ESCUCHARu Por Sergio Castelli* y Tobías Larregui **
La doctrina ha definido la “cesación de pagos” como un estado en que se encuentra un patrimonio impotente para hacer frente, por medios normales, a las obligaciones que lo gravan. Esta situación puede dar lugar a dos procesos concursales diferentes: el concurso preventivo o la quiebra de la persona física o jurídica, los cuales tienen una gran incidencia sobre las “marcas”.
No podemos dejar de mencionar los tiempos en que vivimos, cuando las crisis y sobresaltos económicos son cada vez más comunes y dejan como resultado grandes empresas peleando por la subsistencia, buscando refinanciarse para reestructurar su deuda, dentro de un concurso preventivo, a fin de evitar la quiebra.
Pero, lo que muchas veces se pierde de vista es el valor de las “marcas” como activo, o bien, como elemento financiero ante su posible transformación en valor monetario. Si consideramos el patrimonio como el conjunto global de bienes que tiene una persona, podemos evidentemente definir la marca como un bien que, por ser parte del patrimonio, debe poder traducirse en valor económico.
De hecho, las marcas Apple, Google, han superado la escala valorativa de 100 mil millones dólares, mientras que Coca- Cola ha sido valorada en un número cercano a 80 mil millones de dólares; siguiéndoles Microsoft, Samsung, IBM etcétera. Pero de lo que poco se habla es de la utilización de estas marcas como vía de escape ante la crisis económica de la empresa o persona física, siendo que, paradójicamente, en diversas ocasiones el capital tangible es ampliamente superado por el intangible.
Un ejemplo claro han sido las declaraciones de quiebra de firmas multinacionales en la industria automotriz como Ford y General Motors (GM), las cuales optaron por decisiones diferentes. Por un lado, GM ingresó a concurso preventivo y, mediante ayuda económica aportada por el Estado estadounidense, se creó una compañía nueva -con el nombre General Motors Company- a la que el gobierno estadounidense aportó un total de 50.000 millones de dólares, quedándose a cambio con 60% de las acciones.
Por su parte, la empresa Ford evitó la quiebra en el año 2006 mediante la utilización de su activo más preciado: la empresa hipotecó su marca para obtener un préstamo de 23.500 millones de dólares, lo que le evitó tener que pedir una ayuda estatal que derivara en transferencia de acciones al Estado.
Las marcas siempre han dado lugar a la discusión civilista sobre su naturaleza jurídica, pero lo que es indiscutible es que dichos activos valen más que muchos bienes corporales y que muchos inmuebles, inclusive, debido a la posibilidad que tienen de anexar un valor psicológico, si se quiere, a los productos y servicios que se encuentran en el mercado.
Ahora bien, ante una crisis económica, la persona física o jurídica podrá optar por diferentes vías de escape a fin de volver a insertarse en el mercado, conseguir reestructurar su deuda sin dejar de producir, pero lo que nunca deberá dejar de lado es mantener la imagen firme de su marca y, por qué no, darle un lugar preferente en las medidas dispuestas para sortear los embates de una economía cada vez más inestable, utilizándola como elemento refinanciador, cuando así se lo crea conveniente.
Los referentes de la economía mundial han manifestado su opinión respecto al proceso cíclico inmerso en los desequilibrios económicos del modelo capitalista, pero las soluciones adoptadas ayer no siempre pueden ser aplicadas en la actualidad, por lo cual, en tiempos de una globalización absoluta y de ingeniosas estrategias de marketing, que generan un aumento en el valor de los activos no tangibles respecto a los tangibles, centrar la atención en ellos puede ser la solución tan esperada, y quizás ahora la medida adoptada por la firma Ford no sea tan descabellada como en un principio se pensó.
* Agente de la Propiedad Industrial. ** Abogados
