ESCUCHAREs una escritora de éxito que, desde nuestra Córdoba, ha trascendido al país. Y ahora se proyecta hacia fuera de tales fronteras.
Su mirada tiene la tranquilidad de aquellas personas que viven sus sueños. Aunque le haya costado no pocos saltos al vacío, y sin red. Entre la vida familiar y la creación literaria, se las ha ingeniado para combinar la ficción histórica-romántica con la huerta hogareña y la cocina de autor.
Forma parte de la nueva generación de escritoras, que emerge con fuerza desde nuestra Córdoba. Y que se aventuran a nuevas temáticas, plasmando personajes y situaciones desde el sentimiento.
Es parte, como lo hemos dicho en otras oportunidades, de una de las mejores exponentes de una ola de creatividad, de producción cordobesa en la cultura, en la que no se repara desde muchas esferas. En particular, desde la que deberían gestionar lo público y llevar a cabo el fomento de estas actividades, que bien pueden convertirse en un polo cultural de magnitud.
Graciela tiene en su vida idéntica esencialidad que en sus letras. No “la caretea”.
Es como es. Llana, auténtica, curiosa y emprendedora. Los personajes a los que insufla vida en el papel, y las historias que cuenta con maestría, no son sino un reflejo de su propia búsqueda vital. Esa que principia en el orgullo por su huerta, en sus matecitos y en el calor de las amistades, ya sean de cuerpo presente o a través de las redes sociales. Gra tiene una actitud cuasi filosófica de llevar adelante su vida diaria, con la perspectiva de que lo bueno de ella se halla en las cosas más simples y próximas. La suya es una búsqueda en lo cotidiano, de los horizontes más amplios en que puede asumirse un ser humano.
El último de sus éxitos literarios es La Capitana. Una de piratas, pero no tanto de capa y espada, sino escrito con sensibilidad de mujer y una pluma romántica. El escenario histórico es uno de los predilectos de la autora: el siglo XVIII y nuestros tiempos virreinales.
Como nos comentó, “La idea de incluir a la temática de los piratas en una novela me la legó mi suegro. Él siempre fue mi primera mano para conseguir libros que ya ni siquiera están editados. Y siempre me decía no dejes los piratas…”.
Al fin se decidió a darle el gusto, si bien “él falleció el año pasado mientras yo terminaba esta novela”.
El libro, como su propia autora lo reconoce, “tiene mucho de mis comidas, de las emociones, y un desafío que fue enfrentar las dos distintas culturas como la tradicional del virreinato y la libertina de los piratas”.
Su personaje principal es Juana, una mujer que abiertamente decía lo que pensaba en una época en que ser mujer era estar destinada a permanecer, invisible, detrás del padre primero, y del esposo después.
A horcajadas entre la novela histórica y la romántica, Graciela desarrolla a lo largo de sus páginas una historia de amor y dolor, de conquistas y pérdidas, respecto de seres que no parecen ficticios sino reales y cercanos.
“Soy el amo de mi destino/soy el capitán de mi alma”, decían un par de líneas de poema que popularizó Nelson Mandela hace unos años. Como la pirata que es en lo profundo, con esta última novela suya Graciela Ramos se calza el sombrero de capitana de una historia pródiga en emociones y sorpresas, que va a tomar por abordaje a más de un lector que se halle en búsqueda de un mar de sentimientos.
