jueves 14, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

“Hay que trabajar en cadenas productivas cooperativas”

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Entrevista a Rogério Dalló, representante brasileño en el Proyecto ProCoopSur. 

Por Javier De Pascuale / [email protected]

Profundizar la integración del Mercosur Social es una de las asignaturas pendientes del bloque regional, sobre la cual ya se han comprometido a trabajar los gobiernos de los Estados parte en sus últimos encuentros. Una línea en la que el movimiento cooperativo ya supo hacer historia con la constitución de distintas redes intercooperativas continentales y que fue tomada con decisión por el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes), que se dispone a transformar sobre fin de este año el tradicional Encuentro Federal de Economía Social en un Encuentro Regional en el ámbito del Mercosur de representantes y delegaciones de éste, así como de adherentes y observadores.

Así lo atestiguan los avances logrados en el marco del proyecto Procoopsur, que involucra la puesta en marcha de un observatorio de la actividad y de encuentros periódicos de evaluación conjunta sobre la marcha de la integración. Estas cadenas de intercooperación “ya comenzaron a funcionar de manera fluida”, según consideró el representante brasileño en el equipo tutorial del Procoopsur que participó del último encuentro en Buenos Aires, Rogério Dalló. En el informe entregado a la coordinación del proyecto, Dalló dijo que observa en Argentina un fuerte rol del Estado para “motorizar” el proceso productivo, aunque el propio sector se debe una estrategia de crecimiento por fuera de las políticas públicas.

-¿Qué imagen se lleva de la economía social en Argentina?

-Venimos a comprobar algo que históricamente se comprueba. Cuando logramos que el Estado apoye los procesos de la economía social como un actor fundamental para el desarrollo, se potencia el trabajo y se fortalece el movimiento. El Estado siempre cumple el importante rol de ser un motorizador del desarrollo. Cuando no lo hace, difícilmente avancemos en procesos organizacionales, en reglamentación, en protagonismo económico, político y social del sector. Aquí se nota claramente un gobierno comprometido, que asume la dimensión del compromiso de que la economía social sea un actor preponderante en el desarrollo del país. Se nota que se toma en serio el cooperativismo para el desarrollo del país.

-¿Eso no encierra, a futuro, un riesgo para la autonomía del sector hacia el Estado?

-Sin dudas. Lo que tampoco se ven son instrumentos transversales de la política. El Estado cumple el rol de ser un motorizador pero finalmente con un movimiento sin sus propios instrumentos nos quedamos en un lugar complicado. Si no llegamos a pasar de este momento estratégico, a construir instrumentos, difícilmente garantizaremos este momento como algo permanente, con el paso del tiempo, difícilmente profundicemos. Todavía se nota cierta dependencia de lo que es el diseño estratégico desde el Estado, mediante las políticas de este gobierno.

– ¿Los procesos de intercooperación se dan realmente en Argentina?

– La segunda conclusión a la que llegamos es justamente esa, que la idea de cadena productiva, de cadenas de intercooperación, por lo menos por sectores, está empezando a tomar forma. Creo que estamos lejos de entendernos, como sector económico, como parte de un movimiento de trabajadores. Pero empezamos a verlo en los encadenamientos con la red textil y la red metalúrgica.

– Más allá de los logros que marca, ¿qué falta por hacer todavía para que el movimiento cooperativo se fortalezca en la región?

– Entendemos que no se está trabajando con el sector académico. Hay patas que faltan todavía: el mundo de la alta tecnología, del conocimiento volcado a la metodología, estrategias y espacios que fortalezcan el movimiento. Avanzamos sobre algunas cadenas de valor, algunas cadenas productivas, pero falta.

– ¿En qué difiere la experiencia de Argentina con la del resto del Mercosur?

– Como grupo, reforzamos que aquello que nos parece que es un problema nuestro es similar en los otros países de la región. Casi todos tenemos los mismos inconvenientes. En lo que a veces no coincidimos es en la metodología de salir adelante. El pequeño espacio que es la red de integración aún es bastante insípido en su incidencia. Son relaciones, pero parece que no llega a la práctica social. Por ejemplo, algunos puntos de lo que es el Programa Argentina Trabaja deberían ser incorporados por otros países como una fórmula válida. La red no logró todavía integrar estas cosas. En ese rol entra a jugar el Procoopsur. Ayuda para que “el gusano” entre en cada institución por el trabajo vivencial.

 

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