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Villalba (*)
Una de las noticias del mundo cripto que tuvo eco en los últimos días fue la venta del jugador de fútbol Giuliano Galoppo del club Banfield de Argentina al club San Pablo de Brasil.
De más está decir que el fútbol moviliza no sólo pasiones sino múltiples modelos de negocios gracias a las más aceitadas ingenierías económicas (frase que quizás le pertenezca al contexto en el cual el ex presidente de Boca Juniors, Mauricio Macri, selló la relación contractual con el técnico más ganador de la historia de dicho club, “el Virrey” Carlos Bianchi).
Casualmente, esta frase -“ingeniería económica”- es más que idónea para el caso en cuestión.
La incertidumbre de los mercados, el contexto económico desfavorable y la pérdida del poder del peso argentino a niveles desmedidos sólo permiten dos posibilidades: innovar o resignarse.
Quizás la innovación pueda, a veces, ser el gran salvavidas cuando las cosas no salen de la manera esperada, e incluso cuando ya todo parece perdido.
Cuando se presenta con mayor facilidad vencer un león hambriento con las manos que lograr una operación de comercio exterior, es cuando la innovación aporta soluciones reales siempre y cuando se adopten los caminos correctos y se tenga la formación suficiente para comprender el uso de la herramienta, así como su aplicación acorde al plexo normativo imperante.
Esta operación de transferencia tuvo la particularidad de haberse llevado a cabo mediante una transacción con criptomonedas, facilitando un comercio internacional ágil, seguro, trazable, íntegro y principalmente auditable.
Sin indagar las particulares condiciones de la contratación, las wallets utilizadas y demás detalles técnicos, considero importante rescatar que el presidente del club Banfield sorteó las trabas del mercado aplicando una solución tecnológica, incluso más transparente, que quizás hubiera evitado en otras épocas las tramas ya conocidas del fútbol argentino.
El club aplicó la autonomía de la voluntad con su par, sin intermediarios, dialogaron de manera directa y acordaron. Luego utilizaron una herramienta técnica para llevar adelante la transacción en moneda estable (stablecoin). Recibidas las unidades representativas de valor, éstas fueron liquidadas e ingresadas a las arcas del club vendedor.
Recordemos que toda transacción que opera con tecnología blockchain permite ejercer ciertas bondades que son cualidades propias que motivan su implementación. Dentro de esos atributos o cualidades, la trazabilidad, integridad y auditabilidad propias de la descentralización hacen posible su contralor interno y externo.
Lejos de cualquier reproche económico-financiero que pueda tener la iniciativa de Banfield (porque siempre hay quienes tratan de denostar al que hace), considero sumamente importante el paso dado que, sin dudas, debería contagiar en pos de la transparencia.
Otro aspecto a tener en cuenta, que contribuye a la transparencia de estas operaciones, es que se les “pone nombre y apellido” a las wallets. Sin dudas, cada club informará a los organismos intervinientes sus billeteras para la correcta trazabilidad del origen de los fondos, de manera tal que se permita fomentar el impulso nominativo como causa del consenso en la utilización.
A medida que se incrementa la usabilidad y se emplea la tecnología para actividades de tipo “cotidianas”, el anonimato será cada vez menor y las cuentas cada vez más claras.
El “lado B” de la cuestión es la imposibilidad de deshacer envíos erróneos, lo cual puede generar pérdidas millonarias; o bien disfrazar erogaciones ilegales como “envíos erróneos”.
Por ello, es importante seleccionar correctamente la red en la cual operar, las plataformas y principalmente la moneda estable de bridge ya que, si pasara como UST (Luna), la innovación se convertiría en una verdadera mala decisión.
La educación financiera en tecnología blockchain aplicada es la consigna principal para toda buena decisión.
