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El impuesto a las Ganancias, clave en las negociaciones paritarias

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Con el inicio de 2013 comienzan las negociaciones paritarias que establecerán el incremento nominal de salarios y, tal como viene sucediendo en los últimos años, hay una nueva variable que los trabajadores han comenzado a incorporar para definir su pedido de recomposición salarial: la decisión que el gobierno adopte respecto a mínimos, deducciones y tramos de escala del impuesto a las ganancias.

Esta situación, que ya se venía observando, ha adquirido una importancia trascendental en la negociación que se avecina dado que:

a) Como consecuencia del incremento de mínimos y deducciones en porcentajes inferiores a los aumentos salariales, el número de trabajadores que ha pasado a ser contribuyente del impuesto a las Ganancias se viene incrementando ininterrumpidamente desde el año 2007, cuando menos de 9% de los asalariados quedaba alcanzado por el impuesto, hasta llegar al año 2012, en que ese porcentaje trepó a 25%.

b) La falta de ajuste de los topes de los tramos de escala que determinan la alícuota progresiva que se debe aplicar a los ingresos alcanzados por el impuesto se mantiene sin modificarse desde el año 2001, en consecuencia los trabajadores que quedan incluidos en el impuesto ven cómo año a año un ingreso real similar (representado por ingresos nominales mayores para compensar la inflación) queda sujeto a alícuotas impositivas legales superiores, generando un incesante incremento de la presión tributaria efectiva.
c) En consecuencia un número creciente de trabajadores ve disminuido su ingreso real ya que debe destinar parte de los incrementos nominales de ingreso obtenidos, que son percibidos meramente como una recomposición del poder de compra de sus salarios, a tributar porcentajes crecientes de impuesto a las ganancias.

En el año 2012 un gran número de trabajadores vio cómo el incremento salarial pactado en las negociaciones paritarias que estuvo en torno a 25% terminó siendo en realidad inferior (en torno a 21% ó 22%) como consecuencia del gran aumento en las retenciones de impuesto a las ganancias deducidas de sus recibos de haberes. Un incremento nominal de salarios para el año 2013 sin un ajuste de mínimos, deducciones y tramos de escala, tal como lo ocurrido en el año 2012, implicará que nuevamente un porcentaje importante del aumento sea licuado por una mayor tasa efectiva del impuesto a las ganancias, y un nuevo salto en el número de trabajadores que pasarán a ser contribuyentes del impuesto, ya que en este escenario tributarán los trabajadores solteros que en el año 2012 percibieron un ingreso neto promedio mensual de $4.625 y los casados con dos hijos, quienes cobraron $6.398.

El notable efecto sobre el salario real de los trabajadores que causará la decisión que el Gobierno tome en lo referido a los parámetros de cálculo del impuesto a las ganancias para el año 2013, sumado al amplio universo de trabajadores que se verá afectado en caso de que nuevamente los mismos no se ajusten y la experiencia de la licuación parcial del aumento nominal obtenido en el año 2012 que sufrieron muchos trabajadores por el congelamiento de los mínimos, deducciones y tramos de escala llevó a que dentro de las negociaciones salariales haya sido incorporada como variable trascendental la política gubernamental para con estos parámetros.

Los representantes gremiales de los trabajadores en general esperan obtener incrementos nominales de salarios de, al menos, 25%, ya que ésa es la percepción que tienen sobre el deterioro en el poder adquisitivo que han sufrido los ingresos como consecuencia del incremento en el nivel de precios de los bienes y servicios que habitualmente consumen.

Si el Gobierno no establece con anterioridad al cierre de las discusiones paritarias un incremento de los parámetros de cálculo del impuesto en un porcentaje al menos equivalente al incremento nominal de los salarios, es lógico suponer que los representantes de los trabajadores sean reacios a cerrar dichas negociaciones, con el esperable resultado de agravamiento de los conflictos laborales, o bien que pretendan hacerlo con niveles de incrementos superiores a 30%, puesto que si se acuerda 25% y luego se repite la situación vivida en el año 2012, el nuevo incremento en la tasa efectiva del impuesto licuaría una parte significativa de ese incremento, y esta situación abarcaría a un porcentaje cada vez más elevado de sus representados dado los relativamente bajos niveles salariales mensuales desde los que, en este escenario, se pasaría a ser contribuyente del impuesto.

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