Por Saúl Musicante *
El mercado financiero argentino continúa deambulando entre la incertidumbre externa y las distintas cuestiones internas. Así lo demuestran los comentarios de Jerome Powell, chairman de la Reserva Federal referidos a que la política monetaria de Estados Unidos está lejos de ser neutral y que, de persistir este marco de crecimiento económico sólido, significa que está abierto el camino para nuevas alzas en las tasas de interés.
Esta medida representa una amenaza para los países emergentes, dado que los inversores temen (tal lo mencionado públicamente por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump) que la suba de tasas sea demasiado fuerte y demasiado rápida y que pueda comprometer la tendencia actual del mercado.
Este escenario es particularmente perjudicial para Argentina, en donde, a pesar de haberse cerrado un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la desconfianza sigue primando en los inversores.
Al respecto, el plan aplicado por las autoridades del Banco Central de la República Argentina (BCRA) ha logrado que, por el momento, el tipo de cambio se mantenga dentro del rango inferior de la zona de no intervención por aplicación de una política en la que se restringe la emisión, y su consecuencia es una tasa de interés nominal sumamente elevada, como se refleja en la tasa de retribución de las Leliq (destinadas exclusivamente a las entidades financieras).
En tanto, el desarme de las Lebac se siguió llevando a cabo sin sobresaltos, para direccionar parte de lo renovado a las Lecap (letras con capitalización emitidas por el Estado argentino).
Si bien es generalizado el reclamo acerca de que las tasas nominales de interés son elevadas, el análisis difiere cuando se analiza la tasa de interés real (la tasa nominal descontando la pérdida de valor del dinero a causa de la inflación). La inflación minorista de septiembre publicada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec, 6,5%, principalmente traccionada por rubros tales como alimentos, prendas de vestir, equipamiento del hogar y transporte) sumado a mediciones elevadas al inicio de octubre, dificultan la ocurrencia de una rápida disminución desde los niveles actuales, lo que, por ende, genera el riesgo latente de que se profundice la recesión, con los consiguientes efectos negativos sobre la actividad económica y los agentes.
Este marco de dureza monetaria doméstica, conjuntamente con la volatilidad imperante en los mercados internacionales (por ejemplo, una caída de 6,5% desde los máximos para el Índice S&P 500, ubicándose al cierre sobre un soporte técnico clave), impacta en la renta variable local, donde el promedio de caída semanal de las acciones bancarias resultó superior a 6%.
Con respecto a los bonos soberanos argentinos denominados en moneda extranjera, la curva de rendimientos exhibe una pendiente empinada, en la que las especies que vencen hasta 2019 registran rendimientos sustancialmente menores (más de 300 puntos básicos) que los que tienen vencimiento en 2020. Eventos tales como la aprobación del Presupuesto 2019 por el Congreso y el ingreso del próximo desembolso comprometido por el FMI podrían generar un cambio en la percepción del riesgo y normalizar estos desajustes.
En conclusión, la persistencia de ciertas cuestiones domésticas que preocupan a los inversores, tales como una profundización del impacto de la recesión en la economía real, un deterioro adicional en las expectativas inflacionarias, los riesgos de complicaciones políticas en la coalición gobernante y/o en la relación con la oposición que dificulten la gestión de gobierno, sugieren mantener carteras conservadoras, a la espera de señales que despejen la incertidumbre.
Un aspecto positivo es que los activos financieros locales poseen -en general- valuaciones atractivas, y que ante una señal positiva podríamos ver cotizaciones superiores.
* Asesor Financiero en S&C Inversiones SA