Los anticipos sobre las alternativas a vivir en 2014 difieren según la fuente que los elabore y difunda pero, en general, prefieren mantener como muy probables índices atenuados de crecimiento y suponen riesgos de desestabilización.
Por Salvador Treber – Exclusivo para Comercio y Justicia
El 10 de diciembre ppdo., la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) aventuró su primer pronóstico sobre lo que puede llegar a suceder en materia de crecimiento económico durante el transcurso del año 2014. De inmediato llama la atención que adjudique los índices mas bajos, al margen del caso especial y reiterado de Venezuela (1%), a Brasil y Argentina con apenas 2,6%; sin exponer causas sustentables.
Lo curioso es que conciba un período con superior performance regional (3,2% contra 2,6% de 2013), siendo además relativamente pesimista para evaluar lo que ocurrirá en esos principales países del área. No sólo eso: también sorprende que en la cúspide de la pirámide haya colocado al diminuto Panamá, con nada menos que 7%; mientras el promedio para toda América Latina y el Caribe tendría como débil motor impulsor a una pléyade de economías menores tales como Perú y Bolivia, +5,5%; República Dominicana y Nicaragua, +5%; Colombia, Ecuador, Haití y Paraguay, +4,5%.
En cuanto a las mejoras por lograrse, entiende como tendencia general que habrá una cierta recuperación en el nivel de las exportaciones pues “… la demanda externa de China y Europa comienza a tener un cierto repunte; lo que es una buena noticia para América Latina”. Esta visión selectiva está influida por juicios pesimistas globales, también expuestos sin aportar explicaciones convincentes ni una indispensable compatibilización, aunque advierte de que deberá afrontarse “…una persistente volatilidad…y un mayor costo del financiamiento externo…” unidos a un presunto “….deterioro de la cuenta corriente regional”.
La prospectiva para América Latina
En América del Norte, a México le señala al cierre de 2013 un paupérrimo crecimiento de 1,3%, que eleva para 2014 a un recuperado 2,5%, aunque sin exhibir argumentos o nuevos elementos para respaldar una variación en términos considerados positivos. Por el contrario, la Cepal sólo generaliza, aunque sin arriesgar demasiado, que espera “…un entorno externo moderadamente favorable que contribuya a aumentar la demanda externa y, por lo tanto, las exportaciones de la región”. Esa virtual contradicción respecto de aquella realidad se acentúa cuando se repara sobre el escenario de Sudamérica.
En el caso especifico de Argentina, a la que adjudicó para 2013 un crecimiento de 4,5% (5,1% según Indec y 3,1% para consultores privados), debe subrayarse que está por encima de Chile (+4,2%), sin que esa estimación exhiba ningún tipo de respaldo técnico. Lo obvio es que nos asocia muy estrechamente a Brasil, donde consigna que el año anterior ha avanzado apenas 2,4%. Resulta bastante extraño y poco lógico que para nuestro gran vecino se augure una leve mejoría (+0,2%) en 2014, mientras se formule en términos relativos para Argentina un pronóstico fuertemente negativo; el único de América Latina.
La supuesta reducción sería de nada menos que 42% respecto al índice que admite se concretó en 2013, lo cual implicaría una situación singular pues difiere de todo el contexto y la realidad prevista para cualquiera de los demás integrantes del continente. Semejante anuncio, nada habitual, exigía ser avalado seriamente con causas valederas; pero, en vez de apelar a recursos técnicos y la propia realidad objetiva, lo ha acompañado sólo por una inexplicable e ilógica exposición numérica exenta de sustentación. Esa tan extraña actitud se torna insólita pues una caída tal no es lógica preverla sin que haya síntomas que la respalden contundentemente; que en esta oportunidad brillaron por su ausencia y hacen más dudoso reconocerles un cierto grado de seriedad científica.
Debe tenerse muy en cuenta la producción de la cosecha 2013/14 -todos coinciden en que culminará con un récord absoluto en soja- la cual, pese a menores precios, promete la disposición de saldos exportables superiores a todos los conocidos y, si bien vienen bajando la demanda de algunos rubros como automotores, compensatoriamente crecen en medida muy considerable los embarques de tractores y cosechadoras. Cabe recordar que en el año 2011 el Producto Interno Bruto (PIB) argentino ascendió a 7,5% y el correlativo brasileño llegó apenas a 2,7%; mientras nuestra media 2003/12 es de 7,2 anual y para el gran vecino apenas de 3,4%. ¿Por qué, entonces, se formulan ahora evaluaciones tan diversas sin aportar nuevas causales que los perturben de tal manera?
Las sucesivas devaluaciones y las “novedades” en materia de comercio exterior
En mayo de 2013 apareció el denominado “dólar blue”, cotización privada que nadie sabe quién la manipula, con paridades muy superiores a las oficiales (entre 45% y 75%), que obligó a las autoridades a impulsar cierta aceleración devaluatoria diaria que culminó durante los días 22 y 23 de enero para ubicarla, mediante un par de “saltos”, en una paridad de $8,01; aún 57,5% abajo del blue.
Otras distorsiones adicionales provienen de la continuidad de las compras en el exterior con tarjeta de crédito, que devengan un recargo de 35% pero no por ello disuaden la franja de turistas argentinos con cierta capacidad financiera que la utilizan para viajar y para efectuar compras totalmente prescindibles, que en 2013 consumieron más de US$8.000 millones por esa vía. A ello deben sumarse las crecientes importaciones de combustibles, que en 2014 pueden trepar a alrededor de US$13,5 mil millones y un saldo negativo neto, después de deducidas las respectivas exportaciones del rubro a US$8,3 miles de millones. Aun así, el objetivo de llegar a US$90 mil millones en materia de exportaciones en el año actual no constituye una meta infundada y es perfectamente alcanzable.
Por otra parte, los datos completos relativos a nuestro comercio exterior se han venido publicando con marcado retraso y ello resta, por lo menos en lo inmediato, elementos esenciales que sirvan como referentes, obligando por ello a incurrir en correlativas postergaciones que quitan verosimilitud a cualquier estudio serio. Recién el 23 de enero ppdo. se divulgó que en 2013 las importaciones llegaron a US$74.002 millones; o sea, 8% más que en 2012, pero muy semejante a los US$73.037 millones de 2011. En cuanto a las exportaciones, ascendieron a US$ 83.016 millones, siendo el incremento interanual significativamente menor (+2,6%) e incluso inferior que en 2011, cuando llegaron a US$83.950 (+1,12%). Obviamente, ello estrecha el saldo neto positivo aunque ya se había programado al inicio 26%, que finalmente ascendió a 27%. Esta situación y la muy fuerte disminución de divisas en poder del Banco Central, que a fines de 2013 eran de US$30.504 millones pero un mes después bajaron a US$27.748 millones (-90%) y siguen descendiendo a ese ritmo, explica que las autoridades intenten oponer restricciones selectivas mediante requerimientos adicionales que no frenan la demanda. Un factor adicional es la retención especulativa por grandes productores y acopiadores de unos 8 millones de toneladas de soja a la espera de nuevas y aceleradas devaluaciones.
Algunos empresarios que se han sentido afectados acudieron por ante alguna de las cinco cámaras en lo Contencioso-administrativo en procura de lograr se anulen tales restricciones o se aceleren los trámites que ellos consideran sospechosamente demorados. En algunos casos incluso se ha llegado a la Corte Suprema de Justicia en busca de un fallo sobre la cuestión de fondo, aunque hasta ahora ésta no se ha expedido. Parece, según trascendió, no estar dispuesta a corregir los lineamientos que, según su óptica, son materia privativa del Poder Ejecutivo. De todas maneras, se trata de una muy baja proporción del total aunque, si se optare por “abrir la puerta” en mayor medida, se teme que se torne en un sangría peligrosa.
El cuadro general para los meses futuros
Dentro del área gubernamental nacional en 2013 se aceleró sustancialmente la obtención de fondos pues los ingresos por todo concepto llegaron a $939,3 y las erogaciones a $961.8 miles de millones, siendo por tanto el déficit primario de $22.479 millones, pese a computar en las primeras transferencias del Banco Central y Anses por $59.259 millones. Al sumar pagos de deuda e intereses financieros, el déficit final trepa a $64.477 millones, 16% por encima de 2012. El Palacio de Hacienda procura enfatizar que “…se continuó fomentando el consumo interno de los ciudadanos por medio del pago de compensaciones a usuarios de combustibles, transporte y el suministro de energía eléctrica” ($ 21.000 millones), a lo que se agregan otros muchos subsidios menores que los hicieron ascender, en total, a nada menos que $145 mil millones. Ello explica que, pese a que los Ingresos Corrientes subieron 30,5%, se verificaron los desequilibrios antes mencionados.
En general, hay marcada inquietud por el eventual traslado de la devaluación a los costos internos y el grado de eficacia que pueda tener el contralor de 194 “Precios Cuidados” en el Gran Buenos Aires y el partido de la Costa; mientras se demoró más tratar de extenderlo al resto del país donde, sin dar razones de ninguna especie, se los circunscribe a apenas unos 78. Es evidente que para todo el interior del país priman los “precios descuidados”, como si su población -alrededor de 23 millones- fueran ciudadanos “de segunda”…
En cuanto a la composición global de las ventas externas se advierte, al igual que en el caso de Brasil, una firme tendencia a la denominada “primarización” de ellas debido a un efecto combinado que resta peso a algunos rubros industriales y, en cambio, impulsan el crecimiento de componentes y derivados de productos vegetales o animales junto con alimentos y bebidas. No obstante, las perspectivas en este aspecto sobre lo que sucederá en 2014 pueden calificarse de “buenas”, concepto éste que no armoniza con las pobres estimaciones que ha aventurado, sin mayor respaldo, la Oficina de Pronósticos Económicos de la Cepal.
Es obvio que todo lo acontecido y el continuo drenaje de divisas inyectan inquietud. La mejor respuesta sería elaborar un plan de corto y mediano plazos, aunque en este aspecto el equipo económico nunca dio muestras de tener voluntad de hacerlo. Hay inmadurez e improvisación pero, aún así, el probable ritmo de crecimiento para todo 2014, pese a los reiterados anuncios agoreros e intencionalmente alarmistas, ronde un 4% tranquilizador.