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Hablando de flexibilidad en mediación…

Por Gabriela Magris * - Exclusivo para Comercio y Justicia
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 Por Gabriela Magris y Daniel Gay Barbosa*

Mediar cuestiones civiles en el Centro Judicial de Mediación suele convertirse en una simple discusión de números entre abogados especialistas en daños y abogados representantes de compañías de seguro. Si bien esto no implica que todos los casos sean iguales, mucho menos que no se trabajen las opciones para que haya una verdadera satisfacción de intereses, otra vez decimos… suelen ser un tanto estructuradas y formales las audiencias como los acuerdos a los que se pudiere arribar.
Entonces, cuando recibimos el legajo caratulado “XX c/ BB, Accidente de tránsito”, lo primero que verificamos fue quiénes eran las partes y si había citada en garantía. Y para nuestra sorpresa (teniendo en cuenta la obligatoriedad legal respecto del seguro contra terceros), no había ninguna compañía de seguros involucrada.
Llegada la fecha de la primera audiencia, concurrieron ambas partes con sus letrados patrocinantes. Tanto XX como BB manifestaron no haber participado antes en un proceso judicial ni en uno de mediación.
Y que si bien sus respectivos abogados les habían explicado por qué estaban en esta reunión, tenían interés en saber más, por lo que dedicamos un buen tiempo al discurso inicial explicando primero los principios de la mediación -tales como voluntariedad, confidencialidad, neutralidad, comunicación entre las partes, mutua satisfacción de intereses-, y luego las pocas reglas de funcionamiento que señalaríamos como directores del proceso (uso de la palabra, respeto, reuniones conjuntas y privadas). También hicimos hincapié en el rol de los mediadores (que no actúan como jueces, por ende no deciden) y finalmente la función que desempeñan sus letrados.
Transcurrida la primera media hora de reunión y resueltas todas las dudas sobre el procedimiento, coincidimos en la necesidad de que el actor nos relatara su versión de los hechos, quien lo hizo clara y concisamente. No sólo explicó cómo había sido el siniestro sino cuál era su situación actual, sobre lo que prestamos especial atención. Todavía no había podido hacer arreglar el vehículo, imposibilitado de circular debido al accidente.
El relato del demandado comenzó con un sincero reconocimiento sobre su responsabilidad en el hecho -compartiendo los dichos de su contraparte-, agregó que lamentaba mucho que no pudiera utilizar el vehículo y finalmente dijo que le era imposible pagar lo que se le pedía en la demanda. Nuevamente los mediadores pusimos especial atención en el ánimo de BB.
En este momento nos pareció muy oportuna la intervención de los letrados de ambas partes, quienes se mostraron muy colaboradores e instaron a sus representados a intentar resolver el tema en la mesa de mediación, explicando que la continuación del juicio era perjudicial para ambos.
La revisión de sus MAAN (Mejor Alternativa a un Acuerdo Negociado), traídos a la mesa por sus abogados, significó un gran avance para el abordaje del siguiente paso: generar opciones posibles y satisfactorias para ambos.
La primera decisión fue dejar de lado lo manifestado en las actuaciones judiciales. Realizamos una lista de los repuestos y arreglos que serían necesarios para el funcionamiento del vehículo. La conversación fue fluida, productiva y concluyó en un primer acuerdo: juntos irían a tres talleres (que se decidieron teniendo en cuenta los presupuestos obtenidos y el conocimiento del demandado). Para ello se encontrarían en una intersección de calles cercana al primero de ellos y de allí seguirían recorriendo. La consigna fue que mientras XX conversaba con el mecánico sobre los arreglos, repuestos y tiempo de reparación, BB negociaba el precio y forma de pago.
Y aquí una reflexión respecto de la flexibilidad de este método adecuado de resolución de disputas: las posibilidades que nos brinda la mediación para elegir soluciones diferentes de las que se obtendrían en un juicio implican para las partes cubrir sus verdaderas necesidades con un valor agregado importante, que es la reducción de los plazos, la obtención de reconocimiento y asunción de responsabilidad.
Luego de dicha tarea, que las partes cumplieron a conciencia y cooperativamente, se llevó a cabo la segunda reunión de mediación.
Con los datos que traían, los letrados confeccionaron el acuerdo final, que estamos seguros iba a ser cumplido, ya que en el trayecto habían compartido aspectos de sus vidas que los igualaban y que los hicieron sentir más cerca.

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