viernes 22, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

El árbol equivocado en la mesa de la mediación

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 Por Matías Maccio y Yamile Najle *

¿Plantar un árbol es cultivar vida? Sí.
¿Plantar un árbol puede ser origen de problemas? Sí.
La mesa de mediación es un espacio de solución.
En este breve artículo procuramos plantear algunas cuestiones que debemos tener en cuenta al pensar qué tipo de árbol plantaremos para que nos acompañe en nuestras veredas, casas, patios y jardines.
Hay tres actividades que -“se dice”- una persona debe hacer en su vida: escribir un libro, tener hijo y plantar un árbol. Y nos preguntamos si siendo estas metas tan nobles, ¿qué sentido tiene que al plantar el/los árboles de nuestra vida sembremos problemas de convivencia a futuro? ¿Estamos planificando en clave de convivencia, en clave de paz?
Debemos plantar árboles, pero no cualquier especie ni en cualquier lado. Si no pensamos en las características del árbol a plantar, casi con certeza terminaremos con algún dolor de cabeza y, con suerte, en la mesa de mediación para remediarlo.

Todos somos conscientes de la relevancia de los árboles para la vida. De los beneficios que los mismos traen a nuestra salud y la fundamental importancia que poseen para el crecimiento pleno de nuestra ciudad. Basta recordar que mejoran la calidad del aire, disminuyen el impacto de la lluvia y el viento, atenúan los ruidos y ayudan a mantener una temperatura agradable en los calurosos días de verano. La necesidad de forestar, de plantar la mayor cantidad posible de árboles -de vida- no puede cuestionarse. Lo que debemos preguntarnos es: ¿qué tipo de árbol debemos plantar sin que dicha tarea signifique crear un problema a futuro con un vecino?
Para responder esta pregunta vamos a compartir alguno de los perjuicios que plantar una especie arbórea equivocada puede causar. Sabemos que los árboles con sus troncos, raíces, frutos y ramas se expanden más allá de los límites de nuestra propiedad y de nuestra vereda.
El espacio aéreo y el subterráneo no tiene límites. Todos conocemos sobre el árbol de algún vecino que por sus grandes raíces ha roto la vereda ajena, provocó la caída de algún transeúnte o dejó sin agua a algún vecino porque rompió un caño.
Sabemos del árbol que, por su frondosa copa y grandes ramas, invade propiedades, generando con sus frutos la presencia de plagas, roedores y alimañas en jardines donde -en muchos casos- juegan los niños. No debemos olvidar la basura que dichos frutos generan, los desagües que pueden tapar y la sombra deseada -o no- que tiñe las cuadras. Ramas que invaden, ramas que cortan cables de luz. Raíces que levantan veredas y provocan caídas.

Árboles que generan malestar, enemistad entre vecinos y daños y perjuicios por los cuales, tal vez, debamos responder ante la justicia.
Semana tras semana en la mesa de mediación comunitaria (ámbito de mediación extrajudicial voluntario) los vecinos intentar resolver -de común acuerdo- problemas derivados de la presencia de árboles, principalmente los ubicados en zonas contiguas o sobre medianera. Catorce por ciento de los conflictos llevados a mediación entre los años 2018 y 2019 en el ámbito municipal se debió a la presencia de árboles o plantas como centro de la “pelea”.
De esos casos, 62% concluyó con un acuerdo (en algunos casos extracción o en otros la poda). En el resto de los casos, el vecino “problemático” (el del árbol) no asistió a mediación.
Este tipo de problemáticas se podría evitar si ejerciéramos la responsabilidad de plantar especies arbóreas en los espacios adecuados, lo que no sólo implicará estudiar qué tipo de planta podemos colocar en cada lugar sino también pensar en la convivencia.

Esta dimensión superadora del coexistir, utilizando las clasificaciones que nos enseña Raúl Romero Giménez, nos interpela a pensar en un “otro” legítimo, que será el vecino, el que también recibirá (hoy o más tarde) los efectos de dicho vegetal (ya sea por el espacio aéreo o por el subterráneo).
Apelamos a que los interrogantes iniciales nos hagan reflexionar sobre la necesidad de pensar y valorar siempre cómo las elecciones que realizamos diariamente pueden impactar, queriendo o no, en la vida de nuestros vecinos y en el ambiente en general.
La mesa de mediación resulta propicia para resolver los conflictos entre vecinos; generalmente quienes pagan los platos rotos de la solución suelen ser nuestros amigos los árboles. Prevengamos cultivando un bosque urbano en clave de convivencia.

* Mediadores.

Comentarios 1

  1. Mónica cornaglia says:

    Excelente !!! Una perspectiva que nos invita a mirar
    Y mirarnos en clave de convivencia …. que convivencia / coexistencia quiero con el otro? Cómo contribuyó ….

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