbón de muy vieja data y explota en el mar del Norte, junto con Noruega, yacimientos petrolíferos de cierta importancia. Ha sido pionero en la instauración del régimen democrático después de la Revolución Industrial y de consolidarse como primera potencia marítima. Respaldada por su naciente burguesía, en el año 1689 adoptó un régimen constitucional parlamentario, nada menos que cien años antes del estallido de la Revolución Francesa (1789).
La necesidad de proveerse de materias primas y la urgencia de extender su influencia impulsaron a los británicos a emprender una política claramente colonialista, a cuyo efecto extendió sus dominios a las 13 colonias de América del Norte, Canadá, India, Sudáfrica y Australia. En 1776 perdió las 13 colonias. Eso constituyó el incipiente comienzo de la creciente vigencia de Estados Unidos.
En 1833 se apoderó de nuestras islas Malvinas y recaló en Hong Kong y Singapur. Paralelamente, con una poderosa flota de guerra y mercante se convirtió en “Reina de todos los Mares”.

Sólo después de la Segunda Guerra Mundial, pese a integrar el bando triunfante, sus principales colonias se independizaron, contando con el apoyo de la naciente Organización de las Naciones Unidas (ONU). Hasta ese momento, en especial durante los 64 años del reinado de la reina Victoria, entre 1837 y 1901, se constituyó en el más vasto y poderoso imperio colonial para reducirse a partir de 1946 en lo que es hoy pero manteniendo en su poder el estratégico peñón de Gibraltar, las Islas Malvinas y una serie de ellas ubicadas en el mar Caribe. Obviamente ha dejado de ser una “gran potencia” pero continúa siendo un “imán” para todos los que desean ampliar sus conocimientos por disponer de muy prestigiosas universidades como las de Oxford y Cambridge.
Actualmente no está nada claro si terminarán con éxito las negociaciones iniciadas en abril de 2017 para que la actual aún décima potencia del mundo quede totalmente desvinculada de la Unión Europea. Desde la constitución de dicha organización es el primer caso en que ello sucede y los problemas derivados de esa decisión no parecen de muy fácil solución. Incluso dentro del Reino Unido no hay unanimidad, pues Escocia e Irlanda del Norte pretenden mantener sus vínculos con Europa continental. Por el momento, la pretensión de la primer ministra Theresa May de concertar un nuevo pacto que sustituya su pasada integración no ha sido bien recibida por sus antiguos países asociados que acusan cierto disgusto por la vocación separatista que han exhibido en Londres.

La dura reacción por el brexit
Hasta la fecha, no ha sido nada fácil lograr sustituir el mercado europeo, como equívocamente suponían los funcionarios británicos que suscribieron sendos acuerdos con Estados Unidos que permitan reorientar su comercio exterior la cercanía del plazo para culminar el apartamento de la Unión Europea se ha vuelto una virtual aventura de ribetes imprevisibles.
Varios economistas británicos lo señalaron a tiempo, pero sus prudentes planteos no fueron escuchados en Downing Street 10 que, pese a lo cual, concretó la separación. Es obvio que en tales condiciones ha cundido el desconcierto y hay quienes proponen un “brexit atenuado”, como si fuera posible regular a voluntad el abandono de la Unión Europea sin asumir los inevitables costos que ello genera.
El propio gobernador del Banco de Inglaterra ya había advertido que las negociaciones con los funcionarios de Bruselas no avanzaron “en medida suficiente” y sobre que los riesgos de que venza el plazo sin que se logre un acuerdo son “incómodamente altos”.

Casi sentenciosamente señaló su ex canciller: “Ningún acuerdo es mejor que un mal acuerdo”. Constituye un verdadero enigma lo que pueda suceder en tal caso, pues el Reino Unido es además miembro de la Organización Mundial de Comercio y la Unión Europea no está dispuesta a tratar en forma muy benigna a quienes la pretenden abandonar. Incluso los aranceles vigentes, que son en general muy moderados, no lo serán tanto para ciertas exportaciones específicas. Y como los europeos no están dispuestos a favorecer a su ex socio, como es de suponer, se ha desatado un nuevo conflicto que en Bruselas se viene maximizando.
Incluso ha circulado, aunque sin confirmación oficial, que en el caso de las exportaciones británicas de automotores al continente se aplicaría un arancel duplicado para permitir su introducción y comercialización en su hasta ahora principal mercado conformado por los 27 países que mantienen su asociación. También se presume que habrá un bloqueo selectivo y es muy probable que, además, introduzcan severas barreras e incluso avancen hasta su virtual erradicación en la operatoria de la actividad financiera en el continente, que es segunda a escala mundial en el Reino Unido; lo cual, seguramente será otro fuerte golpe para ellos.
Es de suponer que en tal circunstancia no haya mucha buena voluntad y, muy por el contrario, Bruselas rompa los antiguos preexistentes lazos de buena voluntad e introduzcan nuevos y severos controles fronterizos. Los economistas especializados consideran que cuanto más altos se fijen los aranceles mayor será el perjuicio para el Reino Unido. Según el Instituto Nacional de Investigación Económica y Social, si no hay un acuerdo total, el brexit perjudicará mucho más al Reino Unido y sus habitantes, lo cual se ha estimado en no menos de 800 libras (1.030 dólares) por año para cada habitante de las islas británicas.
Algo fuera de tiempo parece que Theresa May está tratando de implementar un “brexit atenuado” o en su defecto, una virtual “caricatura” del brexit que identifican como “brexit in name only”.

La virtual ruptura de Bruselas
Pero en Bruselas no están dispuestos a admitir deserciones sin consecuencias y han advertido a funcionarios italianos seducidos por sus colegas ingleses que serán inflexibles ante cualquier “intento de deserción”.
Debe tenerse muy en cuenta que entre los integrantes de la Unión Europea no media un simple acuerdo de libre comercio, como el suscripto por Estados Unidos con Canadá y México, sino un “mercado común” que implica una ”unión aduanera”. En el caso de ese grupo de sólo tres países limítrofes es bastante reiterada la eliminación de aranceles aduaneros como un factor que favorece la intensificación el comercio recíproco, pero los productos que integran esa actividad en ambas direcciones son sometidas a rigurosas inspecciones previas a su entrada al mercado del país vecino.

Prueba de ello es que cobran aranceles diversos para las importaciones de terceros países e incluso se imponen elevados porcentajes de cada bien que deba ser de genuino origen en alguno de sus integrantes. Las muy minuciosas inspecciones procuran evitar el ingreso de bienes o componentes de otros orígenes, especialmente chinos y japoneses. Para lograr la consideración como “producto oriundo” es indispensable cumplimentar en forma fehaciente altos pero variados porcentajes de componentes oriundos que, en el caso de automotores, llegan a 100%. La industria automovilística del Reino Unido se ha acostumbrado a operar sin grandes stocks de autopartes y cierto porcentaje ha procedido siempre de Europa continental.

Las características del conflicto en ciernes
Desde que se formalice definitivamente el retiro de la Unión, se corre el riesgo que haya retrasos o hasta se torne inviable dicha provisión tal como lo han venido haciendo. En realidad, esa peligrosa “guerra comercial” se supone que no permitirá una fluida provisión como lo era hasta entonces. La salida del Reino Unido ha disgustado mucho a sus ex socios y por su actitud separatista pretenden hacerle lo más costosa posible tal decisión; tratando de que no logre compensarla con otros acuerdos que apuntan muy especialmente a Estados Unidos y Canadá, superando por vía de convenios la aplicación de aranceles y lograr en estos países comprensión y apoyo por parte de la dirección de su más antiguo socio político y económico.
En cuanto la problemática referida al tratamiento de los productos exportados a la Unión Europea, éstos exigen que se concreten ingresando siempre por los lugares especialmente autorizados al efecto; por ejemplo si ingresa por el puerto holandés de Rotterdam luego de superar la respectiva inspección aduanera, podrán ser enviados sin mediar costo adicional alguno a cualquiera de los 27 países que la constituyen.

Resulta obvio que de esta forma se pueden eliminar eventuales obstáculos y lograr un significativo ahorro de costo que permite ser más competitivos pero excluyen de tal beneficio al Reino Unido desde el 29 de marzo del presente año en adelante, anunciado que se pondrá en vigencia un régimen especial que, en todos los casos, duplicará los aranceles.
No debe olvidarse que para reglar el intercambio entre dos países se establece un régimen denominado como “relación de gravedad”, que depende directamente del tamaño de cada economía medido según sus respectivos productos brutos internos. Automáticamente. En Bruselas han anunciado que dicho régimen será de aplicación estricta a la relación de la Unión Europea respecto del Reino Unido. Es obvio ello significa un freno harto severo que perjudicará mucho más a este último país. Ello sólo podría ser evitado si Estados Unidos coadyuva a que reorienten con ese destino un volumen de exportaciones semejante al que no podrán colocar en Europa Continental.

De todas maneras, perderían en forma definitiva el mercado más cercano que les ha permitido ahorrar fletes y demás gastos de colocación en el mismo que ha sido buen receptor por el alto poder adquisitivo que lo caracteriza. Incluso si en Washington deciden apoyar al Reino Unido, sus productos llegarían a ese mercado a precios bastante más elevados y requeriría previamente concertar un convenio que le dé continuidad temporal. Por ello ha primera ministra May ha intentado, aunque hasta ahora infructuosamente, suscribir un acuerdo que permita acceder al mercado de sus ex socios pero ello no es factible, no sólo por las razones antes expuestas sino, muy especialmente, porque se teme que una franquicia semejante aliente a otros países a seguir idéntico camino separatista.

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