El programa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para los Asentamientos Humanos (Hábitat) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) preparan una conferencia mundial en la ciudad de Quito (Ecuador), del 17 al 20 de octubre próximos, en lo que será la tercera edición de una reunión cumbre que se efectúa cada dos décadas, cuyos encuentros anteriores se efectuaron en Vancouver (1976) y Estambul (1996).
Hábitat III, tal su denominación, será sobre vivienda y desarrollo urbano sustentable y tiene como meta la redacción de una “nueva agenda urbana” y la puesta en foco de asuntos como ciudades seguras, desarrollo e infraestructura, salud pública, diseño y equidad.
En un planeta donde sigue creciendo el número de personas que viven en zonas urbanas, los urbanistas convocados prevén que en muchos lugares las ciudades se fusionarán para crear asentamientos urbanos a una escala nunca vista antes.
Estas nuevas configuraciones tomarán la forma de megarregiones, corredores urbanos y ciudades-región, creando nuevas jerarquías urbanas y paisajísticas con proyecciones estructurales impensadas.
Por primera vez en la historia de la humanidad, la mayor parte de la población mundial vive en zonas urbanas, y tal proporción sigue creciendo porque en las ciudades se concentran las oportunidades, los empleos y los servicios, aunque también riesgos y peligros para la salud.
Se calcula, por ejemplo, que la megarregión de Japón compuesta por Tokio, Nagoya, Kioto y Kobe tendrá -en breve- una población de 60 millones de habitantes. Igualmente, la ciudad-región de Bangkok, Tailandia, se extenderá otros 200 kilómetros a partir de su centro y su población superará notablemente la cifra actual de 17 millones de habitantes.
A grandes rasgos, hoy las ciudades ocupan aproximadamente 2% de la superficie terrestre, generan 70% de la economía, consumen 60% de la energía, emiten 70% de los gases de recalentamiento y 70% de la basura.
En este marco, el Informe Anual de ONU-Hábitat destaca que hay mil millones de individuos que sobreviven en habitáculos de emergencia, con crudas experiencias de hambre y enfermedad.
Anna Tibaijuka, directora Ejecutiva de esta agencia, sostiene que “tenemos evidencias concretas de que en una ciudad existen dos ciudades: una parte con todos los beneficios de la vida urbana y otra sección de tugurios atiborrados de pobres”.
Y añade que “es hora de que las agencias de asistencia y los gobiernos nacionales reconozcan los padecimientos urbanos y asignen recursos específicos para mejorar las condiciones de vida en los asentamientos precarios”.
Los primeros borradores de la Nueva Agenda Urbana que promueve la ONU enfatizan el poder transformador de la urbanización, dado que a lo largo de la historia moderna ha sido promotora del desarrollo y la reducción de la pobreza.
Será preciso considerar que a mediados del siglo actual cuatro de cada cinco personas estarán viviendo en contextos urbanos en los cuales la urbanización y el desarrollo están estrechamente ligados: sin duda exigirán garantizar la sustentabilidad del crecimiento.
Ante tales desafíos, la implementación de una Nueva Agenda Urbana planteas tres niveles de desafío creativo: 1) medidas y regulaciones urbanas; 2) planificación y diseño metropolitano; y 3) financiación municipal.
Todo ello inserto en políticas nacionales de base urbanística que establezcan conexiones entre las dinámicas propias del fenómeno urbanístico y el proceso general de desarrollo nacional.
Según la documentación que ha circulado durante las reuniones preparatorias de Hábitat III, la veloz multiplicación del número de personas que viven en ciudades será uno de los problemas sanitarios más importantes a escala mundial durante el siglo XXI.
Las estadísticas internacionales sostienen que el crecimiento urbano ha sobrepasado la capacidad de los gobiernos para construir infraestructuras esenciales, y uno de cada tres pobladores urbanos vive en barrios marginales o asentamientos informales.
En numerosas ciudades del mundo los factores determinantes de la salud se han combinado para crear una triple amenaza de enfermedades y afecciones urbanas de la integridad personal.
Componen esta triple amenaza:
a) enfermedades infecciosas como el HIV, tuberculosis, neumonía, infecciones diarreicas, dengue o zika;
b) enfermedades y afecciones no trasmisibles, como los males cardíacos, cáncer y diabetes; y
c) los traumatismos (incluso los causados por accidentes de tráfico) y la violencia.
Además, la OMS resalta que en muchas ciudades abundan los males infecciosos debido a la densidad poblacional, el hacinamiento, la escasez de agua potable y de sistemas cloacales, los viajes y el comercio internacional, y los servicios precarios de atención primaria.