Principalmente, el desarrollo de esta alternativa permite reducir de inmediato la emisión de gases de efecto invernadero
Por Humberto Solá
El aprovechamiento de fuentes de energías renovables es el futuro cercano de Argentina y del mundo entero. El uso de los combustibles fósiles, que sirvió para hacer frente a las crecientes necesidades de energía del mundo industrializado, también generó problemas ambientales de los que hoy la sociedad es más consciente que hasta hace unos pocos años.
Argentina se ha propuesto llevar adelante una transición a una matriz energética cada vez más diversificada y basada también en fuentes renovables, en ocho por ciento -a fines de 2018- y en 20%, para 2025.
Los beneficios de las energías renovables son principalmente tres: en primer lugar, reducen de inmediato la emisión de gases de efecto invernadero, ya que reemplazan a combustibles fósiles cuyos efectos en términos de dióxido de carbono es conocido.
En segundo lugar, la producción de estas energías genera nuevos empleos.
El tercer beneficio de las energías renovables es que aumentarán la oferta energética de Argentina. En países donde el recurso renovable es abundante, como lo es el nuestro, las energías renovables pueden ser la opción más económica, aunque éste es un desafío pendiente que requerirá nuevos progresos. En la medida en que las tecnologías se vayan estandarizando y haciendo más eficientes, se continuarán abaratando los costos de acceso y de instalación.
El uso de este tipo de energías ambientalmente virtuosas en el mundo desarrollado se está adoptando a escala industrial, y también en instalaciones domésticas en las que el usuario puede “vender” al sistema interconectado la parte de energía que no utiliza en su hogar. De este modo, la conciencia ambiental se hace aún mayor y crece la convicción de que la energía renovable es un camino a recorrer.
Por todo lo dicho, el campo de las energías renovables constituye un caso de círculo virtuoso entre producción y ambiente, que en Ledesma (provincia de Jujuy) conocemos bien.
En nuestro complejo agroindustrial, luego de una inversión constante en los últimos años, hemos llegado a cubrir la mitad de nuestras necesidades energéticas (térmicas y eléctricas) a partir de fuentes renovables, principalmente biomasa proveniente de la caña de azúcar.
Estamos avanzando en bosques “energéticos” de eucaliptos que plantamos en terrenos antes destinados a fines productivos, y energía hidroeléctrica.
Ahora, Ledesma ha decidido desarrollar proyectos de energía solar en distintas provincias argentinas, siempre con la idea de crear valor a partir del aire y la tierra. En Ledesma también llevamos adelante, junto al Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación, un prototipo de generación de biogás a partir de la vinaza.
Al fabricar alcohol a partir de la caña de azúcar, los ingenios generan vinaza, un residuo del jugo de la caña. Ese efluente puede ser tratado y aprovechado para generar biogás, y con éste se puede generar energía eléctrica.
En el rubro de cultivos, la caña de azúcar es el que tiene mayor capacidad para generar energía renovable en el mundo.
Éste es solo un ejemplo de las múltiples oportunidades que se abren en el sector productivo argentino con aprovechamiento de lo que hasta hace unos años era considerado solamente como un residuo que había que descartar como algo inútil, y ahora se vuelve un recurso valioso, en el que Argentina tiene un potencial inmenso.
*Director de Innovación, Energía y Medio Ambiente de Ledesma SAAI