Por Marcela Filiberti (*)
Actualmente se escucha hablar mucho de coaching ontológico y no es casualidad, ya que se trata de una disciplina que trae enormes beneficios en todos los órdenes. No obstante, muchos ignoran su verdadero alcance.
En pocas palabras, coaching ontológico podría traducirse en “conversaciones con propósito”. Esto importa poner el lenguaje al servicio del ser humano, tratando de desentrañar esos fenómenos que nos afectan y que, aunque a veces los identificamos, se repiten recurrentemente.
Esto ocurre porque esa identificación sólo procede de la razón, de nuestras estructuras mentales que ya están programadas por la historia y la cultura.
En cambio, en las conversaciones de coaching se pretende ir más allá de la razón, ya que el objetivo es atravesar la estructura de superficie de los sujetos, para adentrarse en la profundidad de su ser, esa que anida en el mar del inconsciente de cada uno y que sólo a través de buenas preguntas, o como las suelen llamar, preguntas poderosas o preguntas ontológicas, se puede cambiar “el observador” de cada una de las personas que interactúan, en este caso, dentro de una mediación.
Así, desde otro lugar, las partes podrían ver soluciones que antes no parecían factibles, y en algunos casos ni siquiera aparecían como opción por estar “escondidas” detrás de alguna emoción (miedo, enojo, tristeza, celos, rencor, etcétera).
Al cambiar la posición del observador, se pueden empezar a hacer nuevas interpretaciones sobre los mismos hechos, convirtiendo los problemas en oportunidades. Es decir, no nos quedamos con los relatos que las partes llevan a la mediación sino que avanzamos un poco más allá.
Esta herramienta no va a ser exponencial en una mediación donde los mediadores se manejen con el modelo de la Escuela de Harvard en Negociación. Más bien está vinculada a los procesos en los que se pueden producir importantes transformaciones en las partes, y donde los mediadores están conectados con el Modelo Transformativo de Bush y Folger, y buscan potenciar el protagonismo del propio ser y reconociendo la existencia del otro como un legítimo otro y no como un enemigo.
Naturalmente, la mayoría de las veces existe, por parte de los mediados, una importante resistencia a respetar y entender la manera de ver la situación por la otra parte. Generalmente las personas involucradas en un conflicto piensan y esgrimen buenas razones para sostener que su verdad es la única, y es la que los empodera para confrontar y defender su postura. Ignoran que esa supuesta verdad es sólo su opinión o interpretación de los hechos.
Es allí donde el mediador coach puede impulsar con sus intervenciones una mirada diferente, activando la curiosidad, desafiando los prejuicios, también las creencias, los propósitos reales y encubiertos, potenciando la creatividad y la capacidad de actuar de los involucrados. En definitiva, el objetivo de estas conversaciones es brindar la posibilidad de generar cambios que permitan nuevas oportunidades, trabajando desde el cuidado y el respeto hacia todos los que están sentados a la mesa de diálogo.
Corresponde aclarar que el coaching ontológico nada tiene que ver con terapias psicológicas ortodoxas que buscan en el pasado las causas de los problemas presentes. Esta nueva disciplina, en cambio, se propone trabajar desde los hechos y emociones presentes, “estado actual”, a un resultado futuro superador que sería el “estado deseado”. Es decir, dónde estoy y dónde quiero estar, pero no desde la mirada de un consultor o asesor, que en base a su experticia propone una solución, si no desde el profundo cambio que se produce en el observador que existe en cada ser humano cuando empieza a distinguir cosas o situaciones que hasta ese momento estaban fuera de su alcance. Entendiendo por distinguir: ver algo que antes no veía.
Desde esta perspectiva es que un mediador coach puede trabajar dentro de una mediación utilizando, como en todos los casos, el lenguaje y la comunicación, pero desde otro lugar donde las soluciones que puedan aparecer sean el resultado de un proceso de transformación personal, que permita a las partes incorporar nuevas distinciones (antes inexistentes) y explorar posibilidades que están vinculadas a las nuevas interpretaciones sobre los mismos hechos.
En mediaciones familiares o empresariales –donde existen especiales vínculos- se ve con mucha frecuencia la imposibilidad de tomar buenas decisiones, porque la mayoría de las veces las emociones como el enojo, los celos y el resentimiento impiden distinguir, es decir ver, opciones diferentes. Por eso, el coaching ontológico es una interesante opción para reconocer las emociones, trabajarlas y despertar del inconsciente esas vallas mentales que generalmente impiden arribar a consensos beneficiosos para todos.
Claro que adquirir las herramientas del coach ontológico no es ni rápido ni sencillo. Es un proceso de aprendizaje personal que hay que estar dispuesto a transitar. Vale la pena.
* Abogada, mediadora, coach
Impecable la claridad de la explicación de qué es un Coach Ontológico y sus alcances.
Impecable! ??