viernes 29, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

El jurista de la antigua China

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Sus ideas implacables fortalecieron la ley frente a la filosofía en una conflictiva época china

Por Luis R. Carranza Torres

“Gobernar el Estado con la ley es alabar el bien y denostar el mal”. Pocos estarían, en nuestros días, en desacuerdo con la frase. Expresa, sintetiza, una de las piedras capitales del concepto más emblemático, desde lo público, del derecho occidental: la sumisión del poder al derecho o, para abreviar, el Estado de derecho. Pero lo paradójico es que no fue dicho por ningún jurista de nuestro hemisferio sino por uno chino, nada menos que hace 22 siglos.
Claro que, como no es oro todo lo que reluce, la frase no tenía en su tiempo el sentido y alcance que le damos en la actualidad.
Han Fei Tzu, denominado por otras fuentes como Han Feizi, es quizás el doctrinario del derecho de mayor estatura de la antigua china.
Se conoce muy poco sobre su vida. Vivió, aproximadamente, entre los años 280 a 233 antes de la era cristiana, cuando todavía el país sólo era un rejunte de pequeños reinos que guerreaban entre sí. El año de su deceso es el más seguro dentro de una biografía plagada de incertidumbres.

Pertenecía a la familia reinante de Han, uno de los Estados más débiles del mosaico político que era el país entre los siglos V a III a.C.
Llevó a cabo sus estudios dentro del confusionismo, con el filósofo Xunzi, pero evolucionó posteriormente hacia una línea de pensamiento propia, más relacionada con las condiciones que provocaban los problemas en el sistema feudal en su tiempo.
Es el iniciador y principal representante de la escuela filosófica denominada “legalismo” o fa-chia, que se basa en la interacción de tres conceptos fundamentales: poder (shih), arte de gobernar (shu) y ley (fa). Si con el poder se gana las masas y se hace respetar la voluntad del soberano, el arte del buen gobierno se logra por medio de la aplicación de leyes impersonales.
El legalismo controvertía la idea confusionana de predicar con el ejemplo; rechazaba la idea de la bondad innata de la naturaleza humana, entendiendo que la conducta de la gente sólo buscaba evitar castigos y lograr ganancias personales. La única manera de remediar eso era merced a leyes estrictas que castigasen aquellas conductas indeseables.
Para asegurar una burocracia efectiva y proteger asía su autoridad de la usurpación, el gobernante debe hacer uso del deshu (técnicas administrativas o arte de gobernar). Con ellas no persigue hacer “bueno” al pueblo sino sólo impedirle hacer el mal, mediante normas legales que eran producidas por los distintos ministros del gobierno.

La libertad tenía poco lugar en tal escuela. El bienestar del Estado se ponía por sobre los derechos de los individuos. Se trataba de un Estado autoritario, organizado en pos de la guerra, en el cual sólo los campesinos y los guerreros tenían cabida, por entenderse que el poder militar resultaba inseparable de la producción económica.
El resto de las ocupaciones, particularmente las de naturaleza erudita, junto con cualquier otro tipo de credo, debían ser suprimidos. Era la salida que se postulaba para ese tiempo de guerras entre un sinnúmero de pequeños reinos y afines.
Se dice que al descubrir que sus consejos para los gobernantes eran dejados de lado, puso tales ideas por escrito.
Pero otros autores atribuyen esto a un defecto en el habla. Como fuera, sus distintas obras fueron recopiladas en el Hanfeizi, probablemente luego de su muerte. La obra resulta una síntesis de las teorías legistas de su tiempo. De sus 58 capítulos algunos son, con meridiana seguridad, fruto de otros pensadores de la corriente.

ZhaoZheng, primer emperador de la dinastía Qin, fue un seguidor de sus escritos y, por ello, al atacar Han en el 234 a. C., se envió a Han Feizi a negociar con él. El gobernante no sólo lo recibió encantado sino que se empezó a correr el rumor de que le daría un alto cargo en su corte.
Fue entonces cuando, según se dice, Li Si, primer ministro del emperador y ex compañero de escuela de Han Feizi, temeroso de la creciente influencia y de su erudición superior, lo encarceló bajo acusación de duplicidad para luego forzarlo a suicidarse ordenándole beber veneno, lo que Han FeiTzu acató.
Por ello se dice que murió por causa de un antiguo amigo que le traicionó por envidia. Un final perfectamente a tono con la realidad convulsa e intensa de la China de la época.

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