Por Adolfo Rubinstein (*)
Argentina tiene un sistema de salud segmentado, fragmentado y plural. Si bien nuestros estándares de calidad se encuentran entre los mejores de América Latina, nuestra eficiencia dista de ser buena. Más de 10% del Producto Interno Bruto (PBI) se gasta en salud, en proporción uno de los más altos en la región, y nuestros resultados sanitarios no se corresponden con la magnitud de ese gasto. No sólo eso: nuestro sistema sigue siendo muy desigual.
Por ejemplo, la mortalidad infantil varía entre dos y tres veces entre distintas provincias; la mortalidad materna, ocho veces; el tiempo al tratamiento inicial del infarto de miocardio, que es crítico para la supervivencia del paciente, varía ampliamente entre provincias u obras sociales ricas y pobres; la mortalidad por cáncer de cuello de útero, asociado a la pobreza, varía casi ocho veces y la de cáncer colorrectal, casi cinco veces entre regiones ricas y pobres de nuestro país debido a menores prácticas preventivas.
Ésta es la principal razón por la cual desde la gestión de gobierno estamos avanzando hoy en la implementación efectiva de la Cobertura Universal de Salud (CUS), que consiste en asegurar qye todas las personas accedan a servicios de salud necesarios y a medicamentos seguros, eficaces y asequibles, sin exponerse a penurias financieras. En particular los más pobres y necesitados, que son quienes más riesgo tienen de incurrir en gastos catastróficos para hacer frente al tratamiento de enfermedades.
En Argentina, cualquier ciudadano o residente tiene derecho a recibir atención gratuita en una institución de salud pública. Sin embargo, cobertura nominal no es lo mismo que cobertura efectiva.
La CUS no es sólo poder atenderse episódicamente en la guardia de un hospital o en un centro de salud sino que además implica que esa atención sea realizada oportunamente y con calidad, brindada por un médico de cabecera que se responsabilice junto al equipo de salud familiar para asegurar el primer contacto, acceso, integralidad, continuidad y coordinación de cuidados.
La CUS es también tener una historia clínica electrónica que asegure la continuidad de la atención entre el centro de salud y el hospital y posibilite la transmisión de la información médica entre diferentes provincias o entre diferentes obras sociales. Es contar con sistemas de información que permitan la vigilancia epidemiológica, el monitoreo de calidad prestacional y la facturación electrónica para recuperar los costos de las prestaciones entre agentes del seguro de salud.
La CUS es dignificar la atención en el sistema público, otorgar turnos online llamando a un call center o desde una aplicación del celular y no haciendo colas a la madrugada en los centros de salud o en los hospitales. Es telemedicina para poder hacer consultas a distancia y no tener que trasladarse personalmente a los centros de alta complejidad si no fuere necesario.
Finalmente, la CUS es focalizarse en condiciones prioritarias como la salud materno-infantil, las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y sus factores de riesgo, para las cuales las desigualdades sanitarias en nuestro país son inaceptables.
En estos días estamos lanzando el Programa de Ampliación de la Cobertura Efectiva de Salud (Pacwa) que, junto a otros programas que estamos implementando con las provincias, permitirán dar sustento a la expansión de la CUS.
En el marco del Día Mundial de la Salud, revalorizamos la CUS como la estrategia para brindar un mejor sistema de salud a las personas en nuestro país para que reciban una atención integral, equitativa y de calidad y para que el lugar en el que nacemos, vivimos o trabajamos, o nuestra condición socioeconómica no sigan siendo factores que influyan en la probabilidad de enfermar o de morir.
(*) Secretario de Salud de la Nación