“Sin rentabilidad no podemos ser solidarios”, subrayó Silvio Bageneta, presidente de la Federación de Cooperativas de Turismo (Fedetur) del país . Hay que mejorar la gestióne incorporar la innovación.
Por Javier De Pascuale / [email protected]
Muchos son los ejemplos históricos que registran el surgimiento de iniciativas sociales y productivas colectivas como respuesta a situaciones de crisis, cuando la organización económica vigente no puede satisfacer las necesidades básicas de la población. Argentina fue ejemplo mundial en la materia cuando, a partir de la segunda mitad de la década de 1990 y para un número creciente de trabajadores, la relación de empleo “deja de ser el zócalo estable a partir del cual puede construirse un proyecto de vida presente y futuro”, en lo referente a carrera laboral, vida familiar y socio-comunitaria, tal como describe el sociólogo francés Robert Castel la “sociedad salarial”. En ese contexto, se registró el desarrollo por todo el país de una serie de prácticas asociativas y autogestivas que si bien nacieron para conseguir ingresos para sus hogares, de hecho generaron relaciones productivas innovadoras y, sobre todo, lograron un espacio de reconocimiento en la sociedad.
La pregunta ahora es si la actual crisis internacional, con foco en la particular situación de las economías española y griega, puede ser escenario propicio para el surgimiento de iniciativas productivas autogestivas, cooperativas y mutuales. Para averiguarlo, recurrimos a un conocedor del proceso de recuperación de empresas en Argentina, Silvio Bageneta, quien acompañó estas iniciativas como funcionario del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes). Bageneta, actual titular de la Federación de Cooperativas de Turismo de la Argentina (Fedetur), acaba de llegar de una capacitación en Mondragón, España, sede del mayor grupo cooperativo mundial, y con amabilidad accede a la requisitoria periodística en su oficina de Mar de Ajó, provincia de Buenos Aires.
-En la actual crisis mundial, ¿pueden las cooperativas plantearse como alternativas de respuesta a las necesidades de empleo y producción?
-Yo creo absolutamente en el cooperativismo como alternativa frente a la expulsión de mano de obra y a las situaciones que se viven hoy en la economía. Tengo 63 años y recuerdo cómo aquí, en los pueblos de la provincia de Buenos Aires, teníamos fábricas con cuatro mil o cinco mil empleados. Metalúrgica Tandil -por nombrar una- tenía cuatro mil trabajadores… Hoy eso no existe. El empleo en sí ya no es sustentable en esta dinámica económica pero sí en el cooperativismo. Vengo ahora de España, que tiene más de 25% de “paro”, como le llaman allá a la desocupación…
-Con una especial afectación a la población joven…
-Exacto. Por eso, particularmente para los jóvenes, el cooperativismo representa además otra clase de esperanza porque su columna vertebral es el espíritu solidario, lo que juega un rol muy importante. Fíjese que en Mondragón, donde se asienta el grupo cooperativo más importante de España -y del mundo, creo yo-, no hay desocupación. Ya que los empleos que se pierden en una empresa son absorbidos por las otras firmas del grupo, por solidaridad. Solidaridad que no se da sin eficiencia, sin sustentabilidad. He tenido la oportunidad de estar en Dinamarca y Suecia y se ven situaciones similares. Hoy hay amenazas muy concretas en Europa: hace pocos meses la Fiat de Torino (Italia) amenazó con llevar su planta industrial a Rumania, dejando a miles de obreros sin trabajo…
-¿Cómo el cooperativismo puede postularse como respuesta a esas situaciones?
-Con lo que le decía antes: no sólo con solidaridad sino también con sustentabilidad. Hay que mejorar la dinámica cooperativa, no sólo en la Argentina. Hay ejemplos concretos de grandes grupos cooperativos que han tenido éxito dando trabajo y creciendo. Se me ocurren en estos momentos la cooperativa La Riojana o SanCor, por nombrar dos en las provincias, pero hay muchos. Es un problema de gestión que a veces está relacionado con la concepción: tenemos que entender que la rentabilidad es tan importante como la solidaridad. Porque si no tenés rentabilidad no podés ser solidario.
-Y para ser rentables, hay que capacitarse fuertemente en gestión…
-Sin dudas, hay que sumar gestión y algo que es clave en esta economía que nos rodea: la innovación. Solidaridad, rentabilidad e innovación son las claves, son la base con la cual podremos ofrecer empleo, podremos dar respuesta a la gente necesitada de trabajo y de respuestas.
-Quizás hay muchas cooperativas que son rentables e innovan, pero están aisladas…
-Ése es el principal obstáculo que enfrentamos en nuestro sector. En nuestro rubro, entre las cooperativas que brindamos servicios públicos, ha habido mucha respuesta aislada. No nos hemos preocupado por tener una respuesta conjunta. Hemos venido sufriendo graves problemas: atrasos tarifarios, ofensivas de los bancos, de la AFIP… En todos los casos hemos recurrido individualmente ante las autoridades. Esto tiene que acabarse. Y está acabándose.
-¿Han encontrado respuestas más favorables?
-Mire… Tradicionalmente, el Estado ha visto el sector como variable de ajuste, favoreciendo siempre los grupos monopólicos. Hoy, sin embargo, desde ese mismo Estado hay señales de una política coherente con los mismos intereses de nuestro sector. Sin dudas, hay que aprovechar este momento…
-¿Cómo?
-Integrándonos fuertemente. Hacerlo también con las cooperativas del Mercosur, de América Latina. Falta mucho por hacer. Y por eso mismo, porque falta tanto, hay que aprovechar este proceso que se ha abierto en la Argentina porque es la alternativa histórica que hemos tenido. Es momento de sumar. Sumar para ser más fuertes, para ser más, para ser mejores. Para cumplir el papel histórico que le toca al cooperativismo. Frente a esta crisis y frente a las que vengan.