Frente a un 2011 electoral, el dirigente profesional consideró que el futuro escenario económico no manifestará grandes cambios, sea que gane el oficialismo o la oposición. ”Hoy somos tomadores de rumbo mundial”, afirmó.
A pesar de la inflación y las pujas salariales que se prevén, sumadas al recalentamiento que implica un año electoral, la expectativa económica no debería ser apocalíptica. Así lo entiende José Luis Arnoletto, presidente del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la provincia (CPCE), quien analizó para Comercio y Justicia el panorama que avizora para 2011.
La estabilidad del dólar, la “brasildependencia” y el impacto de la inflación en el sector exportador local son algunos de los ejes que abordó el dirigente, quien además es profesor universitario, socio de un estudio contable focalizado en gestión de pymes, consultor de empresas y tesorero de la Asociación Deportiva Atenas.
– ¿Cómo observa el rumbo de la economía en este año eleccionario?
– No se espera que el que venga después, sea el oficialismo o alguno de los otros candidatos de la oposición, haga un cambio radical de la economía, o sea que la expectativa económica no debería ser apocalíptica de decir que si no votan a tal o tal otro, esto vaya a cambiar.
Quien venga puede hacer alguna diferencia de matiz en cuanto a forma más que a fondo, porque en el fondo va a seguir siendo un país agrícolo-ganadero y dependiente, a lo sumo tenderemos un poquito más a la industrialización de esas materias primas.No creo que venga nadie “anticampo” ni más “procampo”, ni alguien que vaya a cambiar sustancialmente el sistema tributario, con lo cual la seguridad jurídica o la continuidad de un proyecto de negocio no debería verse modificado por el escenario electoral, a diferencia de otros momentos cuando en la economía pensábamos que si ganaba uno u otro la economía iba a tomar rumbos distintos. Hoy, somos tomadores de rumbo mundial, alineados atrás de Brasil tenemos una previsibilidad un poco mayor sobre cuánto se espera de nosotros.
– Hay varios números circulando respecto a cuánto treparía la inflación este año ¿Cuál es su análisis al respecto?
– En líneas generales, de la economía se espera para el año entre 20 y 25 por ciento de inflación, o sea que las pujas salariales y de ajuste de precio-salario suponemos que va a rondar en esos porcentajes. En nuestros ajustes salariales de pauta anual previmos tres tramos de 8 por ciento, que acumulados da 26,4 en el año, no creemos que se vaya a ir más arriba porque sin dudas al Gobierno se le iría de las manos la gestión. El dólar anclado o con muy pocas subas ayuda a que esto no se dispare.
La economía interna se reajusta con esos valores, es decir que si tengo que ajustar salarios, ajusto precios. El problema está en los sectores que exportan, porque es muy difícil decirle a un cliente del exterior que un artículo o producto que era ofrecido a 100 ahora haya que vendérselo a 120 ó 130. A los sectores exportadores una inflación los va a ir dejando fuera de mercado (no tanto en las comodities, que hoy tienen buenos precios).
– ¿Cómo están actuando hoy los profesionales de ciencias económicas a la hora de asesorar a las empresas en este contexto inflacionario?
– Nosotros somos los que intentamos poner racionalidad en esto. Por ejemplo, un empresario que considera que sus empleados se están llevando una porción mayor de la riqueza de la que correspondería, y eso va en desmedro de su ganancia o directamente convierte una empresa de tener beneficios a tener pérdida, ese empresario o corrige o cierra la empresa. Si el trabajador considera que está siendo mal remunerado y hay otro sector de la economía que remunera mejor, va a renunciar y se va a ir. Ahí, el profesional de ciencias económicas que conoce lo que rinde o no rinde un salario (porque también tenemos que negociar con ese empresario nuestro honorario) y le conocemos los números a la empresa, tratamos que la negociación sea racional.
Cuando el que discute salario es el empleado público y sabe que la única variable de ajuste es que aumenten los impuestos, esto es un espiral que va a terminar tocándolo a él mismo (él también va a tener que pagar impuestos más altos, con lo cual la inflación en el mercado interno siempre termina perjudicando al pobre, al asalariado o al subsidiado).
En cambio, el comerciante tiene una facilidad y es que tiene una mayor velocidad de ajuste, de reacción; si le cambian los costos, al día siguiente vende con una lista de precio modificada. En eso, nuestra misión profesional es ponerle racionalidad a las dos partes, al asalariado y al empresario.
– Una encuesta a empresarios reveló que faltan profesionales especializados en costos e impuestos, es decir, que hay demanda insatisfecha de estos expertos. ¿Ocurre lo mismo en Córdoba?
– Hoy hacen falta más especialistas en costos que en impuestos. Hoy los sistemas tributarios hacen que la liquidación de impuestos esté cada vez más simplificada, sistemas cada vez más automáticos de liquidación. No estoy hablando de asesoramiento en impuestos, que es un área que va a ser cada vez más compleja. En esa área escasean los expertos y aumenta la demanda de profesionales porque con una situación inflacionaria los empresarios necesitan mirar cada vez más seguido su estructura de costos.